Fundado en 1910
Crónica deAndrés AmorósSevilla

La hazaña de lidiar Miuras

Esaú Fernández corta una oreja, El Fandi y Escribano se muestran como grandes profesionales, con toros muy encastados

Esaú Fernández, con ese primer Miura al que le ha cortado una orejaEFE

Desde hace algunos años, cierra la Feria de Abril un plato fuerte torista, los Miura. (Antes, en el llamado «lunes de resaca», se lidiaban los Pedrajas de María Luisa Domínguez Pérez de Vargas, que protagonizaron memorables tercios de varas, con espectacular bravura).

Los toros de Miura poseen una acusada singularidad, son inconfundibles ya por su tipo: altos, variados de capa, abiertos de pitones, muy largos («como un tranvía» o «como un día sin pan», se decía), zancudos, con un cuello (gaita) muy largo, aparentemente flacos, aunque superen los 600 kilos. También son inconfundibles por su carácter: son muy listos, se enteran, aprenden muy pronto. Me lo decía don Eduardo Miura padre: «El toro nuestro no es que sea más difícil, es que es diferente, mantiene una personalidad propia».

Históricamente, son la única divisa que no se ha cruzado con ninguna y que permanece en manos de la misma familia desde hace cerca de 180 años. Decía mi amigo Antonio Burgos que son un modelo, en este país nuestro, donde tantas tradiciones valiosas se dejan caer.

Los Miuras poseen una leyenda trágica, desde El Espartero a Manolete. Pero no son ilidiables: todos los años los toreaba en Sevilla Pepe Luis Vázquez, íntimo amigo de don Eduardo Miura, que no era un gladiador. Y don Eduardo me contaba con orgullo la larga lista de toreros que habían triunfado con Miuras: Diego Puerta, Bernadó, Limeño, Ruiz Miguel, Manili, Manolo Cortés, José Antonio Campuzano… Espartaco considera uno de sus mayores timbres de gloria haber matado seis Miuras en Sevilla. Últimamente, me convenció de su capacidad lidiadora Daniel Luque cuando le vi cortar cuatro orejas a estos toros.

Abre cartel El Fandi, es la primera vez que se anuncia con dos Miuras. (Sí mató uno y logró triunfar una vez, en Granada). El año próximo celebrará sus 25 temporadas como matador: una trayectoria que merece respeto. Es un espectacular banderillero y un gran profesional, que viene algo mermado, después de una lesión.

El Fandi, con las banderillas ante el cuarto toro de la tardeEFE

Pase de pecho de El Fandi a ese mismo astadoEFE

Acude a porta gayola en el primero y enlaza con vistosos lances; alguno, rodilla en tierra. Ofrece los palos a Escribano (lo harán en sus cuatro enemigos). El toro acude pronto al caballo, de largo y empuja: buen tercio de varas. También embiste con alegría a la muleta, va bien pero con la cara a media altura; es menos claro por la izquierda. El Fandi solventa los problemas con oficio. Entrando de lejos, deja media estocada atravesada.

También va a porta gayola en el cuarto, que se le para: David hace lo que debe, levantarse y lidiar. Sigue compartiendo banderillas con Escribano. En el último par, clava El Fandi al violín y para al toro, poniéndole la mano en el testuz: eso, con un Miura, tiene tela… Brinda al público. El toro vuelve rápido: le busca las vueltas, le roba muletazos, se libra varias veces por oficio y facultades. Mata bien: creo que merece la oreja pero el Presidente no la concede, da la vuelta al ruedo. La decepción, después del esfuerzo que ha hecho, se compensa por el afecto que recibe del público sevillano.

Manuel Escribano ofreció la cara más heroica de la Feria el pasado sábado , al sufrir un percance, salir cojeando de la enfermería y cortarle las orejas a un Victorino. A pesar de no encontrarse en plenitud de facultades, estaba yo seguro de que no dejaría de torear esta tarde; y, además, de que volvería a irse a porta gayola, como acostumbra. Tiene el orgullo de haber indultado a un Miura, «Tahonero», en Utrera, en 2019.

Manuel Escribano (que resultó herido una corrida anterior de esta feria) se atrevió con verónicas mirando al tendidoEFE

Manuel Escribano, ante su segundo toro, un Miura imponenteEFE

En la porta gayola al segundo, el toro se para, no ve al diestro y acaba desarmándolo: un momento terrible. El Fandi ayuda, como un gran compañero. Sorprendentemente, el toro embiste con suavidad y Escribano le da verónicas a media altura; está tan a gusto, que lo hace mirando al tendido. Sí, no es una errata: verónicas mirando al tendido. El mérito es tremendo pero hacerle eso a un Miura me parece una locura: ¡qué agallas tienen algunos toreros! El toro pelea bien en varas y se luce Juan Francisco Peña, muy aplaudido. Como el toro es pronto y alegre, Manuel comienza con el muletazo cambiado, en el centro. Repito: no es lo que más me gusta pero hacérselo a un Miura, aunque sea noble, tiene mérito. El burel embiste con la cara alta, se desentiende, al final de los muletazos; en los naturales, se queda corto. El diestro logra buenos derechazos. La media estocada queda atravesada y el Miura barbea las tablas. Si hubiera matado bien, hubiera cortado oreja.

Repite Escribano la porta gayola en el quinto, abierto de pitones, que sale derrotando por alto; lo compensa Manuel con dos largas cambiadas en el tercio. Cumple bien el toro en el caballo. Se atreve el diestro con el par al quiebro, por dentro, a pesar de que sale del trance cojeando. Brinda a los músicos, que le dedicaron una verdadera obra de arte, en su anterior corrida. Cita de largo pero el toro acude sin emoción, hace honor a su nombre, «Dormido»; en corto, hace hilo. Es más incómodo que peligroso. Después de media estocada, saluda.

Se merece estar en este cartel el sevillano Esaú Fernández porque también logró indultar un Miura, «Guineo», en Sanlúcar. (Escribano y él son los dos únicos que lo han conseguido). No es diestro de estilo exquisito pero sí lidiador, que lleva una larga lucha para consolidar su carrera.

El tercero sí humilla pero, a cambio, corta mucho en banderillas, con peligro: se suceden las pasadas en falso, tan perjudiciales. (Otra vez, actúa El Fandi como buen compañero). En la muleta, vuelve muy rápido, se queda debajo, pega un derrote, al final: un Miura de los complicados. Con mucho oficio, Esaú le saca algunos muletazos, en una pelea de mérito y de riesgo evidentes. Mata con habilidad y el público exige la oreja, que se concede.

El último es pronto, galopa, pero aprieta en banderillas: Antonio Chacón se esfuerza en hacerlo bien. Brinda Esaú a sus dos compañeros, un bonito gesto. El toro es exigente, embiste con esa fuerza que tantas tardes echamos de menos en las reses. Esaú no se amilana, le busca las vueltas, sorprendiéndole, en un trasteo que parece de otro tiempo. Deja media arriba y sale perseguido de la suerte.

Esaú Fernández, con el último toro de la tardeEFE

Los tres diestros han mostrado su entrega y su profesionalidad, el público ha sabido apreciarlo. El primer toro se llamaba Hazañoso: se dice del que realiza una hazaña, algo heroico. Con los Miuras, esta tarde, El Fandi, Manuel Escribano y Esaú Fernández han estado verdaderamente hazañosos.

Concluye así esta memorable Feria de Abril. Si Bieito Rubido lograra contratar en El Debate, como crítico taurino, a don Miguel de Cervantes, en vez de a este humilde plumilla, podría publicar algo así como esto:

«Como todas las cosas humanas no son eternas, yendo siempre en declinación desde sus principios hasta su último fin, y como la Feria de Abril no tuviese privilegio del cielo para detener el curso de las cosas, llegó su final y acabamiento por la disposición del cielo, que así lo ordenaba: dio su espíritu la Feria de Abril de 2024; quiero decir que se acabó. Vale».

Pero no se le ocultaría a don Miguel que, dentro de unos días, el 10 de mayo, comienza la Feria de San Isidro. Gracias a Dios, la Fiesta de los toros no se acaba, como algunos quisieran, sino que sigue muy viva. Lo expresaría mejor Cervantes: «Aún hay sol en las bardas».

Adiós, Sevilla. Si Dios quiere, en San Miguel volveremos a la Maestranza.

POSTDATA. El día de las elecciones en el País Vasco, me gusta recordar que Jon Idígoras fue gran aficionado a los toros . Lo cuenta en su autobiografía: toreó algunas novilladas con el apodo Chiquito de Amorebieta y hasta –¡pásmense!– organizó un festejo a beneficio de los huérfanos de la Guardia Civil. Defendió que la Tauromaquia había nacido en el País Vasco (¿cómo no, si los catalanes dicen que Cristóbal Colón y Santa Teresa eran de allí?). Ha contado Paco Mora que Idígoras le pidió que le acompañara a la Maestranza para ver a Finito de Córdoba. Les prestó sus entradas esa tarde Antonio Burgos y al dirigente de Herri Batasuna le encantó: «¡Qué pedazo de torero! Me siento Finitista, desde ahora». No aporta esto mucha gloria a la Fiesta pero sí demuestra su fuerza. ¿Se basaba en ello el ministro Urtasun cuando nos llamaba, a los taurinos, «torturadores»? Me temo que su información no llega a tanto.

FICHA

  • SEVILLA. Domingo 21 de abril. Lleno. Toros de Miura, exigentes, encastados, de juego variado, cumplen bien en varas.
  • EL FANDI, de azul y oro, media atravesada y descabello (saludos). En el cuarto, estocada (petición y vuelta al ruedo).
  • MANUEL ESCRIBANO, de blanco y oro, media atravesada y descabello (saludos). En el quinto, media estocada (saludos).
  • ESAÚ FERNÁNDEZ, de azul y oro, estocada (oreja). En el sexto, media arriba (palmas de despedida).