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Crónica deAndrés AmorósSevilla

Esa bendita locura del toreo

Después de sufrir un percance, Manuel Escribano sale de la enfermería, cojeando, y corta dos orejas a un serio Victorino

Manuel Escribano sufrió una cogida en el primer toro y lidió el segundo en vaquerosEFE

Por mucho que intentemos racionalizarlo, el toreo tiene mucho de emoción, se basa en la inteligencia pero también en el valor heroico, el gesto de sobreponerse a cualquier riesgo. Lo que hemos vivido esta tarde en la Maestranza ha sido un torbellino de emociones, que ha convertido los tendidos, en algunos momentos, en un verdadero manicomio. Quizá la televisión, tan buena para el análisis, no logre transmitir tantas emociones. Los que han tenido la suerte de presenciar este festejo saben que han visto algo único, intentarán reflejarlo y fracasarán, igual que me va a suceder a mí en esta crónica: había que estar allí para vivirlo.

Los «detalles exactos» que pedía Stendhal son éstos: Manuel Escribano, herido en su primero, sale de la enfermería, cojeando visiblemente, para lidiar al último y le corta las orejas. Borja Jiménez obtiene un trofeo después de una gran faena; si hubiera matado bien, hubieran sido dos. Roca Rey no consigue conectar con el público, que divide sus opiniones. Los toros de Victorino, serios, encastados, dan un juego variado.

Con la Plaza de los toros abarrotada, en un ambiente inmejorable, abre el festejo Manuel Escribano yéndose a porta gayola, como suele hacer. El toro sale distraído, logra esquivarlo, encadena ceñidas verónicas pero, al tercer lance, surge la cogida: visiblemente maltrecho, pasa a la enfermería.

Imagen del percance sufrido por Manuel EscribanoEFE

Imagen del percance sufrido por Manuel EscribanoEFE

Secuencia de la cogida sufrida por Manuel Escribano en la Maestranza de SevillaEFE

La corrida parece quedarse en un mano a mano de Borja Jiménez y Andrés Roca Rey. Brinda Borja el primero dejando la montera cerca de la puerta de la enfermería, en homenaje al compañero herido. Utiliza su bien aprendida técnica, la misma que cautivó al público madrileño: dar el pecho, no citar de perfil; cruzarse al pitón contrario; cargar la suerte; correr la mano con suavidad. De este modo, logra una faena de mérito, uniendo valor y cabeza. Mata con decisión pero desprendido: la petición de oreja resulta insuficiente; por lo menos, debió dar la vuelta al ruedo.

El tercero se llama «Baratero», como el que consagró a Andrés Vázquez, en Las Ventas; después de flaquear un poco, embiste con clase. Borja logra naturales clásicos de categoría («los mejores, por ahora, de la Feria», me dice un amigo). La gente se le entrega. Va peor el toro por la derecha: la gallarda pelea levanta un clamor. Sabe dar la justa medida a la faena. Tenía ya las orejas en el bolsillo pero la espada –su punto flaco, sin duda– queda tendida y el toro se resiste a caer, en una hermosa estampa, justamente aplaudida: todo queda en un trofeo.

Andrés Roca Rey, con la espada ante su primer toro de la tardeEFE

El quinto, bien picado por Tito Sandoval, pega cabezazos, desarma por dos veces al diestro. Borja se la juega con valor y con cabeza: tragando mucho y aprovechando la querencia a tablas de la res, le saca algunos muletazos lucidos pero la espada vuelve a caer trasera y tendida. Deja una excelente impresión, salvo con la espada: hay que entrenar más con el carretón.

Merece elogios Roca Rey por el gesto de anunciarse en Sevilla con los Victorinos pero el resultado no ha sido brillante. El segundo, aplaudido de salida, engallado, va largo y humilla. Andrés muestra su oficio pero le afean la colocación, que muletea fuera de cacho. Todo queda en una fuerte división de opiniones.

Borja Jiménez da un pase de pecho a su primer toroEFE

Brinda el cuarto a José Antonio Campuzano, que fue su mentor. Después de flaquear un poco, el toro resulta manejable. Los aceptables muletazos de Roca Rey no logran eco unánime en el público. Quizá está pagando el veto a Daniel Luque: en el toreo, como en la vida, los errores suelen pagarse. Quizá está acostumbrado a torear otro tipo de reses. El hecho es que, sin recurrir a sus habituales alardes, no ha convencido a este público. Mata caído.

Antes de que salga el sexto toro, aparece por el callejón Manuel Escribano, sin chaquetilla y con un pantalón vaquero (como antes era más frecuente). Evidentemente, está herido, acusa su lesión. Contra todas las leyes de la razón y del sentido común, se va de nuevo a porta gayola: la Plaza se ha convertido en un manicomio, resuenan los gritos de «¡Torero!», con los que el pueblo español aclama siempre a sus héroes. Y algo más, verdaderamente excepcional, que sólo en esta Plaza puede darse: arranca la magnífica Banda con un pasodoble. Lo extraordinario es que el toro se da la vuelta varias veces, antes de salir al ruedo, y la Banda, para no romper la incertidumbre del momento, se mantiene en sordina, con una finura bellísima, hasta que sale el toro, Manuel logra darle la larga cambiada y la música estalla, triunfalmente. Pocas veces, en mi larga vida de aficionado, he vivido algo tan impresionante.

Manuel Escribano repitió porta gayola con su segundo toroEFE

Manuel Escribano, en la suerte de banderillas, con vaqueros y sin chaquetillaEFE

Pero las emociones continúan. Escribano sigue saltándose todas las normas de la lógica: toma las banderillas y logra colocarlas con brillantez, en el centro del ruedo, aunque sale cojeando, con enorme riesgo. La Maestranza es ya ese manicomio de Pino Montano en el que se inspiró Ignacio Sánchez Mejías para su drama freudiano «Sinrazón». Aunque el toro derrota por alto, busca, es incierto, Escribano no se arredra, acaba sacándole derechazos limpios y mata de estocada trasera. Ninguno de los miles de espectadores que han estado en la Plaza de los Toros sevillana discutirá la justicia de concederle las dos orejas, antes de volver a ponerse en manos de los cirujanos.

«¡Qué locura!», exclama un vecino, haciéndose portavoz de lo que todos hemos sentido. Me permito apostillar: «Sí, ¡bendita locura!». Esa es la belleza única del arte del toreo.

Parte facultativo de Manuel Escribano

Herida por asta de toro cara interna, tercio inferior del muslo derecho de 10 cm que afecta a tejido celular subcutáneo, sin compromiso vascular. Se realiza sutura bajo anestesia local. Buen pulso periférico en MID. Contusión costal derecha, sin evidencia de fractura. Se comprueba buena ventilación en ambos campos pulmonares y auscultación torácica normal. Pronóstico: Menos Grave, continúa la lidia. Sevilla, sábado, 13 de abril de 2024. Cirujano: Dr. Octavio Mulet Zayas.

FICHA

  • SEVILLA, sábado 13 de abril. «No hay billetes». Toros de Victorino Martín: serios, encastados, de juego variado.
  • MANUEL ESCRIBANO, de negro y oro, cogido en el primero, pasa a la enfermería. En el sexto, estocada trasera (dos orejas).
  • BORJA JIMÉNEZ, de malva y oro, en el primero, estocada desprendida (petición y saludos). En el tercero, estocada corta tendida (oreja). En el quinto, estocada trasera y tendida (palmas).
  • ROCA REY, de caldera y plata, en el segundo, estocada atravesada (silencio). En el cuarto, palmas con división de opiniones.