El Planeta 2023, ¿el colmo de todos los colmos de la historia del premio?

No es que el Premio Planeta, en realidad buena parte de los premios literarios, tanto públicos como privados (mayormente los públicos) se distingan por la calidad de sus páginas, sino más bien por la «cualidad» de sus temáticas, algo que uno no puede decir de la novela de Ónega, pues no lo ha leído. Podría decirse que el Planeta es el premio privado más público que existe, y comparte con estos (no lo cuantioso de su montante: un millón de euros) los requisitos típicos para que una obra sea hoy premiada.

En 2021 lo ganó Carmen Mola, un nombre señuelo bajo el que se ocultaban («trampa» notable que destapó los entresijos feministas) tres escritores masculinos: Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero, cuya «audacia» provocó una fuerte polémica. Aquel año el presidente del Gremio de Editores de Castilla y León consideró de «mal gusto» el pseudónimo por aprovecharse "del interés que tiene la literatura femenina».

Librerías feministas retiraron todos los libros de Mola en activismo (mohín) por el subterfugio. Una decisión que nadie tomó al contrario, dos siglos antes, por ejemplo con George Sand, nombre masculino literario de la escritora francesa Aurore Dupin, amiga de Flaubert o Dumas, entre muchos otros artistas, amante de Liszt y de Chopin y autora de 140 novelas.

En 2022 ganó otra mujer, esta vez verdadera, Luz Gabás, con una novela ambientada en la época de la independencia de los Estados Unidos; y en 2023 ha vuelto a ganar otra mujer, que además (y sobre todo) es periodista del mismo grupo que concede el premio, una situación cuanto menos llamativa, tanto como que todos los premiados, a pesar de que se presentan con pseudónimo, son famosos con anterioridad.

Las coincidencias rozan casi lo insensato, si se le añade que Las Hijas de la Criada (título «planetista» sin ambages) narra la historia de tres generaciones de mujeres gallegas en la insistente «misma» temática del Premio Nacional de Narrativa 2022 ( a la espera del de 2023) y, por si fuera poco (o una broma), también el de 2021: generaciones de mujeres gallegas. Cualquiera diría que, si se quiere ganar un premio en España, es necesario escribir sobre generaciones de mujeres gallegas.

Cabe la posibilidad de que muchos candidatos, observando el curioso patrón, hayan escrito sobre generaciones de mujeres gallegas, pero quizá y solo quizá, un suponer (seguro que mucho), únicamente la premiada, además, trabaja en la casa que concede el premio. Una coincidencia que bien (más bien mal) puede serlo, y que a pesar de ello casi cierra el círculo de un galardón del que los lectores hablan (a veces ladran), pero que sigue siendo un éxito de ventas y un escaparate (la caravana avanza: así termina el proverbio árabe), además de un boleto premiado de lotería, para los afortunados ganadores.