Fundado en 1910

Etty Hillesum en una fotografía tomada en 1940The Jewish Historical Museum, the Netherlands

El Debate de las Ideas

Etty Hillesum: una mujer verdaderamente libre

Hay una constante en Etty Hillesum que se observa desde el inicio del diario: su nítida intención de unirse a Dios

Etty Hillesum, es una joven judía holandesa de 27 años, nacida en 1914. Escribió un diario entre el 8 de marzo de 1941 y el 13 de octubre de 1943. A lo largo del mismo, Etty presenta muchas caídas, debilidades y contradicciones. Es una mujer inmersa en relaciones sentimentales confusas y con carencias afectivas notorias. Alejada de la religión, gracias a los dones de la intuición, el gozo y la libertad, pone en marcha un cambio interior que poco a poco la empuja a entregar su vida sin retorno, atraída por un desafío amoroso.

Hay una constante en Etty Hillesum que se observa desde el inicio del diario: su nítida intención de unirse a Dios. Es una mujer que permanece abierta al Absoluto, dispuesta a que la cuestione y tambalee. Incluso en las situaciones más vergonzosas, no deja de mirarle cara a cara y suplicarle su ayuda. A través de los acontecimientos de la vida, Dios le ofrece siempre una posibilidad de mayor cercanía y liberación de las propias influencias negativas. Estos triunfos de amor cotidiano van depurando su alma para que, en el momento decisivo, reconozca y abrace la llamada de Dios para con ella. Cada día que espera poder llegar a dominar sus deseos es un triunfo de amor; cada día que agradece a la vida es un triunfo de amor.

El encuentro fortalecido entre Dios y ella crea una onda expansiva que no deja nada igual a su paso. Todo lo ilumina y lo transforma: «Creo que siempre me sentiré en los brazos de Dios. Y podrán destruirme físicamente, pero nada más» (Obras Completas, 11 de julio 1942, 852). En julio de 1942 Etty decide abandonar y renunciar a su terapeuta Julius Spier, un hombre mucho mayor que ella con el que mantenía una relación amorosa confusa, para atender las necesidades de los más inocentes.

Por la misteriosa alquimia de la renuncia, comprueba que su capacidad de amar y su fortaleza, lejos de reducirse, se multiplica. La renuncia no se entiende como una anulación o extinción del deseo personal, sino como un desprendimiento de pretensiones, ansias y deseos parciales para dar paso a un deseo mayor. Todo el recorrido previo permite a Etty encontrar una razón suficiente y una fuerza inaudita para la renuncia crucial de su propia historia. Aquí acepta la misión sin reservas:

«Cada minuto me desprendo de más deseos y anhelos y de mis ataduras a los demás, estoy preparada para todo, para cualquier lugar en tierra donde Dios me envíe y estoy preparada para cualquier situación y declararé hasta la muerte que esta vida es bella y está llena de sentido y que no es culpa de Dios que sea como está ahora, sino nuestra» (Obras Completas, 7 de julio de 1942, 842).

Bajo esta convicción Etty abandona voluntariamente el trabajo administrativo en el Consejo Judío para colaborar en calidad de trabajadora social en el campo de concentración de Westerbork, donde asiste a los miles de personas que cada semana suben a los trenes que conducen al holocausto. Etty no se entrega a los demás de forma abstracta o majestuosa, lo hace de forma concreta y sencilla, incluso estando enferma. Atiende a gente que le suplica su ayuda para permanecer en el campo y no ser deportada, prepara biberones y otros alimentos para los bebés, etc. Se produce en ella una aceptación radical. Describe el horror del que es víctima y testigo «todo aquí es de una locura y de una tristeza indescriptibles y grotescas» (Hillesum 2016, 155) y al mismo tiempo expresa que está bien:

«Sigo estudiando ruso una hora al día, y leo los Salmos y hablo con mujeres de cien años de edad que insisten en contarme sus vidas. Vivo aquí como vivía con vosotros en Ámsterdam, en comunidad, pero ensimismada… lo que está muy bien, dado que de todas formas se vive en, dentro y entre otros» (Hillesum 2016, 155).

Etty es ahora verdaderamente libre. Vive bajo la máxima expresión del amor. En sus propias palabras, «dentro y entre otros», describe el cambio que experimenta. Ya no se refiere solo al progreso de ciertas virtudes o capacidades, sino a que Dios entra en ella y, en consecuencia, ella entra en los demás.

El 7 de septiembre de 1943, la familia Hillesum es deportada al campo de concentración de Auschwitz. Salen todos los miembros de la familia en un vagón con 987 personas en total, incluidos 170 niños. Solo ocho personas sobreviven a este viaje. Aquel día, Etty no renuncia al penúltimo esfuerzo. Testigo de un amor inextinguible, durante el viaje a Auschwitz, Etty lanzó desde el tren una postal dirigida a Christine van Nooten y a sus amigos que vivían en Ámsterdam y empezaba así: «Christine, abro la Biblia al azar y encuentro esto: El Señor es mi cámara alta»

  • Fuentes:

Álvarez-Segura, M. y otras. Etty Hillesum: Una mujer confinada en Dios. Monte Carmelo.

Smelik, K. (Ed.). (2020). Etty Hillesum. Obras Completas (1941-1943). Monte Carmelo.

Hillesum, Etty (2016). El corazón pensante de los barracones. Cartas. Anthropos Editorial.