El extraordinario espectáculo de Diego Ventura
Corta dos orejas y sólo el fallo con el rejón de muerte le impide abrir la Puerta del Príncipe
No recuerdo ninguna preferia taurina sevillana, antes de que se encendieran las luces de la Feria «de farolillos», en la que hayan sucedido tantas cosas memorables: la extraordinaria corrida de Santiago Domecq; la gran faena de David de Miranda; los buenos toros del Parralejo; las Puertas del Príncipe que han abierto Miguel Ángel Perera, con su firmeza, y Daniel Luque, con su apabullante capacidad; el heroísmo de Manuel Escribano, herido, yendo a colocarse de nuevo a porta gayola… Los lunares están también muy claros: la falta de casta de los toros de García Jiménez y de Juan Pedro Domecq. Es indiscutible que la Empresa ha hecho las cosas bien pero también ha ayudado la fortuna. O los ataques de Urtasun, vaya usted a saber…
La tarde de los Victorinos ha pasado ya a la historia, con su carrusel de emociones, como una de esas películas de Chaplin o de Billy Wilder que nos hacen saltar las lágrimas. Después de todo ello, quizá no venga mal, antes de la semana «de farolillos», el receso de la corrida de rejones, trasladada últimamente a la tarde del domingo. Aunque, con ese huracán llamado Diego Ventura, no hay receso que valga…
En Sevilla hay una afición especial y un conocimiento mayor de lo habitual del arte del rejoneo por una razón sencillísima: una buena parte de los aficionados que acuden a esta corrida son o han sido jinetes, conocen la belleza y la dificultad de montar a caballo. En los tendidos de la Maestranza es fácil ver a los Domecq, los Peralta, los Bohórquez…
También acuden aquí muchos aficionados de Portugal, que se adelantó en este arte a España: ya en 1790, la época de Goya, el marqués de Marialva sentó las bases del arte del rejoneo. A comienzos del siglo XX, dos grandes «cavaleiros» portugueses, Simao da Veiga y José Branco Nuncio, rivalizaron con la gran figura española, el cordobés Antonio Cañero.
Este año, el cartel del festejo de rejones es atractivo. Las reses del Capea dan buen juego, en general, aunque alguno se apaga; ovacionan fuerte al quinto. Sólo un fallo con el rejón de muerte impide a Diego Ventura abrir una vez más la Puerta del Príncipe pero corta dos orejas, después de una faena clamorosa. Guillermo Hermoso de Mendoza se queda en dos peticiones de oreja.
Abre cartel Sergio Galán, con su estilo de sobrio clasicismo. Sus dos toros embisten con ritmo y temple. En el primero, clava desigual. El rejón de muerte queda contrario y falla con el descabello. En el cuarto, lo deja llegar cerca con «Capote» y clava más reunido. Mata a la segunda, después de un feo pinchazo.
El hispano-portugués Diego Ventura, un incansable trabajador, ha sabido evolucionar desde la búsqueda de la espectacularidad a una depurada maestría; entre otras cosas, es el caballero que más veces ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas, donde también logró el hito histórico de cortar un rabo. Muchos aficionados hemos lamentado no haber podido ver su rivalidad con Pablo Hermoso de Mendoza, que no la aceptó. Ahora mismo, Diego busca sacar al rejoneo de su posible rutina con nuevos retos en los encastes de los toros que lidia y en las suertes que realiza.
El segundo toro sale fuerte, alegre. Con «Fabuloso», Ventura lo lleva magistralmente, galopando a dos pistas. Provoca las embestidas y clava muy en corto con «Nivaldo». Con «Guadiana», se luce en el par a dos manos, las rosas y el teléfono. Ha estado impecable salvo a la hora de matar: lo logra a la tercera y eso le impide cortar trofeo.
El quinto sale suelto pero Diego lo fija magistralmente, toreando con la cola del caballo. Con «Nómada», lo lleva prendido, hace piruetas en la cara del toro y da «muletazos» con el caballo, que provocan un clamor. Saca a una de sus estrellas, «Lío», y, como suele, lo arma: galopa hacia el toro, frena en seco en la cara, quiebra y sale con torería; cuando el toro se para, provoca la arrancada, muy en corto. Con «Bronce», se pega lo que, en el toreo a pie, llamaríamos un arrimón. Tira el cabezal y logra un gran par a dos manos, que pone al público en pie. Acierta esta vez con el rejón de muerte y se adorna, de rodillas, en la cara del toro hasta que éste rueda espectacularmente: las dos orejas son el premio lógico y justo.
El joven y entusiasta Guillermo Hermoso de Mendoza, digno heredero de Pablo, su padre, con sólo 23 años ha abierto ya tres veces la Puerta del Príncipe. En el tercero, luce su buena escuela con «Berlín», uno de los caballos de su padre. Con «Esencial», clava a dos manos, en tablas. Un metisaca enfría al público y todo queda en petición.
En el sexto, vuelve a mostrarse muy animoso y buen jinete. Se luce en las hermosinas, la suerte creada por su padre. De nuevo, calienta al público con al par a dos manos, en tablas. Entrando desde lejos, acierta con el rejón de muerte pero el toro se amorcilla, ha de descabellar y vuelve a quedarse en petición.
Ha estado bien Guillermo Hermoso, tiene un futuro evidente, pero, ahora mismo, competir con Diego Ventura es prácticamente imposible: es el número uno y lo ha vuelto a demostrar.
Salgo de la Maestranza repitiendo los versos de don Ángel Peralta, el inolvidable maestro y amigo: «Caminando, caminando, / por el ruedo de la vida, / llevo la rienda prendida / en la cintura del mando».
FICHA
- SEVILLA. Domingo 14 de abril. Corrida de rejones. Entrada. Toros de El Capea-San Pelayo, nobles y de buen juego, alguno se apaga, muy aplaudido el quinto.
- SERGIO GALÁN, rejón contrario y tres descabellos (saludos). En el cuarto, pinchazo y rejón (saludos).
- DIEGO VENTURA, dos pinchazos y rejón (saludos). En el quinto, rejón (dos orejas. Sale a hombros).
- GUILLERMO HERMOSO DE MENDOZA, metisaca (petición y saludos). En el sexto, rejón y descabello (petición y saludos).