La ininteligible jerga de Begoña Gómez y su abuso de los anglicismos
El «lenguaje» profesional y público de la mujer del presidente es un buen ejemplo del abuso de términos en inglés y de la inanidad que ocultan con su velo
En un vídeo de dos minutos de duración, Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como directora de la Cátedra de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense de Madrid, presentó hace un año la tercera edición del Máster en Transformación Social Competitiva, también llamado «dirección de Fundraising». El vídeo se hizo «viral» por su inanidad latente. Gómez no dijo absolutamente nada. Parecía Antonio Ozores en el Un, dos, tres, pero sin gracia.
«Impacto real» y «greenwashing»
En dicho Máster se aprende, según la mujer del presidente, a «diseñar y gestionar una estrategia de impacto social y medioambiental integrada en la estrategia de negocio de forma eficiente y eficaz. Un máster donde practicamos la generación de impacto real, el impacto que trasciende a la propia organización. Hablamos de una transformación activa en el territorio donde se actúa, haciendo a la empresa más competitiva. No hablamos de 'greenwashing'...».
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No se reproducen las palabras completas porque basta esta pequeña introducción para descubrir la inanidad de las mismas. La nada más absoluta que además suele enmascarar, en el caso de Begoña Gómez, el empleo de terminología inglesa, como «greenwashing», de un modo tan desaforado que el ridículo queda al descubierto. Con «expertise», que significa «habilidad o conocimiento especial», tiene Gómez una obsesión especial.
«Expertise» y experticia
Dicen las malas (o las buenas) lenguas que no hay frase de Begoña que se resista a la pronunciación de «expertise» en cualquier momento. Término con el que la Fundéu, por ejemplo, se eriza: «...el español ofrece términos alternativos, como experiencia (‘práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo’) o pericia (‘sabiduría, práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte’) (...) El Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española recoge además el término experticia, de uso en varios países de América, como 'cualidad de una persona o de una empresa en la que se unen la experiencia y la pericia en un campo'».
Una impresión que a Gómez no le afecta, sino más bien parece que la espolea. Su jerga anglicista, cuentan quienes la conocen, que se dispara a la menor oportunidad, o incluso sin ella. Una querencia que contrasta con su aparente falta de dominio de la lengua de la que proceden. Un caso singular y representativo, pero no único. Una especie de colmo, en el (en este caso «la») anglicista que no domina el inglés. Siempre se puede ser algo más que ridículo utilizando vocablos de un idioma que no controla, para sustituir las palabras del que sí conoce.
«End to end»
Hasta mencionándolas y luego mencionando también su traducción. Por ejemplo, cuando dijo en uno de sus discursos vacíos con auditorios llenos por obra y gracia de su marido, que «las grandes empresas necesitan que les facilitemos ese proceso que es un 'end to end', de principio a fin, de cómo se consigue ese propósito...». Otras veces no se refiere a la traducción, simplemente pronuncia la palabra, como «fundraising», que se define como la captación de recursos que realizan las entidades sin ánimo de lucro para poder sacar adelante sus proyectos.
Es el galimatías que oculta los quehaceres de Begoña Gómez, incluso más allá de la realidad de su trabajo inexplicado e inexplicable, por ejemplo en las turbias relaciones con la trama del caso Koldo. Gómez decía de sus proyectos que había que combinar la «multicanalidad con la segmentación», que es más difícil que combinar la jerapellina, el «vestido viejo y andrajoso», con la garambaina, «adorno de mal gusto y superfluo en los vestidos u otras cosas», según el DRAE. Es posible que Begoña Gómez (y casi cualquiera) no sepa que es jerapellina, pero en cambio se inventa «multicanalidad» como para compensar la ignorancia.
Sin sintaxis y con anglicismos
Gómez inventa una realidad delirante para justificarse a pesar del ridículo. Intenta profundizar machaconamente con sus teorías, igual que el líder de una secta, para convencer de su nada a los incautos o a los sectarios. Una realidad que empieza en el lenguaje mayormente ejercitado en las ponencias impuestas por su marido: «...cuando dejamos correr lo que ocurre a nuestro alrededor lo único que ocurre es que se acelera, y por lo tanto tenemos que tomar una actuación en la que, bueno, podríamos pensar en el cambio climático, en lo que está ocurriendo con el calentamiento de las temperaturas...».
Un «calentamiento de las temperaturas» expresado con una dialéctica vacua, repetitiva e inconexa y en la ausencia completa de sintaxis, como los anglicismos como muletillas reveladoras, que conforman la representación del cero envuelto en papel de ridículo y atrevido «neoacademicismo».