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La creación de Adán por Michelangelo Buonarroti

Se cumplen 30 años de la restauración de la Capilla Sixtina

Los trabajos para limpiar los techos duraron trece años y el equipo se encargó de desalojar el hollín y otras substancias de los frescos

El buque insignia de Michelangelo di Lodovico Buonarroti está de celebración, se cumplen treinta años de la finalización de los trabajos de restauración de la Capilla Sixtina del Vaticano. El Juicio Final, última obra restaurada, vio brillar su esplendor de nuevo en 1994.

¡Arigatō Nihon! ¡Gracias, Japón!

¿Qué relaciona a Japón con la Capilla Sixtina? La televisión. La televisión y el dinero. La costosa reparación de los frescos miguelianos, salió adelante gracias a la aparición de un mecenas inesperado: Nippon Television Network Corporation, una de las cadenas privadas más importantes del país del sol naciente.

4 millones de dólares fue la cifra que se marcó en el acuerdo rubricado en Tokio durante la visita de Juan Pablo II al país. Nadie, o casi nadie, hacia las cosas de manera altruista. ¿Qué se llevaba la corporación a cambio? La exclusividad. La exclusividad de todas las imágenes de la restauración, fase por fase. Además, durante los siguientes tres años, nadie podría tomar fotos de su interior. Más de tres años han pasado, ya van treinta, y la prohibición sigue ahí. El Vaticano, por seguridad de los frescos, mantiene dicha norma.

Por encargo del Papa Julio II, Miguel Ángel «gastó» nueve años de su vida en pintar los techos, aunque más bien, fue una inversión. El equipo de restauración empleó alrededor de trece. La suciedad, el humo y el polvo «atentaban» contra la calidad, la técnica y la perfección del artista italiano. Pese a la devolución del color original a los frescos, la polémica surgió debido a un exceso de brillo. No todo fueron malas noticias, ya que durante esos trabajos se pudieron descubrir y estudiar nuevas técnicas sobre la forma de pintar del artista. Por ejemplo, Buonarroti utilizaba directamente el pincel para trazar el contorno de las figuras en negro, para colorearlas después.

Juan Pablo II fue el encargado de descubrir al mundo, junto con la televisión japonesa, los resultados del trabajo de restauración. Ahora, y 30 años después, la Capilla Sixtina continúa brillando, como así lo hace el legado de Miguel Ángel.