Andrés Amorós: «El pueblo español conoce el valor del trabajo; los progres y esnobs, no»
El profesor, crítico y ensayista publica, después de Las cosas de la vida, Filosofía vulgar. La verdad de los refranes (Fórcola, 2023)
Andrés Amorós acaba de publicar su Hackney Diamonds particular. Lo que ocurre es que, al contrario que los Rolling Stones, sus compañeros de generación, él no ha dejado de publicar nunca libros brillantes, y en ello sigue con el ímpetu y el afán sencillos de una mente y una cultura privilegiadas que en esta ocasión han apuntado a una compilación de refranes españoles: «La filosofía vulgar», que es como La Condición Humana de Malraux, pero sin trama, o con la trama de un amenísimo ensayo donde se esconden, en las palabras del pueblo que tantas veces desconoce de dónde proviene su sabiduría, los genios españoles como Lope, Quevedo, Góngora o, «sobre todo», Cervantes, «traducidos» en el hablar popular a lo largo de los siglos.
–¿Por qué ya no surgen nuevos refranes, se ha agotado la sabiduría popular?
–No es del todo cierto. En el libro no me ocupo solo de los refranes en sentido estricto; también, de máximas, adagios, sentencias, «tópoi» literarios… Tomando el término en sentido amplio, cercanos al refrán son dos hallazgos de hace poco, que se recuerdan fácilmente y que mucha gente adopta: «Que te vote Chapote» y «Aunque la mona se invista de seda, mona se queda».
Muchos refranes tradicionales parecen hechos a propósito para definir la política española actual. Por ejemplo: «Antes se coge a un mentiroso que a un cojo». «Por agarrar una silla, el político promete muchas villas y Castilla». «El mentir pide memoria». «Dios los cría y ellos se juntan». Y la conclusión: «El que no te conozca, que te compre»…
En el fondo, los refranes forman parte de una cultura tradicional española que va desapareciendo, lamentablemente, por culpa de la globalización: juegos, canciones, adivinanzas, chistes… También, ropas, muebles, costumbres, formas de vida… No todo ha de venir del mundo anglosajón ni ha de suponer rendirnos a lo tecnológico.
Supongo que la incultura de la holganza es sana, para el individuo, y útil, para la sociedad… Resulta lamentable leer estas simplezas
–¿Quizá es porque los refranes provienen del cristianismo, de Grecia y de Roma, los pilares de la cultura occidental, como menciona en su libro, con los que se pretende acabar?
–Me llamó mucho la atención que el pueblo español puede citar con gusto refranes sin sospechar que vienen de la Biblia, de los filósofos griegos y latinos; es decir, de las raíces básicas de nuestra cultura.
Es verdad que hoy intenta acabar con la cultura occidental ese horror llamado «woke», tan certeramente denunciado en las páginas de El Debate. Pero también es cierto que, además de ser algo intencionado, ayuda la existencia de un sinfín de ignorantes, encantados de haberse conocido. Lo dice un sabio refrán, de origen bíblico: «El número de necios es infinito».
–El refranero español siempre defiende la cultura del esfuerzo, ¿tenemos en la filosofía vulgar un seguro para la pervivencia de El Mundo de Ayer, como tituló sus memorias Stefan Zweig?
–El pueblo español conoce el valor del trabajo; los progres y esnobs, no. Cito en el libro, con horror, unas frases de Lilith Verstrynge: «La cultura del esfuerzo genera fatiga estructural, ansiedad y cardiopatía». Supongo, en cambio, que la incultura de la holganza es sana, para el individuo, y útil, para la sociedad… Resulta lamentable leer estas simplezas y que el presunto progresismo las adopte.
Deberíamos escuchar al sabio Cervantes: «Cada uno es hijo de sus obras». «No es un hombre más que otro si no hace más que otro».
Conviene recordar a Montaigne: «Todos nos sentamos sobre el culo»
–Menciona el caso de la exvicepresidenta Carmen Calvo, que, puestos a no crear ninguna verdad popular, se vio en la tesitura de violentar una ya existente: «He sido cocinera, antes que fraila».
–La experiencia, desde luego, es un valor porque nos enseña cosas útiles : «Manos duchas comen truchas». Pero, para decir eso – y cualquier otra cosa -, utilizar el lenguaje inclusivo es totalmente innecesario.
–La gran belleza del refranero quizá alcanza su mayor altura en los capítulos del paso del tiempo y de la soledad, que maravillosamente resume la sabiduría del pueblo a través de Cervantes: «Allá va Sancho con su rocín».
–Todos sentimos la mordedura del tiempo. Cervantes lo dice con una hermosa metáfora: «En los nidos de antaño, no hay pájaros hogaño».
–«Cuando estés entre tontos, hazte el tonto», dice el refrán. Cualquiera diría que nuestra clase política, ignorante en gran medida, conoce el refranero…
Para hacerse el tonto, hace falta no serlo. A buena parte de nuestra clase política no le hace falta ningún esfuerzo para parecer tontos.
–Aparecen la hipocresía, la vanidad, la mentira, dichos para reconocer (y reconocerse) con el gran poder de la metáfora, en este caso para todos los públicos.
–Ésas y otras muchas son las tentaciones permanentes que a todos nos acechan. Conviene recordar a Montaigne: «Todos nos sentamos sobre el culo». Y un refrán castellano, que adoptó como lema don Francisco Giner de los Ríos: «Entre todos, lo sabemos todo».
El buenismo actual ignora la realidad del ser humano. Dentro de cada uno de nosotros está la posibilidad de lo mejor y de lo peor
–Malos tiempos para la sabiduría inmortal de una frase censurable en estos tiempos: «Tiran más dos tetas que dos carretas». ¿’Es filosofía vulgar. La verdad de los refranes’, toda la obra, una verdad incómoda?
–Una frase evangélica se ha hecho proverbial: «La verdad os hará libres». Negarse a ver las verdades que no nos gustan es inútil, además de tonto. El buenismo actual ignora la realidad del ser humano. Dentro de cada uno de nosotros está la posibilidad de lo mejor y de lo peor. Como dice Pascal, podemos llegar a ser ángeles pero también, demonios.
–Ha escrito usted La Condición Humana (española) donde está todo, mucho más que en la novela de Malraux: las leyes, las costumbres, la religión, el hombre, la verdad, el individuo, la vida y la muerte, la guerra y la paz…, en vez de en novela, en sencilla y útil compilación.
–Muchas gracias. Creer que la tecnología ha cambiado al ser humano es una simpleza. A todos nos siguen importando las grandes cuestiones: la muerte, la enfermedad, el trabajo, el amor, la educación de los hijos, la ingratitud, el paso del tiempo…
Es lógico que nos interese saber lo que han dicho sobre todo eso los más sabios. Para conocer al ser humano, mejor que estudiar psicología es leer la Biblia, a Cervantes, a Shakespeare… Y no olvidar nuestros refranes, «sabiduría vulgar».