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Carteles de Vox contra el bable en las afueras de Avilé

Cartel de Vox contra el bable en las afueras de AvilésEFE

¿El bable es una lengua o un dialecto? Dónde se habla y cómo, qué piensa la RAE y su renacimiento ideológico

Según la RAE el dialecto es una «Variedad de un idioma que no alcanza la categoría social de lengua...». El Gobierno socialista de Asturias promueve en sus presupuestos la cooficialidad del asturiano con solo un 3 % de hablantes

La diferencia entre una lengua y un dialecto no tiene una respuesta clara. Según la RAE una lengua es el «Sistema de comunicación verbal propio de una comunidad humana y que cuenta generalmente con escritura». Por otro lado, el dialecto se define como «Variedad de un idioma que no alcanza la categoría social de lengua; sistema lingüístico considerado con relación al grupo de los varios derivados de un tronco común (dos acepciones)».

Para la RAE dialecto hasta 2014

Así que, según la Real Academia, el dialecto es algo menor, de menor «categoría social». «Categoría» difícil de aceptar, por la identidad, para los que la sienten como lengua propia o materna. En la actualidad menos del 3 % de los asturianos hablan bable o asturiano, porque algunos piensan que «bable», incluso los propios hablantes, es un término despectivo. Unas 30.000 personas de un total de 1.000.000.

En Asturias hay lugares donde se piensa que hablar en asturiano es propio de «paletos». Pero ¿es dialecto o es lengua? Ni los expertos se ponen de acuerdo. Para la RAE fue un dialecto, al menos en su expresión en el diccionario, hasta 2014, cuando se cambió por «variedad actual del asturleonés» a petición de parte. Luego ya no es un dialecto para la institución. ¿Ha cambiado algo además de la denominación? No, si dejamos a un lado la política o la ideología.

Tufillo de radicalismo

El presidente del Principado, el socialista Adrián Barbón, sacó adelante en 2022 un presupuesto en el que 2,5 millones eran para la promoción del asturiano, apoyado por Podemos, Izquierda Unida y el Grupo Mixto. Y más allá de presupuestos, este Gobierno consideró que el asturiano era, por ejemplo, indispensable para trabajar en la televisión autonómica: una lengua (o un dialecto) no oficial, cambiante y de importancia casi nula hablado por, recuérdese, 30.000 personas de un total de más de 1.000.000 de asturianos.

El asunto tiene el tufillo del radicalismo de un caso flagrante de sectarismo e independentismo como el de TV3 de Cataluña, con la diferencia de que, «al menos», el catalán sí está reconocido como lengua oficial. El disparate llegó cuando se quiso hacer un informativo en asturiano (o bable) y no encontraron a nadie con un «conocimiento adecuado». Todos los intentos de oficializar la lengua o el dialecto han fracasado a lo largo de la Historia, ni siquiera en un momento clave como la Transición democrática.

Barbón y Urtasun

De la iniciativa de Barbón a la llegada de Urtasun al ministerio de Cultura se ha encendido una pequeña llama de esperanza para los partidarios de una oficialidad que requiere mucho más que una declaración. El asturiano fue a principios de los 80 una materia optativa, pero ni mucho menos todos los centros escolares la implantaron.

El movimiento por la oficialidad de la lengua asturiana, donde participan varias asociaciones y partidos políticos, como Izquierda Xunida d'Asturies, Bloque por Asturies, UNA, PAS y la sección asturiana del PCPE aspira a cambiar una realidad de la que se podría decir que no pide ningún cambio, no mayoritariamente al menos, entendido en el pírrico 3 % de hablantes de asturiano, cuyo 97 % restante no se manifiesta por la lengua (o el dialecto) que evidentemente no le interesa.

No cumple los requisitos

El empuje es político e ideológico, no natural. Santiago Muñoz Machado, director de la RAE, dijo hace años a ABC que no tenían «una posición oficial al respecto», a pesar del cambio en la definición del asturiano. «Toda lengua es un dialecto y todo dialecto es una lengua», dijo Paz Battaner, lexicógrafa y directora del Diccionario, también al mismo periódico. En la Real Academia, en general, no goza de predicamento la idea de la cooficialidad, incluso en los hablantes de bable como Salvador Gutiérrez Ordóñez, quien en 2021 pensaba que «desde el punto de vista de los criterios externos, como puede ser el peso literario, el lenguaje de la administración, o la estandarización o uniformidad de la lengua...» el asturiano no cumplía los requisitos que a la política y a la ideología le dan igual.

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