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La escuela de Atenas (con Platón y Aristóteles en el centro) de Rafael Sanzio

La escuela de Atenas (con Platón y Aristóteles en el centro) de Rafael Sanzio

Qué es la «eudaimonía» en Aristóteles o su método para encontrar la felicidad

La virtud es la misma que buscaban los estoicos, el equilibrio. Pero en Aristóteles lo que no depende de nosotros, al contrario que en el estoicismo, como la salud o la belleza, sí es importante

«Eudaimonía» significa en griego «felicidad», pero no exactamente. «Estabilidad» o «bienestar» es más aproximado. Todo está en los filósofos griegos y en los filósofos griegos todo está en el equilibrio. Aristóteles habló de la vida virtuosa. La vida como debe ser vivida desde la racionalidad: el mayor antídoto contra la incertidumbre o el azar.

Buscar un «bien perfecto»

Por medio de la razón se llega a una cumbre desde donde se divisa la propia vida llena de sentido. Una verdadera escalada humana con dos vertientes: la formal y la material. Por la formal se asciende a través de la búsqueda de un bien perfecto, en el sentido de que este no se persigue para hallar otra cosa. No hay cosas de por medio y no necesita de ninguna: un bloque, un bien indiscutible y autónomo difícil de identificar.

La otra cuesta es la material cuya camino muestra la meta de la esencia de uno mismo. Descubrir para qué se está aquí. Hay que elevarse dejando en la tierra los placeres fugaces para alcanzar el placer definitivo en esas alturas sabiendo lo que se ha de encontrar. Allí a lo lejos de esa búsqueda está la excelencia, la guinda definitiva y necesaria para lograr la meta aristotélica: el «Estado de satisfacción debido generalmente a la situación de uno mismo en la vida», como dice la RAE, que la llama «eudemonía».

«Un blanco para vivir bien»

En este punto, para Aristóteles se ha llegado a «una actividad del alma racional según su virtud propia». Parece demasiado, pero el discípulo de Platón todavía pretende más: «todo el que es capaz de vivir de acuerdo con su propia elección debe fijarse un blanco para vivir bien –honor o gloria o riqueza o cultura- y, manteniendo sus ojos en él, regular todos sus actos, pues el no ordenar la vida a un fin es señal de gran necedad».

La virtud es la misma que buscaban los estoicos, el equilibrio. Pero en Aristóteles lo que no depende de nosotros, al contrario que en el estoicismo, como la salud o la belleza, sí es importante. La «eudaimonía» es buscar la plenitud, el sentido de la vida, y en este punto muchos, probablemente, se sientan como los peces del principio de El sentido de la vida de los Monty Python.

El estado del bienestar

Pero no hay que desfallecer. «Hacer y vivir bien» es la sencilla y al mismo tiempo difícil definición que Aristóteles da de esta peculiar felicidad. Las más alta felicidad. Tan alta y al mismo tiempo tan cercana porque, a pesar del pensamiento, de la racionalidad y de la acción, la «eudaimonía» de Aristóteles es el bienestar, la prosperidad que el hombre, cualquiera que sea su circunstancia, ansía incluso sin filosofar: la cumbre deseada que se mencionaba antes desde donde se contempla que todo va bien.

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