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Alberto G. Ibáñez en la presentación del libro 'El Sacro Imperio Romano Hispánico'El Debate

'Hispanoterapia' como actitud: conocer nuestro legado compartido y reivindicar su lugar en la historia mundial

En este mundo cada vez más interconectado y amenazado por ideologías globalistas anónimas, es importante conocer y apreciar nuestra herencia común, que podría abrir un futuro de una mayor unidad natural y de prosperidad

Recientemente, la asociación de Alumni CEU en Bruselas organizó en colaboración con El Debate y con la Asociación Héroes de Cavite, la presentación del nuevo libro de Alberto Gil Ibáñez El sacro Imperio Romano Hispánico. Una mirada a nuestro pasado común para una nueva Hispanidad de Almuzara libros. La presentación tuvo lugar en la sede de Bruselas del Instituto Cervantes, donde los asistentes pudieron conocer al autor y entablar con él un coloquio posterior. Una pica en Flandes.

En este mundo que comienza a parecerse a una suerte de aeropuerto internacional, donde las identidades culturales se entrelazan y hacen historia, surge esta obra que busca desentrañar las complejidades de la historia y la geopolítica hispana. El libro nos sumerge en la esencia de una guerra cultural nigrolegendaria que ha definido al mundo hispano por siglos, ofreciendo datos provocadores que buscan redefinir paradigmas arraigados.

Ni alemán, ni sacro, ni romano

En el corazón de esta obra yace una tesis audaz: el Imperio que sucedió al romano no fue el germánico, como se suele creer, sino el Sacro Imperio Romano Hispánico (SIRH). ¿Por qué llamar Sacro imperio romano germánico a un imperio que ni fue alemán, ni fue sacro, ni fue romano? No fue alemán: Nuestro emperador Carlos I de España y V de Alemania, reinó sobre el Sacro Imperio Romano Germánico (aunque en ese momento Alemania aún no existiera como entidad unificada), y gobernó sobre las Américas como Carlos legadas por sus abuelos los Reyes Católicos, monarcas de España, que ya existía al unirse la corona de Castilla con la de Aragón y recuperar mediante la Reconquista el territorio ibérico. No fue tan sacro, pues se consolidó rompiendo con la Iglesia a partir de Lutero; no fue romano, por la falta de uso del latín.

A diferencia de otros líderes europeos, Carlos V mantuvo una visión de Europa unida y defendió la religión de Roma

Con esta premisa, Ibáñez invita a reflexionar sobre la identidad hispana y su papel en la historia mundial, subrayando la importancia de reconectar con nuestras raíces comunes, mediante la reivindicación del legado hispánico en la construcción de Europa y el mundo.

A diferencia de otros líderes europeos, Carlos V mantuvo una visión de Europa unida y defendió la religión de Roma, por ello destaca la importancia de Hispania en la comunicación de la fe dentro y fuera del contexto continental. Mientras que otras potencias europeas priorizaban sus intereses nacionales sobre los religiosos, España mantuvo una lealtad firme a Roma, a menudo en detrimento de sus propios intereses. La obra expone cómo España, a pesar de sus contribuciones al catolicismo (o quizá a causa de ellas) y a la civilización occidental, ha sido objeto de una «leyenda negra» que distorsiona su legado.

Las aportaciones del Imperio español

Otro elemento destacable del libro es la recuperación de la Hispanidad. Más de veinte países comparten la misma lengua y coordenadas culturales, pero la falta de conciencia sobre esta unidad ha alimentado divisiones y enfrentamientos. Alberto Gil Ibañez recupera como nadie la relevancia del SIRH como crisol de culturas, incluyendo a indígenas, españoles, criollos, negros, mestizos y mulatos.

El libro señala y data las contribuciones del Imperio español al mundo en el ámbito jurídico (con las «Leyes de Indias» que establecieron normas sociales sin precedentes), en el ámbito social y de infraestructuras (con la construcción de casi mil hospitales, obras hidráulicas y caminos reales); en el del pensamiento, a través de la filosofía salmantina (que sentó las bases morales, intelectuales y económicas del Imperio), con autores americanos que enseñaron en universidades en España, América y Filipinas.

El español, con su vasta difusión, expandió el latín. El arte y la cultura florecieron en escuelas como la quiteña y la cuzqueña. En términos económicos, la industria se fortaleció y las relaciones comerciales se ampliaron, dando lugar a la primera globalización económica y consolidando al virreinato de la Nueva España como centro comercial mundial. La obra pone de relieve que España llevó consigo la tradición civilizatoria europea al Nuevo Mundo, configurando sociedades prósperas y pacíficas. Ibáñez argumenta que este imperio fue una operación civilizatoria pionera en la historia, merecedora de reconocimiento y estudio.

En este mundo cada vez más interconectado y amenazado por ideologías globalistas anónimas, es importante conocer y apreciar nuestra herencia común, que podría abrir un futuro de una mayor unidad natural y de prosperidad. Con este libro, Alberto G. Ibáñez nos desafía a mirar más allá de las narrativas convencionales y a redescubrir la grandeza del mundo hispano, instando a los hispanohablantes a abrazar una «hispanoterapia» ilustrada como actitud y como argumento: conociendo nuestro legado compartido y reivindicando su lugar en la historia mundial. Es hora de superar los complejos y reconocer el verdadero alcance del Imperio español, ayer y hoy, yendo siempre más allá. Plus ultra, siempre.