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Alfred Tennyson, Julio Cortázar, James Joyce y Rudyard Kipling

Cinco poemas clásicos de Año Nuevo para leer en Nochevieja (y más allá)

La llegada de un nuevo tiempo marca una frontera vital y lírica que ha sido fuente de inspiración para numerosos escritores

Rudyard Kipling fue un escritor de niños y mayores. El inventor de Rikki Rikki Tavi, la mangosta valiente; el hombre que contó de dónde provienen los pliegues en la piel de los rinocerontes; el Nobel más joven de la historia y el glorioso autor de El Libro de la Selva, de Capitanes intrépidos, de Kim o de El hombre que pudo reinar. Le llamaron «el poeta del imperio» (británico), a pesar de que siempre rechazó el título de Caballero de la Orden (Sir).

'Propósitos de año nuevo' de Rudyard kipling

  • 1.
    He decidido que durante todo el año
    aparcaré mis vicios en el estante.
    Seguiré un camino más piadoso y sobrio
    y amaré a mis vecinos como a mí mismo,
    excepto los dos o tres de siempre
    a los que detesto tanto como ellos me odian.

    2.
    He decidido que jugar a los naipes es malo,
    sobre todo con cartas como las que me suelen tocar.
    Puede desplumar una cuenta bancaria sana,
    así que renuncio a estos placeres terrenales
    excepto —y aquí no veo pecado alguno—
    cuando otros reclamen ‘mi presencia’.

    3.
    He decidido que votos como estos, aunque
    formulados con ligereza, son difíciles de mantener.
    Por tanto los acometeré poco a poco,
    no sea que mis recaídas acaben por hundirme.
    Un voto al año me sacará del paso
    y comenzaré con el Número Dos.

Julio Cortázar se fue a vivir a París cuando tenía 37 años para cumplir el sueño de ser escritor. Bestiario se llamaba el libro de cuentos que llevó como único equipaje. Rayuela fue la salida del túnel de aquellos cuentos y de aquella vida por la que pasaron muchos más, como Las armas secretas o Historias de cronopios y de famas. Al final estaba ese juego de cuentos escondido en la maleza donde se mueven Horacio y La Maga de un lado a otro en un «idioma» propio, en una forma de narrar perfectamente propia.

'Happy new year' de julio cortázar

  • Mira, no pido mucho,
    solamente tu mano, tenerla
    como un sapito que duerme así contento.
    Necesito esa puerta que me dabas
    para entrar a tu mundo, ese trocito
    de azúcar verde, de redondo alegre.
    ¿No me prestas tu mano en esta noche
    de fin de año de lechuzas roncas?
    No puedes, por razones técnicas.
    Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
    el durazno sedoso de la palma
    y el dorso, ese país de azules árboles.
    Así la tomo y la sostengo,
    como si de ello dependiera
    muchísimo del mundo,
    la sucesión de las cuatro estaciones,
    el canto de los gallos, el amor de los hombres.

Sylvia Plath, la poeta eternamente deprimida fue antes una niña brillante, frágil desde la muerte impactante de su padre a una edad temprana. Su marido adúltero, Ted Hughes, fue el martillo con el que ese jarrón delicado fue golpeado repetidamente. «Víctima» del electroshock se intentó suicidar repetidas veces antes de la definitiva y se confesó en verso y también en novela. Solo tenía 30 años cuando cerró la cocina de su casa y encendió el gas para desaparecer.

'año nuevo en dartmoor' de Sylvia Plath

  • En esto consiste la novedad: cada pequeño y ordinario
    obstáculo envuelto en cristal, extraño,
    centelleando y tintineando con falsete de santo. Pero tú
    no sabes cómo interpretar este repentino terreno resbaladizo,
    esta pendiente ciega, blanca, espantosa, inaccesible.
    No hay manera de aprehenderlo con las palabras que conoces.
    De levantarse ni en elefante, ni sobre ruedas, ni a pie.
    Sólo hemos venido a mirar. Tú eres aún muy nueva
    como para querer el mundo en un sombrero de cristal.

El «poeta laureado» Alfred Tennyson que sustituyó a Wordsworth le escribió a su amigo muerto, Arthur Hallam, In memoriam, su obra maestra. Suya es la estatua en el Trinity College de Cambridge. La sombra o la representación inmortal en la tierra del hombre imponente que alcanzó las cotas más elevadas excavando los lugares recónditos del alma humana.

la muerte del año viejo (extracto) de alfred tennyson

  • (...) Estaba lleno de chistes y bromas.
    Aunque toda su alegría juguetona se acabó.
    Para verlo morir a través de las sobras.
    Su hijo y heredero corre a toda prisa,
    Pero él estará muerto antes.
    Cada uno por su cuenta.
    La noche es constelada y fría, mi amigo,
    Y el año nuevo alegre y audaz, amigo mío,
    Viene a tomar lo suyo.

    ¡Qué duro respira! sobre la nieve
    Oí justo ahora el gallo cantando.
    Las sombras parpadean de aquí para allá:
    El grillo chirría: la luz se va extinguiendo.
    Son casi las doce en punto.
    Dar la mano, antes de morir.
    Año viejo, nos apenamos mucho por ti:
    ¿Qué es lo que podemos hacer por ti?
    Habla antes de morir.

    Su rostro está cada vez más afilado y delgado.
    ¡Una pérdida! nuestro amigo se fue,
    Ciérrale los ojos, átale el mentón,
    Aléjate del cadáver y déjalo entrar.
    Está parado ahí, solo.
    y aguardando la puerta.
    Hay un nuevo pie en el piso, mi amigo,
    Y una nueva cara en la puerta, mi amigo,
    Una nueva cara en la puerta.

La poesía del autor gigante de Ulises es un pequeño apartado íntimo de su producción. No se sabe tanto de James Joyce que era un tenor notable. Su padre fue cantante y su hijo Giorgio también. Él mismo ganó un premio prestigioso en Irlanda. Cuando se preparaba para ser profesional, escribió los poemas Música de cámara, al que pertenecen los siguientes versos. Llegó a cantar con éxito en Zúrich y le ofrecieron un contrato que rechazó porque ya había empezado a escribir los pasos de Leopold Bloom por Dublín. De sus versos precisamente Ezra Pound, y el propio autor, destacaban la musicalidad de su lectura.

Ahora, ay ahora, por esta tierra parda... de james joyce

  • Ahora, ay ahora, por esta tierra parda...
    Ahora, ay ahora, por esta tierra parda
    Donde el amor compuso música tan melodiosa
    Los dos deambularemos cogidos de la mano,
    Tolerantes en honor de una antigua amistad
    Sin afligirnos porque nuestro amor fuera alegre
    Y ahora tenga así que terminar.

    Un pícaro ataviado de rojo y amarillo
    Golpea y golpea un árbol
    Y en derredor de nuestra soledad
    La brisa silba con jovialidad.
    Las hojas... no suspiran lo más mínimo
    Cuando el año las arrebata en otoño.

    ¡Ahora, ay ahora ya no escucharemos más
    Ni el villancico ni el rondó!
    No obstante nos besaremos, mi amor,
    Antes del triste adiós al declinar el día.
    No te aflijas, corazón, por nada...
    El año, el año ya se acaba.