Sánchez calca el discurso con el que Nixon atacó a los periodistas que revelaron el caso 'Watergate' que acabó con él
Resulta imposible no encontrar un paralelismo entre los últimos días del polémico mandatario estadounidense, con su línea de defensa ante las revelaciones de la prensa que forzaron su dimisión, y la crisis que vive el presidente del Gobierno y cómo ataca a los medios
Cuando en la actualidad se vuelve a ver la película de Todos los hombres del presidente resulta imposible no encontrar un paralelismo entre los último días de Nixon y su dimisión por el caso Watergate y la crisis que vive el presidente Sánchez. Mucho más grave la del jefe de Gobierno español que la que obligó a Nixon a presentar su dimisión.
Robo de documentos
El escándalo Watergate se produjo en Estados Unidos a principios de la década de 1970 a raíz del robo de documentos en el complejo de oficinas Watergate (Washington D. C.), donde estaba ubicada la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos y el posterior intento por la administración Nixon de encubrir a los responsables.
Cuando la conspiración se destapó, el Congreso de los Estados Unidos inició una investigación, pero la resistencia del gobierno de Richard Nixon a colaborar en ésta condujo a una crisis institucional sin precedente en los Estados Unidos.
Watergate se convirtió en un sinónimo de la gran variedad de actividades ilegales en las que estuvieron involucradas personalidades del gobierno estadounidense presidido por Nixon. Estas actividades incluían el acoso a opositores políticos, periodistas y a funcionarios considerados sospechosos, que fueron extorsionados por la policía, el FBI y la CIA. El Watergate destapó los múltiples abusos de poder del gobierno de Nixon.
La trama fue denunciada por los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein del The Washington Post. En Todos los hombres del presidente, una película que más parece un documental, basada en el libro del mismo título, podemos ver el ataque despiadado de los hombres y del aparato de Nixon contra la prensa libre de los Estados Unidos. Vea la escena en el vídeo:
Todos los hombres del presidente
Las artimañas políticas de Nixon desde el poder para seguir sentado en el Despacho Oval de la Casa Blanca no son comparables con el grado de corrupción actual de la cúpula del PSOE y del presidente Sánchez (Caso Tito Berni, Koldo-Ábalos, Armengol, Mascarillas, Rubiales...), su entreguismo al independentismo vasco y catalán y los presuntos delitos cometidos por la esposa del presidente Sánchez para lograr un enriquecimiento ilícito superan con mucho el cúmulo de errores que provocaron que el presidente Nixon presentase su renuncia a la presidencia de los Estados Unidos.
Durante todo el escándalo Watergate se argumentó que el presidente Nixon desconocía lo que estaban haciendo para su beneficio los Fontaneros de la Casa Blanca. El fiscal de Watergate, James Neal, estaba seguro de que Nixon no sabía de antemano el asalto y robo de documentación sensible en la sede del Partido Demócrata. Como prueba, citó una conversación grabada el 23 de junio entre Nixon y su jefe de gabinete, H. R. Haldeman, en la que Nixon preguntó: «¿Quién fue el imbécil que lo ordenó?». Nixon ordenó posteriormente a Haldeman que la CIA bloqueara la investigación del FBI sobre la fuente de los fondos para el robo.
Las presiones de Nixon sobre la prensa libre norteamericana, al igual que en la actualidad las amenazas y presiones del presidente Sánchez sobre los medios de comunicación españoles, fundamentalmente por el 'Caso Begoña', no han logrado por ahora cerrarles la boca. La prensa norteamericana terminó por acorralar a Nixon obligándole a presentar su dimisión.
Tejemanejes cuestionables
El director del Post, papel que hace en Todos los hombres del presidente el actor Jason Robards, dice a Woodward y Bernstein (Redford y Hoffman) tras informarle estos de que está en la mira de gobierno y de que sus vidas pueden estar en peligro. Vea la escena en el vídeo:
En julio de 1973 las investigaciones realizadas por el Comité Watergate del Senado de los Estados Unidos revelaron que Nixon tenía en sus oficinas un sistema de cintas de grabación y que muchas conversaciones habían sido grabadas. La Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó por unanimidad que el presidente debía entregar las cintas a los investigadores gubernamentales (Caso Pegasus), a lo cual accedió finalmente. Las grabaciones implicaban directamente a Nixon en el caso Watergate al revelar que había tratado de encubrir el robo con «tejemanejes cuestionables». El escándalo afectó a un total de 69 personas, de las cuales 48 fueron declaradas culpables y encarceladas. Muchos de ellos habían sido altos cargos del gobierno de Nixon (del Departamento de Justicia, el FBI, la CIA y la Casa Blanca). Debido a que, con toda probabilidad, Nixon habría sido objeto de un proceso de destitución por parte del Congreso de los Estados Unidos, Nixon renunció a la presidencia el 9 de agosto de 1974. El 8 de septiembre de 1974, su sucesor, el también republicano Gerald Ford, concedió su perdón al expresidente.