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Alvino-Mario Fantini director de The European ConservativeMiguel Pérez Sánchez

El conservatismo hoy

Alvino-Mario Fantini: «El conservadurismo no es un retorno al pasado, sino una queja ante las élites culturales, políticas y financieras»

El director de The European Conservative opina que el conservatismo debe alejarse del modelo anglosajón economicista, apostar por la cultura y recuperar un modelo familiar estable frente al desarraigo de las grandes elites financieras. Una tarea que llevará mucho tiempo

Alvino-Mario Fantini dirige The European Conservative, un proyecto englobado en torno a una revista que se edita tanto en papel como en formato digital, y en el que se han podido leer firmas como la de Rémi Brague o Chantal Delsol. Cuenta con oficinas en Budapest, Viena, Roma, Berlín, Bruselas, y ha organizado en Madrid el congreso «El Conservatismo hoy: la defensa de las libertades, las tradiciones y la cultura» junto con CEU-CEFAS. Fantini señala algunas pautas: no centrarse en las cuestiones económicas ni en los representantes de los partidos políticos.

–¿El conservadurismo es, al menos hoy, una queja, una reacción? ¿O también es una propuesta?

–Es un poco las tres cosas. Lo que no es el conservadurismo –o conservatismo– es un retorno al pasado. Durante este congreso, alguien del público ha comentado que el conservatismo inglés no tiene nada que enseñar al resto del mundo. Y tiene toda la razón. Por eso lo que hacemos nosotros en The European Conservative es explorar las demás formas de conservatismo que existen y que, desde mi punto de vista, son más relevantes y más necesarias hoy. Esa tradición angloamericana ya no sirve de nada, nos ha llevado a la derrota. El conservatismo es queja contra el conservatismo angloamericano, es queja ante los poderes o las élites culturales y políticas y financieras que existen en el mundo, y es queja acerca de cómo vive la mayoría de la gente. Cada vez hay más personas endeudadas, sometidas a problemas y presiones económicas. Es queja y desemboca en una reacción, porque queremos despertar a la gente y activarla, presentándole información, datos, noticias acerca de cómo la Unión Europea está malgastando su dinero, de cómo sus líderes en Europa y en otras partes del mundo carecen de todo interés en la gente que trabaja, en los padres de familia. Por tanto, es reacción y es propuesta a la vez.

Un grandísimo error que han cometido los conservadores es enfocarse demasiado o únicamente en lo económico

–Comenta usted la cuestión social: personas que intentan llegar a fin de mes, jóvenes que necesitan un salario digno para formar una familia. ¿Ese debería ser un punto central del discurso de los conservadores?

–Para mí los temas económicos siempre han sido lo menos interesante. Porque primero están las cuestiones culturales. Un grandísimo error que han cometido los conservadores en Estados Unidos, en Inglaterra, y en otras partes del mundo, es enfocarse demasiado o únicamente en lo económico. Entiendo que mucha gente se guía más por las cosas materiales, pero, mientras tanto, se nos ha ido perdiendo qué es el matrimonio, qué significa tener una relación normal de pareja. Todo eso nos lo han quitado, mientras nos hemos enfocado en lo económico a lo largo de los últimos veinte, treinta, cuarenta años. Pero, si nos enfocamos en la cultura, y la cultura se basa en la familia, sí podemos volver a un mundo donde la gente prioriza el matrimonio natural con niños y con hijos, y la familia, de ahí surgen muchas otras posibilidades. Hay un problema en la forma actual de pensar, que consiste en buscar siempre trabajo en una gran compañía. Pero ¿por qué no regresamos a una cultura emprendedora donde las familias grandes generan ideas nuevas y crean nuevas industrias? Así empezaron muchas personas hace cien años, hace cincuenta años; comenzaban con una industria casera que iba creciendo, o creaban redes económicas locales.

–¿Está usted de acuerdo con la afirmación de que los políticos europeos conservadores delegan la cultura en la izquierda porque sólo se enfocan en la economía y la gestión?

–Precisamente por eso no les doy más importancia a los políticos. A mí lo que más me interesa es reunirme no con políticos o personas de la clase política, sino con intelectuales, profesores, escritores, personas que se recluyen y que trabajan en silencio, artistas. Ese es mi público. Entiendo que la clase política y ciertos políticos de la derecha europea son muy importantes. Algunos incluso tienen algo muy sofisticado que decir, pero no me enfoco en ellos. En mi gran visión de este proyecto de The European Conservative, los políticos quedan muy atrás, no son una prioridad.

–Muchos de los grandes medios de comunicación son propiedad de fondos de inversión, de bancos, de entidades que no tienen ideología, o cuyos dueños incluso son conservadores. Entonces, ¿por qué abundan los contenidos y enfoques progresistas?

–Sí, hay muchos ejemplos por todas partes del mundo. Es resultado de varios factores, principalmente de falta de integridad de los grandes capitalistas, o los dueños o accionistas que están detrás de las compañías. Pero no es únicamente un fenómeno de la época en la que vivimos; esa mentalidad capitalista desarraigada también se daba hace 40, 50, 70 años. Banqueros a quienes no les importaba si el gobierno era de izquierdas o de derechas. Esa es la mentalidad de Davos, de las élites mundiales, y es uno de los enemigos que tenemos. Pero hay que crear alternativas; no trabajar con ellos, sino crear nuestras propias instituciones.

Ya van tres generaciones formadas en un ambiente cultural 'progresista' a través del cine, los libros o las series

–¿Cuál es el motivo de la actual hegemonía de las ideas progresistas?

–Hay muchos factores, y no hablamos sólo de la prensa, sino del cine, los libros, las series, las revistas… Todo lo que están consumiendo los jóvenes. Se observa en esos contenidos una tendencia hacia la izquierda, hacia lo progresista. Y son ya tres generaciones formadas dentro de ese ambiente cultural. Me preocupa mucho, porque es muy difícil, una vez que una persona está formada dentro de ese entorno, cambiarle la forma de pensar. Se ve en los jóvenes de diez o doce años; ya están imbuidos de estas ideas ‘progres’. La lucha en que estamos atañe a varias generaciones más; yo no voy a ver los resultados de esos esfuerzos. Vamos a tardar cincuenta años, pero hemos de comenzar de alguna forma.