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Mario de las Heras

Otro «horreur woke» de Jolly en la ceremonia de clausura de los Juegos de París

Un espantapájaros dorado (un supuesto viajero del tiempo) fue el protagonista de un espectáculo tenebroso y carente de belleza, maquillado con la breve actuación final... y con Tom Cruise y los Red Hot Chili Peppers, que ya eran parte de Los Ángeles 2028

Madrid Actualizada 00:26

Un momento de la ceremonia de clausura de los Juegos de París 2024EFE

Un coro y una cantautora interpretaron Sous le ciel de Paris (bien orgullosa debe de estar Edith Piaf de seguir siendo considerada un símbolo francés) al lado de la llama olímpica o del globo olímpico. Era raro. Parecía el inicio de La Gran Belleza por el ambiente. Leon Marchand, el gran campeón de natación, se llevó el fuego en una linterna decimonónica, caminando.

Una 'Marsellesa' sin fuerza

En la orquesta iban todos con camiseta y zapatillas y la directora era una mujer. Al flautín y entre cuerdas La Marsellesa sonó desprovista de todo ímpetu guerrero, de toda emoción atávica. Parecía compuesta por John Williams para una película de Steven Spielberg sin mucha aventura. La diversidad apareció en un totum revolutum de banderas. Había que ir buscando los colores (no era fácil) para encontrar a alguien.

Abanderados entran en el estadio durante la ceremonia de clausuraEFE

Pero no se encontraba nada. Luego salieron los deportistas, nada parecido a un desfile, más bien a la salida del cole o del instituto. Hubo un momento en que la música era inenarrable. Eurovisión. Los campeones enseñaban sus medallas a las cámaras. Se fueron colocando de aquella manera. 9.000 deportistas. Los Juegos de la sostenibilidad (no podían dormir porque no había aire acondicionado en la villa) al final trajeron Desire y We are the Champions y entonces se vio la emoción (con los clásicos).

Un extraterrestre feo

No terminó la competición con la tradicional Maratón masculina, sino con la femenina. Los Juegos de la paridad dieron estas medallas y allí, en medio de todo, se celebró esta ceremonia de premiación. No podía haber menos ilación en el espectáculo. Una lata considerable. El escenario tenía la huella del inefable Thomas Jolly y anunciaba «wokismo» sin solución: un viajero interestelar que llega al estadio, metáfora del barón de Coubertin, según contó la transmisión.

El espectáculo de clausura de los Juegos obra de Thomas JollyEFE

En este caso el barón de Coubertin el extraterrestre, era una especie de Eduardo Manostijeras dorado y con máscara, con muchas púas, que vino desde el cielo. Uno que se parecía a los de Daft Punk trajo la bandera griega en medio de la desolación figurada y real. Apareció la Victoria Alada de Samotracia, y luego aparecieron una suerte de ninjas-trapecistas. Muy feos. Todo era muy feo. También la música. Manostijeras dorado era lo más feo. Feo con ganas, con verdadera intención.

La breve actuación final

La cosa la iba explicando la comentarista: eran los vestigios de los Juegos, pero parecían los vestigios irreconocibles del arte. Un piano en vertical con un pianista vestido de espantapájaros ascendió de repente. Un tenor con capa de gasa negra cantando el himno Apolo. Unas estructuras rodantes eran los anillos olímpicos, que se elevaron en el cielo de Saint-Denis con el extraterrestre horrendo levantando triunfante el brazo de púas como si fuera bonito.

Un momento de la actuación de Phoenix en la ceremonia de clausuraEFE

Todavía faltaba la actuación final. Y entonces apareció Phoenix, el grupo del marido de Sofia Coppola, y su estupenda Lisztomania para proporcionar la belleza y el ritmo. Fue un Renacimiento al que se sumó el DJ Kavinsky y su Nightcall. Luego volvió Phoenix y hubo fiesta. Verdadera (y mínima) fiesta pop como buen postre de una mala cena de la que en los discursos sus responsables se mostraron asombrosamente satisfechos.

Los Ángeles 2028

Al final apareció Tom Cruise, que bajó con un cable y se llevó la bandera olímpica en moto, en avión y en paracaídas hasta Hollywood como Ethan Hunt al ritmo de los Red Hot Chili Peppers, que ya estaban cantando en la playa (también Snoop Dogg y Dr. Dre). Pero esto ya era parte de Los Ángeles 2028 y no de la acabada París 2024, cuya llama se apagó definitivamente (aunque aún quedaba una interpretación reivindicativa de la canción francesa Comme d'habitude que acabó siendo My Way) cuando Marchand llegó con el candil para soplarlo.