Contra la leyenda negra
Marcelo Gullo: «Antes de la llegada de España, América era un infierno»
En su nuevo libro, Lo que América le debe a España, el argentino Marcelo Gullo da otro paso más para desmontar la Leyenda Negra española y la Leyenda Rosa precolombina, porque, antes de Colón, «no es cierto que estuviésemos en el paraíso desnudos, tomando cocos y mango y haciendo el amor libre»
Muchos lo conocen por haber visto algún vídeo suyo, o por haber leído Nada por lo que pedir perdón (2022) –con prólogo nada más y nada menos que de Carmen Iglesias– o Madre patria (2021), de modo que poca presentación necesita. Este profesor universitario de la América austral reivindica la historia común de las naciones que compartieron, durante varios siglos, la soberanía de los reyes españoles, y se muestra orgulloso del legado y civilización que aquello supuso.
Algo que no sólo es parte de un pasado que ya queda lejos. Porque no se puede entender España sin el pimiento, el tomate y la patata traída de América; y no se puede entender América sin el trigo, la caña de azúcar, el café o los caballos llevados desde España. Y no se puede entender a unos y a otros sin caracteres similares, una forma de hablar casi idéntica y una religión común.
–¿Qué es lo que le debe América a España?
–A esa pregunta se puede contestar con una frase de un hombre a quien nadie podría acusar de nacionalcatólico ni retrógrado. Era un hombre que enfrentó la invasión norteamericana pistola en mano: el general César Augusto Sandino, que era de madre india, empleada doméstica de las clases sociales más bajas de Nicaragua. Sandino dijo: «Yo vi antes, hace tiempo, con protesta, la obra colonizadora de España, pero hoy la veo con profunda admiración. España nos dio su lengua, su civilización y su sangre. Nosotros más bien nos consideramos como españoles indios de América». También puedo añadir la frase de un hombre nacido en Puerto Rico, graduado en Harvard y en Princeton, que era de mamá negra: Pedro Albizu Campos. En un discurso el 12 de octubre dijo: «Aquel que no es orgulloso de su origen no valdrá nada nunca, porque empieza por despreciarse a sí mismo. Por eso nosotros veneramos el nombre de España, porque significa la ciencia, el derecho, las ciencias positivas, la ciencia, la moral y la tradición cristiana».
¿Y por qué los dos dijeron esto? Porque, antes de la llegada de España, América era un infierno. Esa es la premisa que se le oculta al pueblo español y a los pueblos americanos. Aquello era el infierno, reinaba el canibalismo, la antropofagia. Si cincuenta años después de la llegada de España se hubiese hecho un plebiscito popular, para ver si España tiene que quedarse o irse, habría ganado España por el 99 % de los votos. No es cierto que estuviésemos en el paraíso desnudos, en Tucumán, tomando cocos y comiendo mango y haciendo el amor libre. No, los pueblos vivían en guerra permanente unos contra otros y se fagocitaban entre sí. Después vino la paz y se terminó el canibalismo. El 90 % de la población vivía mal, sometida a injusticias terribles como la antropofagia, que reinaba no solo en México, sino en Colombia, donde los pijaos se comían a los chichas o capturaban a las mujeres chichas y las embarazaban, y a los 12 años les quitaban a sus hijos para comérselos. España provocó la pacificación de América y la liberación espiritual de América de los dioses del terror.
América nunca fue una colonia de España
–En el libro se habla del aspecto civilizatorio, con sus instituciones, y del aspecto religioso, la evangelización. ¿Esos serían los dos grandes puntos que cabría destacar?
–Y más la evangelización que el aspecto civilizatorio. Porque América era un infierno, no un paraíso. Un infierno donde los dioses eran dioses del terror que engendraron una cultura del terror y de la muerte. Si uno observa las esculturas precolombinas, todo lo que ve son imágenes de gente sufriendo, porque los artistas expresan la realidad de su pueblo: nunca hay un rostro feliz en el arte precolombino. Todos los rostros expresan terror y muerte. Cuando se afloja la dominación de España, y estalla la sublevación en 1810, los pueblos indígenas estuvieron contra la independencia.
–A favor de la independencia estaban los hijos de españoles.
–Sí, y españoles. Porque en el bando independentista también había españoles. En realidad, fue una guerra civil donde Inglaterra metió su cuchara. Fue una obra maestra de la política exterior británica.
–En el libro se habla mucho de México. Un país al que, veinticinco años después de su emancipación, Estados Unidos le arrebata un tercio o la mitad de su territorio (Arizona, California, Utah, Colorado, Nuevo México…). ¿El «imperio depredador» no fue Estados Unidos?
–Hago mucho hincapié en México, porque el origen de la falsa política siempre es la falsa historia. Si hay un lugar donde se ha falsificado completamente la historia, donde al pueblo se le ha lavado la cabeza con una historia falsa, es México, porque los sucesivos gobiernos mexicanos les enseñan a los mexicanos que el subdesarrollo y la pobreza de México vienen por la Conquista, y resulta que, cuando México se independiza, era muchísimo más rico que los Estados Unidos. No había ninguna ciudad que se pudiese comparar. En México se comía mejor que en los Estados Unidos. Era un país mucho más desarrollado. Pero a España se le echa la culpa del subdesarrollo, para ocultar que la culpa la tienen ellos, porque son como los nietos incapaces de mantener la herencia recibida. Perdieron la mitad de su territorio a manos de los Estados Unidos. Y no perdieron roca y arena; perdieron California, que convirtió a los Estados Unidos en el principal productor de oro del mundo a partir 1849.
Un año después de que le quitan California a México, California convierte a los Estados Unidos en el principal productor del mundo oro; oro que financió la construcción de infraestructuras, como el ferrocarril. Y en 1910 Estados Unidos, gracias al petróleo de Texas, que había sido mexicano, se convierte en el principal productor de petróleo del mundo. Como digo, el origen de la falsa política está en la falsa historia. Lo mismo acontece en España, porque hay una falsa historia: critican la conquista española en América porque en realidad lo que ellos quieren criticar es la Reconquista. Hay un sector político en España que ha falsificado la historia. Habla de una convivencia [en al-Ándalus] que no existió nunca. Para ellos toda la historia de España es un horror y un error. Y piensan que España no debería haber existido.
Hay un sector político en España que ha falsificado la historia
–¿El oro que extrae Estados Unidos, tras la anexión de esos territorios, supera a todo el que, durante los tres largos siglos de dominación, se llevó de América a España?
–No hubo dominación, porque América nunca fue una colonia de España. Fueron virreinatos. Y se llevaba a España solo el 20 % del oro extraído; el 80 % del oro se quedó en México.
–¿Podría decirse que la extensión de la Leyenda Negra es un modo de justificar la propia identidad o de buscar una identidad?
–No, no, al contrario; es la negación de la identidad. La Leyenda Negra es la negación de identidad. Es como si yo mato a mi madre. Es una coartada de una clase política corrupta e inepta que quiere echarle la culpa a España del subdesarrollo de sus países, que es consecuencia de su inutilidad y sus robos. Por eso, el señor Maduro echa la culpa a España de que Venezuela sufra su pobreza, cuando la culpa la tiene él porque es un inepto y un corrupto.
La Leyenda Negra es la negación de identidad, una coartada de una clase política corrupta e inepta que quiere echarle la culpa a España del subdesarrollo de sus países
–Usted señala en este libro que la América española era, antes de la época de independencia, mucho más desarrollada que los Estados Unidos. ¿Qué ha sucedido para que se invierta la situación?
–Muy sencillo: Estados Unidos, cuando se independiza, dice no a la política británica. La política británica era convertir a las colonias en semicolonias con bandera e himno propios, pero dependientes de Inglaterra a través de la exportación del Iluminismo –para desterrar del corazón de las masas la idea de trascendencia– y el libre comercio, para que no se desarrollasen industrialmente. Las repúblicas americanas aceptan la propuesta británica de Iluminismo y el libre comercio. Y se condenan a ser siempre productores de materias primas, mientras que Estados Unidos opta por su propia industrialización.