La emocionante bravura de otro gran «Bastonito»
El quinto toro de Baltasar Ibán, de nombre histórico, merecía la vuelta al ruedo, no concedida
Uno de los alicientes ganaderos de esta Feria es la vuelta a Las Ventas de los toros de Baltasar Ibán, una ganadería histórica. Su árbol genealógico se remonta a la casta de Contreras, procedente del mítico tronco de Vistahermosa: solían ser toros recortados de lámina, bajos de agujas, con cabezas chatas, cornicortos. Se hicieron famosos por su nobleza y calidad, no exenta de cierto picante. Eran toros a los que había que dominar, antes de buscar el lucimiento (es decir, lo característico del toro de lidia clásico). La corta talla de algunos era un escollo para que se lidiaran en los cosos más exigentes. Por eso, a fines de los sesenta, Baltasar Ibán decidió cruzarlos con sangre Domecq: así pudieron volver a las grandes Ferias.
Muchos recordamos a Bastonito, que se lidió en Las Ventas el 7 de junio de 1994: quizá el toro más fiero que se ha lidiado en Madrid en muchos años. Con él, César Rincón mantuvo un duelo realmente heroico. Por cierto, estuvo a punto de ser desechado, por chico, y fue recibido con pitos: en un toro bravo, es más importante el motor que la carrocería. Aquel Bastonito pesaba 501 kilos. El del mismo nombre que se lidia esta tarde como quinto, 592. También el sexto tiene un nombre histórico, Santanero; en diminutivo, Santanerillo se llamaban el Ibán al que El Viti cortó las orejas el 22 de mayo de 1970 y el del gran triunfo de César Rincón.
Después de fallecer don Baltasar, la ganadería ha sufrido altibajos. Los toros de esta tarde, ¿mantendrán el picante que caracterizaba a esta divisa? Si es así, ¿serán capaces de dominarlos tres diestros que no torean mucho? Con esas incógnitas acudimos a Las Ventas. Se guarda un minuto de silencio por el fallecimiento del torero palentino Pedro Giraldo, una buena persona, marido de Muriel Feiner, la gran fotógrafa y escritora taurina. Descanse en paz.
El julio pasado confirmó la alternativa en Las Ventas el mexicano El Calita, hijo del matador El Cala, y dio dos vueltas al ruedo. Ha toreado mucho en su país; ahora mismo, es el número uno de aquel escalafón, pero el salto del toro mexicano al español no es pequeño. En su capote de paseo, luce la Virgen de Guadalupe.
El primero es bien armado pero no grande (el tipo Contreras): cumple en el caballo, corta en banderillas, da un pitonazo en la rodilla a Pereira. Es pronto pero se defiende con cabezazos, al final de cada pase. Calita muestra sólo oficio, en muletazos uno a uno, sin brillo. Mata con su peculiar estilo, apuntando al cielo, y la espada queda baja.
El cuarto, abierto de pitones, tardea en el caballo, espera en banderillas: se suceden las pasadas en falso. Es una mala lidia y un feo espectáculo, que condiciona el juego del toro. (Con estos toros, hay que entrar muy de cerca, a la media vuelta, sorprendiéndolos). Cruzándose al pitón contrario, Calita le saca algún muletazo pero el trasteo no remonta. Mata de lado, caído: un mal final. Por mucho cariño que sintamos por la tauromaquia mexicana, la diferencia de las reses que allí se lidian a las de aquí suele ser muy grande.
Francisco de Manuel, formado en una tierra tan ganadera como es Colmenar, dio el zambombazo al abrir la Puerta Grande de Las Ventas un 12 de octubre, hace un par de temporadas. Su toreo se basa en el dominio, no en el estilismo.
Protestan al bajo segundo, al que pican trasero. Banderillea fácil Juan Carlos Rey y lidia bien Duarte. De Manuel se dobla, genuflexo, conduce con firmeza las embestidas pero el toro se mueve sin ritmo. Mata perpendicular y caído, se atasca con el descabello.
El momento cumbre de la tarde se produce con el quinto, un Bastonito muy distinto del histórico, alto, con casi 600 kilos, pero que embiste con extraordinaria bravura: acude alegre dos veces al caballo de Luis Alberto Parrón. ¡Lástima no verlo en un tercer puyazo! Aunque fuera con el regatón, como ya proponía don Gregorio Corrochano. A pesar de otro mal tercio de banderillas, el toro embiste a la muleta con prontitud, nobleza, alegría, transmisión; humilla y repite, se come la muleta: lo que es un toro verdaderamente bravo. De Manuel comienza llamándole de lejos, de rodillas; luego, le da distancia. En tres naturales, el toro se desplaza muy largo. El trasteo no ha alcanzado la altura de este toro extraordinario y mata defectuoso. Se pide con fuerza la vuelta al ruedo al gran toro: aunque al final se ha distraído un poco, yo se la hubiera dado, sin duda.
Álvaro Alarcón, toledano de Torrijos, triunfó en Las Ventas como novillero pero le cuesta abrirse paso, como matador. Tomó la alternativa en el San Isidro pasado. Se recupera ahora de una lesión. El tercero, castaño, el único cinqueño, propicia un brillante tercio de varas, con dos grandes puyazos de Juan Francisco Peña, candidato a premio. ¡Qué hermoso es ver aplaudir justamente a un picador! Los exigentes se quedan con las ganas de ver al toro en un tercer puyazo. Brinda al torero Miguel Martín. El toro acude pronto a la muleta pero embiste desigual. Álvaro recurre a la noria, sin soltar las embestidas, y eso provoca división. (También algunas primeras figuras lo hacen y a ellos suele perdonárseles). El toro se raja pronto y la faena no cuaja. Mata a capón, a toro parado.
El último también tiene un nombre histórico de Ibán, Santanero. Acude bien al caballo, se deja banderillear , suscita ilusiones. En la muleta, embiste con fuerza, noblón, pegajoso, un poco a saltos. No se produce la deseable conjunción, surgen enganchones. Mata pronto, no bien.
Queda el recuerdo del quinto toro, muy distinto de aquel Bastonito pero también muy bravo. No ha habido que cantar aquí el manido «lo que va de ayer a hoy», como en la letrilla de Góngora. Si el que toreó César Rincón fue la flor de la maravilla, por su fiereza, éste también lo ha sido, por su extraordinaria bravura. Para el el torero, eso supone una dura papeleta: ¡es tan difícil estar a la altura! Ya se lo dijo Juan Belmonte a un joven torero: «¡Líbrete Dios de un toro bravo!» Para los aficionados, es un maravilloso espectáculo, lo que siempre anhelamos, cuando acudimos a una Plaza, y tan pocas veces se alcanza: el bellísimo fundamento de toda la Fiesta.
POSTDATA. En el día de las elecciones catalanas, en el resto de España pensamos con preocupación y pesimismo en esa región, a la que algunos quieren llevar por el sinsentido del independentismo. Ejemplo claro: prohibieron allí los toros porque «huelen a España», algo que es una verdad indiscutible, pero de ninguna manera un motivo para intentar prohibirlos. Luego, el Tribunal Constitucional derogó esa prohibición pero siguen sin programarse corridas en Barcelona, simplemente porque el empresario tiene miedo a las reacciones que eso suscitaría: a ese extremo hemos llegado. ¡Y defienden algunos que eso se arregla con la vuelta del prófugo independentista Puigdemont!... Santa Lucía les conserve la vista.
FICHA
- Madrid. Feria de San Isidro. Domingo, 12 de mayo. Dos tercios de entrada. Toros de Baltasar Ibán, desiguales de presentación y juego. Destaca el bravísimo quinto, para el que se pidió con justicia la vuelta al ruedo.
- EL CALITA, de espuma de mar y oro, estocada caída y 3 descabellos (aviso, silencio). En el cuarto, estocada caída (silencio).
- FRANCISCO DE MANUEL, de berenjena y oro, estocada perpendicular y caída y 6 descabellos (aviso, silencio). En el quinto, estocada corta perpendicular y descabellos (dos avisos, saludos).
- ÁLVARO ALARCÓN, de blanco y plata, estocada (silencio). En el sexto, estocada defectuosa (silencio).