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Andrés Amorós
Crónica deAndrés AmorósPamplona

Los imponente Miuras cierran la Feria del Toro

Colombo abre la Puerta Grande y Manuel Escribano corta una oreja

Actualizada 00:26

Imagen del toro metiendo la cabeza en el mismo burladero

Imagen del primer toro de la tarde, metiendo la cabeza en el burladeroEFE

Para la que ha elegido llamarse «Feria del Toro», con mayúsculas, ¿qué mejor broche que una corrida de Miura? La leyenda viva, el símbolo del toro que da miedo. Y no una más, sino unos Miura «para Pamplona»: se supone, los más espectaculares de presentación y de pitones.

Así ha sucedido, en este último festejo: toros muy altos, muy largos, muy serios, muy armados. Y con lo que se supone que llevan dentro estos toros: personalidad, listeza, aprenden rápido. Menos mal que la Casa de Misericordia ha elegido una terna muy experimentada.

Los toros de Miura sacan esta tarde las dificultades esperadas; los diestros las afrontan y, gracias a la generosidad de este público, Manuel Escribano corta un trofeo y Colombo, tres, abriendo la Puerta Grande.

Jesús Enrique Colombo, triunfador de la última corrida de San Fermín

Jesús Enrique Colombo, triunfador de la última corrida de San FermínEFE

Aunque Antonio Ferrera pase ahora buena parte de la temporada en México, donde la presentación y, sobre todo, la casta de las reses es muy distinta, él sabe de sobra lo que son los Miuras. Con esta ganadería realizó aquí una de sus mayores apuestas, al matar seis en San Fermín, el año 2022, cediendo sus honorarios a la Casa de Misericordia. Y, esa tarde, se adornó picando al último toro. Es decir, lo mismo que hizo, hace años, Luis Miguel Dominguín, en Vista Alegre: el ejemplo de esa lidia total a la que Ferrera también aspira.

El primer toro, imponente, parece flaco, a pesar de sus 640 kilos. Da lugar a una imagen única: mete la testuz entera dentro del burladero, queriendo coger al banderillero, que ha de agacharse para no recibir la cornada en la cabeza. El toro embiste con cierta nobleza, un poco soso. Ferrera le saca algún natural suave, de uno en uno; resuelve con cierta facilidad las complicaciones. Mata defectuoso, aprovechando el viaje.

El cuarto, muy abierto de pitones, playero, acude pronto pero apenas pasa, pega cabezazos. En un descuido, casi hiere a Ferrera, que se luce sólo en los doblones y mata con habilidad, alargando el brazo.

Antonio Ferrera, con el segundo de su lote

Antonio Ferrera, con el segundo de su loteEFE

El segundo atrae todas las miradas, es el más llamativo de todos. Además, se llama Tahonero, es hermano del que Escribano indultó en Utrera (el primer Miura indultado de la historia). Lo recibe a porta gayola, con gran mérito. Desgraciadamente, al rematar en el burladero, el toro se parte el pitón por la cepa: gran decepción. Lo sustituye un sobrero de Cebada Gago que mansea mucho, no se deja picar. Comparte banderillas Escribano con Colombo, sin brillo, salvo el jugueteo final de los dos, que encanta al público. (Es lo que antes hacían, por ejemplo, los Bienvenida y los Dominguín). Aprovechando que el toro quiere irse, Escribano le da cuatro muletazos de rodillas; luego, el toro protesta, sin clase alguna. En una faena de imposible lucimiento, no entiendo que suene la música. El toro de Cebada Gago ha resultado peor que todos los Miuras. Manuel mata con habilidad, a costa de recibir un pitonazo en el pecho.

Escribano acude también a porta gayola en el quinto, que de salida no le hace ni caso. Embiste sin maldad pero sin emplearse. Lo deja lejos y va con alegría al caballo, recibe un buen puyazo de Juan Peña. En banderillas, el tercer par, quebrando por dentro, en tablas, es arriesgado de verdad. Comienza la faena Escribano en el centro con un muletazo cambiado: aunque no sea lo que yo prefiero, hacérselo a un Miura tiene mérito. Le busca las vueltas a un toro que dice poco; uno a uno, le saca muletazos templados. Un rotundo espadazo da lugar a una generosa oreja.

Manuel Escribano con el quinto de la tarde, al que cortó una oreja

Manuel Escribano con el quinto de la tarde, al que cortó una orejaEFE

Sin caer en fáciles demagogias, me parece claro que algunas empresas no le están dando a Manuel Escribano el trato que merece por su trayectoria, tan unida a reses duras. Ejemplo claro y reciente: no aparece en los carteles, que acaban de darse a conocer, de Bilbao, donde le he visto triunfos importantes. Algo contrapesa este olvido el reciente libro Tauromaquia y verdad. Reflexiones tras veinte años de alternativa, escrito en colaboración con Antonio Ramírez de Arellano, que puede ayudar a muchos a valorar justamente su carrera.

Más joven que sus compañeros de cartel es el venezolano Jesús Enrique Colombo pero tampoco carece de experiencia lidiadora, en América y en España. Abrió la Puerta Grande de Pamplona, hace un año, con los toros de Miura. Por sus facultades físicas, su estilo espectacular y su facilidad para conectar con el público, es pintiparado para Pamplona.

El tercer toro es agalgado, a pesar de sus 600 kilos: «un tranvía», decían antes. Lo pican trasero. Humilla pero queda corto. El tercio de banderillas de Colombo es poco lucido. Con la muleta, resuelve la papeleta con facultades y habilidad. Mata con decisión y le premian con una muy generosa oreja. Que la razón básica para premiar una faena sea que el toro caiga pronto me parece una lamentable falta de criterio.

El último, un precioso cárdeno salpicado, acude de lejos al caballo, lo pica bien Israel de Pedro. Es pronto, violento, aprieta en banderillas, transmite mucho. Colombo lo llama desde el centro, aguanta las fuertes embestidas. Por la derecha, logra algunos templados muletazos y mata volcándose: es segura la Puerta Grande, después de la oreja anterior, pero concederle ahora dos me parece muy exagerado. A sus grandes facultades une facilidad y oficio, pero no me gusta que haga repetidos gestos, buscando la complicidad del público.

Hemos escuchado el «¡Pobre de mí!»; ha sonado el Vals de Astrain; las peñas han celebrado el Riau-Riau. Ha concluido San Fermín: ¡hasta el próximo año! Nos hemos emocionado hoy con Alcaraz, con el triunfo en la Eurocopa y con los imponentes Miuras: ¡vaya domingo! Aunque a algunos les pese, tres motivos, junto a muchísimos más, para sentirnos orgullosos de ser españoles.

FICHA

  • Pamplona. Feria de San Fermín. Domingo, 14 de julio. Lleno. Toros de Miura, de imponente presentación y diversos grados de dificultad; 2º, sobrero de Cebada Gago, muy manso.
  • ANTONIO FERRERA, de buganvilla y oro, pinchazo defectuoso y dos descabellos (silencio). En el cuarto, estocada caída (silencio).
  • MANUEL ESCRIBANO, de grana y oro, estocada y tres descabellos (silencio). En el quinto, buena estocada (oreja).
  • JESÚS ENRIQUE COLOMBO, de negro y oro, estocada perpendicular (oreja). En el sexto, buena estocada (dos orejas). Sale en hombros.
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