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La poeta española Gloria Fuertes

La poeta española Gloria Fuertes

Gloria Fuertes y el «despertar» de los valores estéticos desde lo lúdico: poeta de niños, poeta de adultos

En el 25 aniversario de su muerte, la aparente despreocupación formal de la poesía de Gloria Fuertes encierra en realidad una humanidad y una extraordinaria sensibilidad

El lado ingenuo de la poesía de Gloria Fuertes la convirtió en una autora de gran éxito en el ámbito de la literatura infantil. ¡Qué pocos niños españoles no la conocen! ¡Cuántos padres y abuelos han recitado a sus hijos y nietos poemas de La oca loca! (Escuela Española, 1977, 1987 y 1998; Calandrara, 2016).

La simplicidad de su lenguaje, los llamativos juegos de palabras, el encanto poético de sus ingenuas imágenes... han sido siempre el mejor caldo de cultivo para atraer a los más pequeños hacia la lectura del verso (y son docenas los títulos publicados por, entre otras, las editoriales madrileñas Escuela Española, Susaeta o Torremozas) que han logrado aupar a Gloria Fuertes en un lugar de privilegio en la literatura infantil de nuestro país. «Un niño con un libro de poesía en las manos –nos comentó en cierta ocasión– nunca tendrá de mayor un arma entre ellas»; un credo poético este de lo más actual.

'Mujer de verso en pecho', de Gloria Fuertes

'Mujer de verso en pecho', de Gloria Fuertes

Pero Gloria Fuertes es también una poeta para adultos, asombrados por la humanidad de sus versos y por un lenguaje desprovisto de oropeles retóricos; una poeta con cientos de poemas que reflejan su extraordinaria sensibilidad, su capacidad de amor hacia todo cuanto la rodea, su compromiso en favor de la construcción de un mundo más justo y solidario. Y de ahí que se la incluya en la Generación del 50, por el marcado carácter social de su poesía.

Y resultaría poco ecuánime contribuir a difundir la distorsionada creencia de que Gloria Fuertes es una poeta menor, ubicada exclusivamente en el mundo infantil, y merecedora, a lo sumo, de unas líneas «de compromiso» en los manuales de literatura, y más como premio a una popularidad lograda al margen de los cauces literarios que como justo reconocimiento a su quehacer poético.

Ya decía el propio Camilo José Cela –tan poco dado al elogio– que Gloria Fuertes es «una de las más luminosas voces poéticas españolas» (ABC, 6-I-1995, sección «El color de la mañana»). Y no le faltaba razón. Basta –para comprobarlo– con leer tres de sus libros publicados por Cátedra: Obras Incompletas (Madrid, 2011. Colección Letras Hispánicas, núm. 32); Historia de Gloria (Amor, humor y desamor) (1983, 2011. Colección Letras Hispánicas, núm. 131), y Mujer de verso en pecho (1995, 2014. Colección Letras Hispánicas, núm. 388). Tres libros imprescindibles, en efecto, en la trayectoria de una mujer que escapa a tendencias y escuelas poéticas, y que alza sus versos con la esperanza de obtener un mundo mejor.

Gloria Fuertes y el «despertar» de la conciencia cívica

«Algo especial» tendrá la poesía de Gloria Fuertes como para que escritores de estéticas tan diferentes como puedan ser Camilo José Cela, José Manuel Caballero Bonald, Jaime Gil de Biedma, José Hierro o Francisco Nieva se encuentren entre sus más fervientes admiradores. Y son muchos los poemas de carácter autobiográfico que encontramos a lo largo de su obra, en los que nos dice cómo es –incluso físicamente–, cómo se siente, cuáles son sus inquietudes de carácter social, etc. Vamos a elegir uno al azar para tener una aproximación a quien hizo de su poesía un eficaz instrumento de comunicación, rehuyendo la retórica. Se trata del titulado Poema al No, incluido en La poesía no es un cuento (Madrid, editorial Bruño, 1o89. Colección Altamar, núm. 20).

'Poema al No', de Gloria Fuertes

No a la tristeza.
No al dolor.
No a la pereza.

No a la usura.
No a la envidia.
No a la incultura.

No a la violencia.
No a la injusticia.
No a la guerra.

Sí a la paz.
Sí a la alegría.
Sí a la amistad.

El poema se compone de cuatro agrupamientos de tres versos, en lo que simplemente se enumeran nombres abstractos: nueve versos con nombres precedidos del adverbio «no» y otros tres precedidos del adverbio «sí». En la estrofa 1 se recogen dos de los ocho vicios –o pasiones malvadas– que ya señaló el monje Evangrio Pontio (345-399) para que sus compañeros no cayeran en ellos: la tristeza (verso 1) y la pereza (verso 3) –que aquel entendía como la depresión profunda, la desesperanza–. Y Gloria Fuertes no se olvida del dolor, que entendemos como sentimiento de pena y congoja.

Estrofa 2: si asociamos la usura con la avaricia (amor hacia el oro), y añadimos la envidia, unimos a los anteriores vicios otros dos de los siete señalados por el Papa san Gregorio Magno (circa 540-604). Pero Gloria Fuertes amplía la relación con la incultura porque, evidentemente, a mayor cultura, mayor libertad.

Estrofa 3: ahora añadimos a los anteriores vicios la violencia (es decir, la ira, la cólera irreflexiva), que ya tenía en cuenta la relación ofrecida por san Juan Casiano (circa 360-435). Y Gloria Fuertes va «más allá», con su rechazo a la injusticia –a la falta de equidad– y a la guerra –a la hostilidad declarada entre bandos enfrentados–. Y así completa la poeta lo que podríamos llamar su «catecismo moral», que incluye nueves «noes»: tristeza, dolor, pereza, usura, envidia, incultura, violencia, injusticia y guerra; conceptos que delatan vicios que, en sí mismos –y santo Tomás de Aquino suponemos que estaría de acuerdo con esta revisión de los «siete pecados capitales» realizada por la poeta– dan origen a otros muchos más.

'El libro de Gloria Fuertes', publicado por Blackie Books

'El libro de Gloria Fuertes', publicado por Blackie Books

Y si hablamos de «catecismo moral», es porque Gloria Fuertes era una persona con profundas convicciones religiosas, sensible a los problemas de la Humanidad. Y en la estrofa 4 se enumeran los tres «síes» en los que hay que fundamentar los comportamientos colectivos: «paz-alegría-amistad». Es decir, frente a la «guerra» (verso 9), la «paz» (verso 10); y de ahí deriva la «alegría» (verso 11) a la que conduce la «amistad» (verso 12), que es precisamente «el afecto puro, persona y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato». Porque la verdadera amistad nos hace mejores.

Y, por cierto, la recopilación de 209 poemas bajo el título Dios sabe hasta geometría pone al descubierto en Gloria Fuertes una religiosidad cristiana que origina una poesía íntima en la que se acerca a Dios; porque «la poesía es una palabra salvadora, como Dios». Y su figura humanizada la acompaña en sus momentos de mayor soledad: «Todos me han hecho daño. ¡Todos! Todos menos dos: yo y Dios». (Cf. Poemas de una mística en el suburbio. Madrid, Editorial PPC, 2018).

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