Simenon, el primer «streamer» literario
George Simenon escribió tantísimo que todavía hoy publicar su obra completa supone un verdadero problema para las editoriales
Si publicas mucho es porque escribes rápido, y si escribes rápido es porque escribes mal. Si publicas poco es porque te tomas tu tiempo, y si te tomas tu tiempo es porque escribes bien. No es más que la condición temporal de la baja y la alta literatura. Pero, ¿qué haces cuando se te da tan bien escribir, y te apasiona tanto escribir, que parar de escribir no es una opción?
George Simenon escribió tantísimo que todavía hoy publicar su obra completa supone un verdadero problema para las editoriales y tienen que juntarse varias para acometer la empresa. En total, 192 novelas, 76 protagonizadas por el comisario Maigret –por encima de las 67 de Agatha Christie, incluso cuando fueron protagonizadas por distintos detectives–, más otra treintena de libros firmados por una treintena de pseudónimos.
Escribió en un escaparate
George Simenon escribió tantísimo que tuvo que inventar una categoría con pinta de difícil e intensa para agrupar las 116 novelas no protagonizadas por Maigret, a ver si así la crítica dejaba de mirarlo mal. Las «romans durs» –«novelas duras»– fue un buen intento de nombre, pero ninguna etiqueta podía compensar el descrédito de escribir ochenta páginas diarias o publicar diez de esas novelas en un solo año.
George Simenon escribió tantísimo que su editor lo sentó a escribir en un escaparate de Galerías Lafayette para que sirviera de entretenimiento a quienes pasaban. Pero no porque los transeúntes leyeran las páginas colgadas del cristal y completaran la historia según salía de la máquina, que a esa velocidad era como salir de su cerebro, toda una prefiguración analógica del «streaming» –el contenido se disfruta a la vez que se descarga–, sino porque era todo un espectáculo verlo rendir a ese ancho de banda.