Entrevista
Víctor Morán: «Es muy difícil que alguien dé el salto de desconocido a conocido»
Apunto de estrenar su tercera novela, el hostelero y escritor atiende a El Debate para radiografiar su obra Bienaventurados los mansos
El autor Víctor Morán es un escritor que ha hecho de la lectura su afición favorita. El pluma español, que regenta un restaurante abierto por sus padres, poco a poco ha convertido su pasión en trabajo. Dos novelas después, va a por la tercera, y no tiene intención de dejar de dar rienda suelta a su imaginación.
–Buenos días, Víctor. ¿Cómo surge la idea de escribir?
–Bueno, yo creo que la idea de escribir, por lo menos en mi opinión, en ningún caso surge, la tienes. La tiene el que la tiene, y la tiene siempre dentro. Lo que pasa es que, cuando se dan las circunstancias adecuadas, se pone a ello, se pone a escribir y después de muchísimas intentos fallidos, da con algo que dice «¡hombre, me gusta! y sí me gusta a mí, ¿por qué no le va a gustar a los demás?».
Mi proceso de creación es simplemente escribirlo en la cabeza. Yo no me pongo delante del ordenador hasta que tengo la novela completa en la cabeza escrita en la cabeza
–¿Fueron fáciles esos comienzos?
–No fueron difíciles, lo que fueron son laboriosos. Yo no he tenido ningún taller de cómo escribir o algún estudio al respecto. Se trata, más bien, pues de dar rienda suelta a una emoción, a una afición, a una ilusión. Todo suma, ¿no Entonces, ahí escribes y la mayoría de las veces, al principio, según terminas de escribir, lo rompes. Hasta que en un momento dado dices, «jolín, pues esto me parece que vale la pena. Por lo menos a mí me gusta, ¿no? Si me gusta a mi, ¿por qué no le va a gustar a alguien más?».
–¿Qué le sirve de fuerza, de inspiración para escribir?
–La imaginación. La imaginación, nada más. En mi caso, mi forma de escribir no es ponerme en frente del ordenador y rellenar páginas hasta ir dando con con lo que quiero. Mi proceso de creación es simplemente escribirlo en la cabeza. Yo no me pongo delante del ordenador hasta que tengo la novela completa en la cabeza escrita en la cabeza. Eso lo haces a lo largo de todo el día, en cualquier momento, aunque estés haciendo otra cosa. Tu cabeza la tienes, vas pensando en tus personajes, en tus tramas, en cómo solucionar los problemas, en qué te puede dar la novela. Ese es el proceso que yo sigo.
El reto que me puse fue: «Quiero hacer algo que sea entretenimiento puro y duro
–¿Cómo surge el escribir Bienaventurados los mansos?
–Lo primero que soy es un grandísimo lector, me considero un grandísimo lector, yo no me considero para nada un pequeñísimo escritor. Sobre todo, el lector puede buscar muchas cosas diferentes en distintos momentos, pero creo que siempre hay un momento en el que lo que busca es leer algo que simplemente le entretenga, que no le haga pensar demasiado, que no le complique con con situaciones morales o éticas, sino simplemente, busca entretenerse.
Ese fue el reto que me puse, dije «quiero hacer algo que sea entretenimiento puro y duro, que quien lo lea se olvide de su rutina diaria, se olvide de sus problemas. Que esto que está leyendo no le cree nuevos problemas, ni nuevos dilemas, sino que simplemente se entretenga leyéndolo. Que no quiera dejarlo porque está muy entretenido. Que de alguna forma sea adictivo». Ese fue el proceso por el que nace esta obra. Los que lo han leído están de acuerdo en que es adictiva desde el principio. «Muy rápida, muy dinámica, que te mete enseguida en la trama y que no la puedes dejar». Cuando la has terminado la única sensación que te queda es «que pena que haya terminado». Esa era la finalidad.
El ingenio es, a lo mejor, un recurso muy manido, pero en este caso es real
–¿Qué frase resumiría el libro?
–Más importante que el carácter de las personas, son las circunstancias que viven.
–En ese día a día dentro de la historia del libro. ¿Cómo de importante es el ingenio para superar esos obstáculos?
Es fundamental, lo básico. El ingenio es, a lo mejor, un recurso muy manido, pero en este caso es real. El protagonista es una persona normal y corriente. No tiene ninguna pericia en el mundo de la violencia, de la delincuencia. Ese submundo no lo conoce para nada, en un momento dado se tiene que enfrentar a él y lo único que tiene es el ingenio, la inventiva, el actuar de forma completamente distinta a como a como se puede esperar que actúe.
–De todos los personajes del libro, ¿con cuál se quedaría?
–El juego es que al final, los personajes son todos hijos tuyos y los quieres a todos. Pero hombre, pues por supuesto, el protagonista. ¿Después? creo que sería el núcleo del policía que está detrás de toda esta trama, tratando de solucionarla. Me parece un personaje que puede parecer como el más gris en la novela, pero que tiene los pies muy bien plantados en el suelo y sabe perfectamente lo que quiere y como lo quiere.
–¿Cambiaría alguna parte de la novela?
–Ahora mismo creo que no. En principio yo no me pondría a volverla a escribir para cambiar nada. Ahora es, si la volviera a escribir, pues a lo mejor cambiaría alguna cosa. Pero no, no intencionadamente, desde luego.
No quiere ser una novela tramposa en la que hay sobresaltos al final o cosas que se desconocían desde el principio
–¿Cómo se complementa ese uso de dos narradores?
–Manteniendo más la atención del lector. Yo siempre he dicho que para nada quiere engañar al lector. No quiere ser una novela tramposa en la que hay sobresaltos al final o cosas que se desconocían desde el principio. Entonces que el protagonista narre sus acciones en primera persona y que luego haya un narrador omnisciente que va contando las cosas de los demás, de como la ven, como las interpretan, pues pone al lector en dos planos distintos, pero con esos dos planos tiene absolutamente toda la información. No, no hay nada escamoteado, ni escondido. Sabe todo lo que pasa y todo lo que puede pasar.
–En esta novela, ¿cómo de determinante es la descripción?
–No es lo más importante. Básicamente es casi un guion. Las descripciones en esta novela en concreto, yo creo que haría que fuese más lenta que por las circunstancias por las que pasa el protagonista. Precisamente, porque se encuentra en una situación que le supera, que desconoce, que no tiene ninguna pericia ni conocimiento sobre ello. todo tiene que ser algo muy rápido que pase en cinco, siete, ocho días. Entonces las descripciones lo único que harían sería dar una pausa a la trama, que es precisamente lo que desde el principio he buscado que no tuviera, que no tuviera pausa, que fuera algo casi visual, más que escrito.
Para mí es fundamental ser muy sincero con el entorno y no engañar al lector
–¿Con cuál de sus dos obras se quedaría?
–No podría elegir. Le tengo muchísimo cariño a Bienaventurados los mansos porque es la primera, es el inicio de todo. Sin embargo, es como si dijéramos el inicio de todo. Pero tanto La piedra que no ves, como la tercera que va a salir ahora en la Feria del Libro, El empedrado del infierno, y sin ser continuaciones, van completando la visión del protagonista, Vicente Medina, y de su entorno. En cada una se va viendo una evolución del personaje, se ve que ha cambiado, que va siendo otro. Al fin y al cabo, como nos pasa a todos en la vida, que pasa el tiempo y nunca somos el mismo que el año anterior, siempre vamos cambiando.
–¿Qué es lo que más se debe cuidar en esta relación?
–Ser muy sincero con el entorno y no engañar al lector. Eso para mí es fundamental, no engañarle y que sepa desde el principio lo que va a leer. Para que al final lo que lee es lo que pensaba que iba a leer.
Creo que tanto el mundo editorial, como posiblemente también los lectores, arriesgan muy poco
–¿Cómo puede un escritor enamorar al lector con su obra?
– No intentarlo. Se tiene que enamorar primero él [el escritor] de la obra y seguro que con eso está mucho más que la mitad del trabajo hecho actualmente.
–Actualmente, ¿cuáles son los puntos débiles de la literatura?
–Creo que esta excesivamente organizada en el sentido de que es muy difícil, por no decir imposible, que alguien desconocido dé el salto de ser desconocido a ser conocido. Creo que tanto el mundo editorial, como posiblemente también los lectores, arriesgan muy poco. Les gusta ir mucho sobre seguro.
–¿Qué recomendación no haría por el Día del Libro?
Yo lo último que he leído que me ha satisfecho muchísimo. El primer libro es de una de una saga de Rebeca Yarros, Alas de sangre. Es literatura fantástica, pero de lo último que he leído es posiblemente lo que más me ha gustado. También otra saga, que tiene el formato de las entregas del s. XIX de las grandes novelas, es Blackwater de Michael Mann. Las dos me han encantado.