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Sánchez entre las ruinas de la Antigua Grecia

Sánchez entre las ruinas de la Antigua GreciaPaula Andrade

Tres diferencias esenciales entre la primera amnistía de la Historia y la que exige el prófugo Puigdemont

Han pasado casi 2.500 años desde que el general Trasíbulo perdonó a los que habían colaborado con los Treinta Tiranos hasta el perdón que planea Sánchez por el único motivo de seguir en el poder

La primera amnistía de la historia la declaró el general Trasíbulo en el año 403 a. C. Tras la Guerra del Peloponeso, se instauró en Atenas un gobierno oligárquico conocido como los Treinta Tiranos. Trasíbulo, prominente general victorioso y jefe de la flota ateniense fue una de las principales figuras que se opuso a los dictadores.

Exiliado en Tebas, reunió fuerzas y partidarios por toda Grecia para devolver la democracia a Atenas. La batalla en El Pireo terminó expulsando de la Acrópolis a los tiranos, a quienes, a pesar de la privación de derechos a la que sometieron a los atenienses y de los asesinatos indiscriminados, Trasíbulo perdonó la vida, permitiéndoles exiliarse.

Por el bien común y no por el poder

Trasíbulo perdonó por ley a quienes apoyaron a los oligarcas y por el bien común que de otra forma hubiera provocado una situación ingobernable y una matanza que hubiera acarreado otras sine die. En su obra sobre la vida del general, Cornelio Nepote escribió: «Cuando Trasíbulo tenía el mayor poder en la ciudad, aprobó una ley para que nadie fuera acusado ni multado por lo que se había hecho antes, y a esto lo llamaron olvido».

Trasíbulo, el gobernante, decidió de modo propio la creación de una ley que permitiera ese «olvido» destinado a extender la paz. Siguiendo el espíritu de esta primigenia y milenaria amnistía (que viene de amnesia, de olvido), se promulgó la Ley de Amnistía de 1977 como medio para lograr la transición del franquismo a la democracia.

Existencia de una Constitución

Del mismo modo que los delitos anteriores a la ley del olvido promulgada por Trasíbulo quedaron perdonados, también lo quedaron todos aquellos previos a la Ley española de 1977. Aquella trajo una paz documentada y única, que no se repitió en otras ciudades más allá de Atenas y duró hasta la época romana, y esta permitió el objetivo de una democracia consolidada que dura ya 45 años.

La existencia de una Constitución «que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político» es quizá la gran diferencia entre una y otra. Trasíbulo pudo promulgar sin obstáculos su amnistía, mientras Sánchez ha de saltar una suerte de Grand National que le pide un prófugo de la justicia lleno de barreras que son precisamente la justicia, la libertad, la igualdad o el pluralismo político.

Decisión personal y no chantaje

Y si el general ateniense decidió por sí mismo, sin influencia de nadie, decretar el olvido, no es Pedro Sánchez quien ha decidido por sí mismo declarar la amnistía, sino que se la exige el mismo prófugo que atenta contra los valores de la Constitución que forma el muro principal contra la concesión de dicha amnistía, cuyo derrumbamiento traería consecuencias impensables.

El olvido de Trasíbulo trajo la paz y la amnistía de Sánchez podría incluso traer la «guerra», pues no es el bien común el que se pretende con la audacia que también resultó en 1977, sino únicamente el bien del prófugo y la prevalencia del «tirano».

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