Después de San Fermín: vencedores de la Feria y próximos festejos
Sus festejos taurinos son únicos, en lo bueno y en lo menos bueno: en un mundo cada vez más globalizado, más uniforme, la singularidad vende
Un año más, San Fermín ha supuesto un acontecimiento único, que atrae la atención –taurina y no taurina– en España y en el mundo. Es muy fácil sacar algunas conclusiones.
La primera y más evidente: el atractivo de San Fermín no disminuye. Sus encierros son un espectáculo único, seguido en el mundo entero por televisión. Sus festejos taurinos también son únicos, en lo bueno y en lo menos bueno: en un mundo cada vez más globalizado, más uniforme, la singularidad vende.
A pesar de la masificación y del aparente caos, en Pamplona, todo funciona. En los toros, la Casa de Misericordia mantiene firme el timón: es la Feria taurina en la que hay más número de abonados y se coloca más veces el cartel de «no hay billetes».
Ante la dificultad de contratar a algunas figuras, se optó, hace años, por la fórmula «la Feria del Toro». Es un acierto: ésa es la base de la Fiesta. Además, los navarros lo viven con fervor: en Pamplona, esa semana, se puede vivir una jornada entera, desde la mañana hasta la noche, en torno al toro bravo, nuestro gran tótem nacional.
Este año, la indiscutible ganadería triunfadora ha sido Victoriano del Río, con una corrida sobresaliente, encastada y noble. Muy buena ha sido también la de Fuente Ymbro, con casta y movilidad. Entre las divisas duras, han mantenido su cartel José Escolar y Miura, cada una en su línea. Y también en Pamplona, como en todas partes, ha abundado, por desgracia, el toro que «se deja», justo de casta, fuerza y bravura.
El triunfador indiscutible ha sido Roca Rey, que ha vuelto a dar aquí su mejor versión, con ambición, capacidad y entrega. Y, a pesar del ambiente de la Plaza, ha moderado esta vez los recursos populistas.
A su lado, Borja Jiménez ha demostrado que su triunfo no es pasajero, pagando con sangre su entrega y su toreo de verdad. (También pasó a la enfermería Isaac Fonseca, que pagó el gesto de empeñarse en torear sin estar en plenas condiciones físicas).
Tomás Rufo ha demostrado que es capaz de torear muy bien, dentro de la línea clásica.
Emilio de Justo está recuperando un estilo de mayor flexibilidad , al mejorar su condición física.
También ha abierto la Puerta Grande Colombo, la tarde de los Miura, por tres orejas concedidas con excesiva generosidad.
Sale fortalecido de Pamplona Pablo Aguado: con un toro ideal, supo mostrar la naturalidad de su estilo. También han cortado un trofeo Perera, Román, Fernando Adrián. Ginés Marín y Manuel Escribano. Lo perdió por la espada pero mostró su gran capacidad lidiadora Daniel Luque, obligado a competir a distancia con Roca Rey. Y, con una dura corrida de Escolar, cayó de pie en Pamplona el colombiano Juan de Castilla.
Con los honores máximos y un enorme cariño ha despedido Pamplona a Pablo Hermoso de Mendoza, que entrega la antorcha a su hijo Guillermo. Espero que, a partir del año próximo, actúe en San Fermín Diego Ventura, el indiscutible número uno del toreo a caballo.
Como en las demás Ferias, se ha echado de menos a Morante. Deseo que se recupere pronto. Y habría sido bonito que se despidiera también de este público Enrique Ponce.
Un hecho indiscutible, que repetiré sin cansarme: aunque algunos pretendan disimularlo, los encierros son el prólogo de las corridas de toros, no tendrían sentido sin ellas.
Ya han cantado los mozos el «¡Pobre de mí!...». ¡Hasta el próximo año! Llegan ahora las Ferias de Santiago, Valencia y Santander. En agosto, entre otras muchas, Málaga y las Ferias del Norte: Pontevedra, Gijón, San Sebastián, Bilbao… Aunque algunos sectarios ignorantes intenten negarlo, España continúa siendo «la piel de toro». En El Debate, lo seguiremos contando.