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Beata Praska durante su entrevista con El Debate

Beata Praska durante su entrevista con El DebateDaniel Vara González

Beata Praska, fotógrafa: «Yo quería encontrar la belleza auténtica en las personas»

La fotógrafa polaca cuenta con un estudio en Madrid donde retrata a personas y da voz a sus historias. En una entrevista concedida a El Debate, cuenta sus vivencias y la historia de su proyecto, 50más50

Tras años trabajando para grandes firmas, decidió dar el paso de romper con ese mundo laboral y se trasladó al mundo de la fotografía. Ahora, cuenta las historias que reflejan los protagonistas de sus retratos a través de su proyecto 50más50. Además, lucha por romper con aquellas barreras que obstaculizan a las mujeres en el mundo laboral.

–¿Cómo se inició en el mundo de la fotografía?

–Siempre me ha gustado fotografiar. Sin embargo, hace seis años, tomé la decisión de cambiar el rumbo de mi vida 180º grados. Dejé, después de 17 años, mi carrera profesional, dentro del sector energético, ocupando puestos ejecutivos a nivel internacional en ciudades como París, Ginebra, Varsovia, Londres y, finalmente, Madrid.

–¿Siempre quiso dedicarse a este campo de la fotografía?

–No, no, para nada. De hecho, empecé en el campo de fotografía newborn, de la fotografía de embarazo, pero no era lo mío. No me ha gustado, por eso decidí dedicarme al retrato profesional, al retrato de las personas.

–¿Qué le impulsó a dedicarse a este tipo de retratos?

– ¡Buena pregunta! Creo que fue la búsqueda de lo auténtico, de la belleza. A mí me gusta mucho la estética. Quiero el arte y me gusta rodearme de la belleza. Por ello, quería resaltar y encontrar esa belleza en cada persona. Dejar a cada persona que se vea con mis ojos, no con los suyos.

Muchas personas no se dan derecho a verse bonitas y atractivas, con lo cual quería realmente darles una ventaja, algo nuevo, no que se vean bellas.

–¿Cómo nació el proyecto 50más50?

–A raíz del cambio de mi vida, uno radical. Además, de la necesidad de hacer algo bello para mí y para otras mujeres, de resaltar la belleza de una persona madura, porque estamos rodeados de belleza. Somos bellos, pero de una manera más trascendental, porque lo que se nota en la cara es la belleza también que reside dentro de nosotros y esta es más visible con el paso de los años. Realmente, quería encontrar esta belleza auténtica en las personas.

–¿Cuánto afectó la COVID-19 al desarrollo de este proyecto?

–El proyecto nació antes de la pandemia y a raíz de la primera fotografiada, la embajadora de Costa Rica en España, Elena Chacón Echevarría, muchas mujeres de su ámbito empezaban a apuntarse. Sin embargo, llegó el confinamiento y se paró el proyecto. Ya después del confinamiento lancé la idea otra vez y las mujeres continuaron apuntándose ya que, en ese momento, muchas mujeres durante la pandemia empezaron a perder trabajo, se trataba del primer grupo demográfico que empezó a perder trabajo durante la pandemia. Muchas mujeres se han identificado con el proyecto, con el hecho de visibilizar la belleza y sobre todo el talento femenino, porque el proyecto también evolucionó con el paso del tiempo. En principio empezó con la belleza, pero luego se ha vuelto un proyecto más social en el sentido de visibilizar el talento femenino a través del retrato contemporáneo.

El término liderazgo femenino ya no lo utilizo, me parece un poco obsoleto

–¿Se consiguen estos objetivos perseguidos con el proyecto?

–Creo que sí. De hecho, luego nacieron muchas otras iniciativas, Ahora, no solamente es el proyecto 50más50, que ya está en su 4.ª edición. Ya es más inclusivo y más diverso, se admite la participación de los hombres también. Juntos somos más. Además, no solo son los retratos, los participantes tienen que rellenar cuestionarios y compartir su trayectoria profesional, sus logros, sus contribuciones. Todo esto está recopilado en un texto que luego irá de imagen. También nació la idea de que podemos hacer a las mujeres más visibles con publicando su imagen y su texto en LinkedIn. Algunas mujeres llegan a tener 20.000 visualizaciones en su perfil y creo que esto les ayuda también a visibilizar su contribución

¿Cuál ha sido el trabajo fotográfico que más le ha marcado?

–Yo creo que no hay uno solo, hay muchas historias. En una de las últimas sesiones una mujer, al acabar la sesión, me ha dicho «Beata, más que la foto, me ha gustado el coaching». Mi trabajo no es ser coach y yo no pretendo serlo, pero la sesión fotográfica no es un simple proceso entrar en estudio, hacer un clic, previamente nos conocemos. Durante el tiempo de preparación, yo me conecto con ellas, les hago preguntas.

Muchas personas se siente importantes, salen del estudio dos centímetros más altas y con ganas de conquistar el mundo

–¿Ha sufrido presiones por el hecho de ser mujer?

–Sí, por supuesto. Sin embargo, en estos momentos no he sido consciente de ello, porque nos hemos acostumbrado. Cuando empecé mi carrera, tenía 23 años y fue directamente en París, en mi empresa. Me acuerdo que había tres mujeres en la planta, entre más o menos 40 hombres, que es muy poco, pero lo veía algo muy normal. La primera vez que lo he sufrido fue cuando mi equipo recibió teléfonos móviles y yo no. Le pregunté a mi jefe y, sin decirlo claramente, era por ser mujer. Así lo entendí. Otros casos ocurren cuando, por ejemplo, utilizan tu nombre en diminutivo, en reuniones importantes, incluso en consejos de administración, a lo cual te tienes que defender y entonces tienes que tratar a los hombres igual que te tratan a ti.

–¿Cómo se combate la desigualdad en el mundo laboral?

–Poniéndonos ahí, saliendo de nuestras zonas de confort, hablando y, sobre todo, no teniendo miedo de visibilizar nuestros propios logros, porque muchas mujeres, aunque están en posiciones de poder no se visibilizan, visibilizan a su empresa, pero realmente es ella la que está atrás de la empresa y no se visibiliza. Esto lo veo muchísimo. Entonces realmente hay que ponerse aquí, hay que salir de la zona de confort, hay que ponerse en el frente y visibilizarse a sí misma porque sí, porque es nuestra responsabilidad comunicar nuestro valor a los demás.

Si las generaciones de las mujeres jóvenes no ven dónde han llegado las otras mujeres no van a tener estas ganas de despegar, volar alto y romper los techos

–¿Cómo se ayuda a poner en valor la aportación intelectual, social y laboral de las mujeres?

–Poner en valor todo lo que han conseguido y todo lo que están consiguiendo las mujeres para seguir en esa lucha.

–¿Qué más se puede hacer?

–Hacer lo que hacen las otras mujeres, la mayoría de ellas, porque no todas tienen este espíritu de sororidad y eso es un sesgo. Además, lo que hacen las otras mujeres es visibilizar, sobre todo, su equipo y lo hacen más las mujeres que los hombres. Yo creo que es importantísimo primero destacar la contribución de tu equipo, no por los logros que has ganado, porque siempre trabajamos en equipo y sobre todo, realmente no tener miedo de salir de la zona de confort y darnos visibilidad a nosotros mismos.

Se trata de autoliderazgo. Si tú eres un líder, eres un buen líder, porque los otros te siguen y te imitan, lo ven

–¿Son cada vez más las mujeres que pueden alcanzar puestos de relevancia en las empresas?

–Sí, por supuesto que sí, pero tienen que ser ellas quienes lo logren. Tenemos que ser nosotras los agentes de cambio.

–¿Qué barreras quedan todavía por eliminar?

–El edadismo. Erradicar el debate de cuando una persona llega a cierta edad no puede o no es capaz. Justo lo contrario. Yo creo que las personas que hemos llegado a cierta edad, tenemos más sabiduría y somos más colaborativas.

Nos damos cuenta de muchas cosas que en la edad joven las jóvenes no se dan cuenta. Realmente siento que tenemos una ventaja competitiva por nuestra experiencia, realmente lo creo

–¿Es el edadismo uno de los mayores obstáculos para las mujeres en el mundo laboral?

–Las mujeres alcanzan una cierta edad, se les valora en menos, se pone en duda sus capacidades en ese momento. Ahí es cuando afecta más el edadismo. La discriminación por razones de edad afecta más a las mujeres que a los hombres.

–¿Existe verdaderamente la conciliación o es un mito del que se habla ahora?

–Para mí sigue siendo un mito. Eso no ha cambiado porque hace falta pasar más generaciones. Ahora, los hombres tenéis derecho a la baja de 40 días, pero un hombre que tiene una posición en una empresa, y teme por su puesto, no va a coger esta baja. Personalmente, creo que es una cuestión personal de cada familia. No de cómo la ves tú, sino de cómo montas tu propia familia, qué responsabilidades compartes.

Yo tomé la baja durante algunos años, no era posible para mí esta conciliación y, aunque en principio estás de baja, te siguen llamando y sigues trabajando. Para mí no existe

–A la hora de hablar de reglas, normas y leyes, ¿cree que son correctas las nuevas políticas de inclusión?

–Sí, pero sigue siendo en el papel. Todo depende del punto de vista de cómo miras las franjas y los porcentajes establecidos por la ley en cuanto, por ejemplo, a la participación de las mujeres en consejos de administración. Las empresas familiares estamos mejorando, pero no lo suficiente. Todavía no.

–¿Una frase para animar a las mujeres a seguir luchando por el cambio social y laboral?

–Es difícil en una sola frase, pero quizás decir que somos las únicas propietarias de nuestra vida. No de lo que ocurre en la vida, pero sí de como reaccionamos a lo que pasa en cada momento. Es importante tomar las riendas porque somos los únicos responsables de cómo acaba esta vida. Parafraseando a Pablo Picasso, «creo que el objetivo de la vida es encontrar un regalo y el objetivo de la vida es regalar este regalo a los demás».

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