Diez frases de Sabino Arana, el escritor e ideólogo racista, machista y xenófobo que fundó el PNV
Se cumplen 120 años de la muerte del padre del nacionalismo vasco, a quien todavía se homenajea, de quien dicen que descubrió que no era español y sí vizcaíno en una suerte de epifanía
En el principio fue carlista, pero por los fueros de Vizcaya empezaron a entrarle dudas trascendentales e íntimas en una mezcolanza espiritual, política, familiar o social, y entonces Sabino Arana se puso a pensar y llegó a la conclusión, se imagina que con la sombra del árbol de Guernica acechándole como acechaba el Salieri disfrazado al Mozart enfermo y desesperado para que escribiera el Réquiem en Amadeus, de que ya solo era vizcaíno. Y además por la gracia de Dios.
Su lengua materna era el español
Obsesionado, como un creído profeta que se sintiera preso de una misión más allá incluso de lo humano, se puso a estudiar su tierra de nacimiento, Vizcaya, como si fuese el origen de la humanidad. Tanto creyó en esa idea que halló todas las respuestas a sus preguntas para explicarse a sí mismo su perturbación, y las halló, por supuesto. El terruño como principio de todo fuera del cual (fuero-fuera) nada es verdaderamente bueno: la esencia del nacionalismo.
Arana abandonó todos sus distintos y comenzados estudios universitarios para dedicarse de lleno a su psicosis. Fracasó en su intento de alcanzar la recuperada cátedra de vascuence, que había estudiado con denuedo pues su lengua materna era el español. Como articulista apenas obtuvo significación, así que la política (como suele suceder con la mediocridad) fue el refugio y solución de su manía. Ajeno a cualquier otra actividad comenzó a difundir su ideario como un iluminado.
La raza superior
La cuestión era formar una Patria a toda costa. Creó panfletos y sociedades que fueron clausuradas, fue condenado por conspiración y en el ínterin se fue desarrollando en su seno un barullo de ideas entre lo real, lo imaginario, lo religioso o lo literario que fue a cristalizar en un racismo patológico y salvaje. Sabino Arana iba por ahí insultando a todo aquel que no era (ya no vasco) sino vizcaíno.
En este lío creado para su gloria y supervivencia le dio por decir que el catolicismo era la base de su integrismo: "Si los vascos no fueran católicos, renegaría de mi raza: sin Dios no queremos nada», dijo. Una raza que por su catolicismo (dijo que los castellanos no lo eran) era superior a su enemiga, la de Castilla, no solamente inferior, sino además degenerada, lujuriosa, obscena y otros adjetivos alucinantes, fiel a su impronta inventora y faltona.
Odiaba a todo el mundo
El bueno de Sabino odiaba a todo el mundo, ya se ha dicho, que no fuera vizcaíno. Los liberales españoles eran corruptos, los capitalistas abominables, los socialistas inmorales y los maquetos, los inmigrantes en tierra vasca, los causantes de todos los males de esta. Una joya el fundador del PNV, el partido que, con todo esto a cuestas, ya no le faltaba mucho para echar andar hasta hoy, de la manita de Pedro Sánchez (como antes lo estuvo de cualquiera que le interesara), independientemente ya, eso sí, de su «inmoral» socialismo.
Despreciaba a las mujeres, de las que escribió está perla: «La mujer es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades propias de la naturaleza humana. Es inferior al hombre en cabeza y en corazón. ¿Qué sería de la mujer si el hombre no la amara? Bestia de carga, e instrumento de su bestial pasión: nada más».
Creyó en la independencia de la patria vasca con el apoyo de Inglaterra, el delirio, y fundó el PNV en 1895. Después el partido comenzó a obtener los primeros concejales, y del radicalismo racista, integrista, machista y xenófobo comenzaron a moderarse, sobre todo después de la muerte temprana de Arana (a los 38 años) en 1903 (y antes: quiso sustituir el PNV por otro partido que abogaba por una autonomía dentro de España, renunciando a la secesión).
El «Jesús vasco»
La entrada de la burguesía en su seno y una conducta política heredera de los últimos deseos del «Jesús vasco», como le llegaron a llamar sus seguidores, que no rechazó nada que no ayudara a sus intereses, tal y como se puede comprobar en la actualidad, puso el rumbo de la nave peneuvista, de tan oscuros orígenes, mientras mantiene la esencia y los símbolos, como la ikurriña, la bandera creada por Arana (a quien siguen homenajeando los líderes del partido) y su hermano, que pervive para recordar cómo empezó y cómo continúa.
Diez frases de Sabino arana:
- «La fisionomía del bizkaino es inteligente y noble; la del español inexpresiva y adusta. El bizkaino es nervudo y ágil; el español es flojo y torpe. El bizkaino es inteligente y hábil para toda clase de trabajos; el español es corto de inteligencia y carece de maña para los trabajos más sencillos. Preguntádselo a cualquier contratista de obras, y sabréis que un bizkaino hace en igual tiempo tanto como tres maketos juntos».
- «El bizkaino es laborioso; el español perezoso y vago».
- «Entre él cumulo de terribles desgracias que afligen a nuestra amada Patria, ninguna tan terrible y aflictiva, juzgada en sí misma cada una de ellas, como el roce de sus hijos como el roce con los hijos de la nación española».
- «Uno de tus deberes es estar sumisa a mis mandatos y obedecerme en todo lo que no vaya contra Dios». (Carta a su mujer)
- «Si te reprendo es porque te quiero como Dios Nuestro Señor (y perdóneme Él la comparación) suele reprender a un alma». (Carta a su mujer).
- «Si algún español se ahoga y pide socorro, contéstale: 'Niz eztakit erderaz'' ('no sé castellano')».
- «La mujer es vana, es superficial, es egoísta, tiene en sumo grado todas las debilidades propias de la naturaleza humana».
- «Oídle hablar a un bizkaino, y escuchareis la más eufórica, moral y culta de las lenguas; oídle a un español, y si solo le oís rebuznar, podéis estar satisfechos, pues el asno no profiere voces indecentes ni blasfemias».
- «El vizcaíno es de andar apuesto y varonil; el español, o no sabe andar (ejemplo, los quintos), o si es apuesto es tipo femenil (ejemplo, el torero)».
- «El español apenas se lava una vez en su vida y se muda una vez al año».