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Una veleta, en una imagen de archivo

Una veleta, en una imagen de archivoMat Brown/Pexels

El Debate de las Ideas

¿Hemos perdido el seso en lo demográfico? ¡Completamente!

¡Recobremos cuanto antes la cordura demográfica, para que la natalidad y la estabilidad familiar repunten de forma apreciable, y la inmigración se gestione de manera ordenada y racional!

España y Occidente se consumen poco a poco por falta de nacimientos. Y están jugando con fuego con la inmigración masiva, y en particular, la de personas de culturas cuyos valores de igualdad entre el hombre y la mujer, o de separación entre la religión y el poder político, son muy distintos de los occidentales. Españoles, europeos y occidentales en general, y sus gobernantes en particular, de forma muy mayoritaria, no parecen muy conscientes de las devastadoras consecuencias económicas, humanas, sociales y geopolíticas de la doble transformación demográfica que sus sociedades están experimentando. Más bien, los datos evidencian que hemos perdido completamente la sensatez en relación a los dos principales elementos determinantes de nuestra evolución demográfica: los nacimientos de hijos de españoles/occidentales, y la inmigración de países no occidentales. Para muestra, varios botones.

1.- Desde 2012 hasta la fecha, España ha perdido 1,5 a 1,6 millones de españoles autóctonos, por más defunciones de personas nacidas en España que alumbramientos de madres nacidas en España. ¿Lo sabía el lector? ¿No debería ser un dato de conocimiento general y máxima preocupación para los españoles, y que hiciese despertar la conciencia de que necesitamos de forma perentoria que nazcan muchos más niños? ¿Por qué no lo es?

2.- En 2023 nacieron casi 80 % menos niños en Vizcaya de madres nacidas en España –con ocho apellidos de la tierra o con ninguno–, que en 1976. Con eso, los vizcaínos autóctonos han recorrido 4/5 del camino a la extinción en solo 47 años. Solo les quedaría el último quinto. ¿Lo sabía el lector? ¿Lo saben los vizcaínos y los vascos en general?

3.- En 2023, en las provincias de Zamora y Orense, hubo 4,8 muertes de personas nacidas en España por cada nacimiento de madres nacidas en España. ¡Casi 5 a 1! En Lugo, Orense y Asturias, de 3,6 – 3,9 a 1. En un total de treinta provincias, el balance fue de 2 a 1 o superior, y de 1,9 a 1 a nivel nacional. ¿Lo sabía el lector? ¿No debería ser un dato muy conocido y de máxima preocupación para los españoles en general, y la gente de las provincias peores y sus respectivas CC.AA. en particular?

4.- En los últimos nueve años han venido a España 3 millones de inmigrantes netos a España, todos extracomunitarios, pese a que el número de parados reales no ha bajado desde 2015 –a mayores, desde 2008– de los 4 millones largos . La llegada de inmigrantes por razones económicas –personas en legítima búsqueda de prosperar en países más ricos– se justifica para cubrir vacantes en el mercado laboral que cause la falta de nacionales disponibles para los puestos de trabajo correspondientes. ¿Cómo es posible que en una España con tantísimo paro y déficit público estructural, la gestión de la inmigración sea tan manifiestamente contraria al interés general, y en particular, al de los parados de larga duración, los españoles de clase media-baja y baja, y los inmigrantes bien arraigados, que son los que compiten laboralmente con los nuevos inmigrantes y sufren el incremento de delincuencia que esta nueva inmigración acarrea, así como para la economía y los contribuyentes por la carga fiscal que esta riada humana implica para el Estado en subsidios y prestaciones públicas? ¿Cómo puede ser que nuestros gobernantes y el grueso de las voces prestigiosas que hablan de economía digan que necesitamos más inmigrantes… habiendo cuatro millones y pico de parados?

5.- El 50 % de los bebés de 2022 de Salt (Gerona) eran hijos de una mujer nacida en África, llegándose en total al 74 % de bebés con madre nacida en el extranjero. En Níjar, Almería, estos porcentajes fueron en 2022 del 56,5 % y el 69,1 %, respectivamente. En Manlleu (Barcelona), del 50,5 % y el 62,1 %. En su gran mayoría, esas madres africanas eran marroquíes. ¿Lo sabía el lector?

6.- Francia, Bélgica, Suecia y numerosos lugares de otros países de Europa –en particular, las famosas zonas «no go», es decir, territorios donde su país es un Estado fallido– tienen una creciente fractura social por la dificultad de integrar a su abundante población islámica, casi toda ella africana o asiática de nacimiento, o descendiente de inmigrantes africanos o asiáticos. Los terribles atentados yihadistas en Europa en los últimos 20 años, o la violenta revuelta de franceses de origen magrebí –nativos el Norte de África y descendientes suyos ya nacidos de Francia– en junio de 2023, que causo tremendos estragos (varios muertos y un millar largo de heridos, 12.000 vehículos quemados, cientos de edificios atacados y muchos incendiados, etc.), evidencian el mayúsculo problema de integración y cohesión social existente.

La falta de nacimientos de los españoles y europeos/occidentales, reflejo de una sociedad que ha desvalorizado de forma suicida la maternidad, la paternidad y la estabilidad matrimonial –en España ya no se casa la mitad de la gente o más, y de los que se casan, se acaban divorciando la mitad–, nos aboca a una continua pérdida de población autóctona por más muertes que nacimientos, y a que la que vaya quedando esté más y más envejecida. Y aunque en España no se necesitará nueva inmigración numerosa mientras tengamos millones de parados –otra cosa es inmigración selectiva para ciertos perfiles especializados–, a partir de 2030–2035, los españoles, por su siberiano invierno demográfico, tendrán que elegir entre más inmigración, jubilaciones aún más tardías o más vacantes laborales, con las limitaciones y problemas de cada una de estas opciones. La población española autóctona, si no repunta la fecundidad, no pasaría hacia 2100 de 16 millones de personas, de las que la mitad tendrían 65 años o más. Y la gente que vive sola, cuyo número se ha multiplicado por seis en porcentaje de la población en el último medio siglo, será más y más numerosa. ¿Cómo es posible que se de tan poca importancia a semejante desastre humano y nacional?

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Seguidamente, se reproducen, con ciertos cambios, partes de una reciente conferencia del autor de este artículo, organizada por el Centro Diego de Covarrubias, con preguntas y respuestas sobre aspectos clave de la cuestión migratoria.

¿Podemos compensar solo con extranjeros el catastrófico déficit de natalidad de los españoles?

No. Los inmigrantes no paran el proceso de envejecimiento social, solo ralentizan algo su avance. Relativamente pocos extranjeros cubren empleos cualificados. No solucionan la soledad y el desierto afectivo por falta de niños y la desestructuración familiar. Y además están los riesgos de integración, por exceso de inmigración y/o choque de valores culturales. Por otra parte, la inmigración como solución a la falta de niños propios parte del (patético y «señoritil») principio de que siempre habrá gente en países más pobres que tengan hijos «por nosotros» y nos los envíen de mayores a los países ricos para solucionar el deterioro demográfico que conlleva nuestra falta de descendencia. ¿Y si sus países progresan y su gente deja de querer emigrar a una Europa decrépita?

¿Qué papel juega el Estado de Bienestar en la atracción y retención de inmigrantes no necesarios para el mercado laboral?

Un papel decisivo. Sin un Estado de Bienestar muy pasado de vueltas sería inexplicable que, con más de cuatro millones de parados reales, en los últimos nueve años hayan venido a España tres millones netos de inmigrantes más. O que, habiendo alcanzado un 60% de paro los africanos en España en 2013, su población residente en nuestro país no menguase ni un 1% en los dos años siguientes, y que a partir de la segunda mitad de 2015, aún con muchísimo paro, volviera a aumentar.

¿Es viable una sociedad multicultural?

No parece fácil, según se ve en Francia, Bélgica, Suecia... El Líbano era una sociedad multicultural exitosa hasta hará unos 55 - 60 años –«la Suiza de Oriente Próximo»–, cuando los cristianos eran muy amplia mayoría. Después pasó lo que pasó.

¿Delinquen mucho los inmigrantes, o esa idea es solo un bulo xenofóbico?

La inmensa mayoría de los inmigrantes no delinquen, pero las tasas de delitos «duros» por 100.000 extranjeros –en especial, de americanos y africanos–, yihadismo incluido, son muy superiores a las de los españoles. En homicidios de Viogen, sus tasas son más del triple que las de los españoles. Es otra razón de peso para ser selectivos con la inmigración, y admitir solo la que precise el mercado laboral y se integre mejor.

¿Tienen los inmigrantes muchos más niños que los españoles?

En hijos por mujer, solo los musulmanes. Los demás inmigrantes, incluso un poco menos que los españoles. Pero como una parte muy grande de los inmigrantes de cualquier procedencia vienen a España en edad fértil, sumando los de religión islámica y los otros, entre todos, añaden muchos bebés. En torno al 40 % de los nacidos en España en 2023 habrían tenido al menos un progenitor de origen extranjero –en general los dos–, según nuestras estimaciones.

¿Tenemos muchos inmigrantes en España solo por los gobiernos de izquierdas?

No. En abril de 1996 había en torno a un millón (la mitad, europeos occidentales). En abril de 2004, casi 4 millones, tras llegada masiva de extraeuropeos y gente de Europa oriental. Murcia es la comunidad autónoma más islamizada de España, sin gobierno de izquierda desde 1995. Y Cataluña y el País Vasco han tenido muchos años de gobiernos nacionalistas, pero no «zurdos».

¿Se aprovechan los inmigrantes de las ayudas públicas?

Claro, como haríamos cualquiera si estuviéramos necesitados y nos las dieran. No es censurable. Hacen lo que deben: buscarse la vida donde mejor creen que lo conseguirán. Pero no son extranjeros los responsables del despilfarro público y efecto llamada con esas ayudas, sino políticos españoles, apoyados por intelectuales, otra gente influyente y votantes españoles.

¿Es éticamente correcto aceptar incondicionalmente a todos los extranjeros que quieran venir a España? ¿Y rechazarlos a todos de plano?

Ninguna de ambas cosas es correcta moralmente, ni es inteligente. Pero si pecamos de algo en España es de lo primero (aceptar a todo el que entra y se queda, aunque entre o se quede ilegalmente, y aunque tengamos varios millones de parados), y apenas nada de lo segundo.

NB. Una precisión final. Todo lo referido a inmigración en este artículo se refiere a la de tipo económico. Esto es, a personas que -legítimamente- quieren mejorar su nivel de vida tratando de emigrar a países más ricos, y a la demanda / necesidad de esas personas para las empresas de los países de acogida. Lo que aquí se dice no es de aplicación a exiliados o refugiados políticos, a los que hay deber moral de socorrer ante el grave peligro mortal que puedan correr, si bien ese auxilio debe ser concretado, deseablemente, de forma menos desastrosa que la gestión de Angela Merkel en la crisis de refugiados de 2015, que desgarró Alemania y muy posiblemente coadyuvó a que la UE perdiera al Reino Unido.

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¡Recobremos cuanto antes la cordura demográfica, para que la natalidad y la estabilidad familiar repunten de forma apreciable, y la inmigración se gestione de manera ordenada y racional! De otro modo, estamos abocados a un pueblo español classic cada vez más decrepito y menguante, y a un riesgo creciente de que nos pase algo parecido a lo de Francia / Bélgica / Suecia en lo multicultural. Avisados estamos.

  • Alejandro Macarrón Larumbe, ingeniero y consultor de estrategia empresarial y coordinador del Observatorio Demográfico del CEU-CEFAS
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