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Crónica deAndrés AmorósBilbao

Mejor los novilleros que la afición

Dejan buena impresión Jarocho, Aarón Palacio y Zulueta con poco público, en el primer festejo de la Feria de Bilbao

El novillero Jarocho, en el primer festejo de las Corridas Generales de BilbaoEFE

La suspensión, por lluvia, de la inicial corrida de rejones ha convertido esta novillada en el primer festejo de las Corridas Generales. Una estampa inédita y bien simpática: los tres jóvenes novilleros han acudido a la Plaza caminando, desde el Hotel Ercilla, escoltados por jóvenes aficionados.

Los novillos de José Cruz, bien presentados, con cierta casta; algunos, flojean y se paran. Con tres estilos totalmente distintos, los tres novilleros han demostrado sus cualidades: cortan una oreja Jarocho y Aarón Palacio; pudo acompañarles en el triunfo Zulueta, si no hubiera sido por la espada.

Acudimos una vez más a Bilbao con ilusión y respeto. Ésta ha sido siempre una de las grandes Ferias de la temporada. El respeto nacía, sobre todo, de la seriedad de los toros que aquí se lidiaban (al nivel máximo, junto con los de Pamplona y Madrid) y del cuidado de todos los detalles. Un ejemplo llamativo: el encanto del apartado matutino, en un local singular, discursito de presentación de los toros incluido. Durante años, ha defendido también su prestigio un Presidente, Matías, que no cedía a las presiones del público festivo. El Club Cocherito y el Club Taurino han mantenido el fuego sagrado de la afición: esta semana, con coloquios, antes y después de las corridas.

Desgraciadamente, no vive ahora esta Feria su mejor momento: no tiene ya los abonos de las empresas, ni el afecto de las instituciones públicas, ni el tradicional apoyo de «los de Neguri», cada vez menos… Ha cambiado el sistema de explotación de la Plaza: está por ver si para mejor. En el fondo, la crisis es de afición: no faltan jóvenes aficionados pero en todas las Plazas se están perdiendo algunas de sus señas de identidad. Me gustaría que eso no sucediera en Bilbao. La Plaza de Vista Alegre debe mantener su categoría, su atractivo y su tradicional seriedad.

El burgalés Jarocho, hijo de torero, ha triunfado este año en las Ferias principales, está a punto de tomar la alternativa. Acaba de sufrir un delicado percance en el oído: torea con un llamativo apósito, en la oreja. El primer novillo rueda por el suelo ya de salida: acierta Matías al devolverlo. El sobrero es un torito que embiste con celo. Jarocho maneja el capote con gusto. En el quite, Aarón se lleva una voltereta. En banderillas, el novillo se viene arriba, saca casta. Jarocho hace lo que debe: lo domina por bajo y corre bien la mano; sobre todo al natural, en un trasteo clásico de mérito. Intercala ayudados a dos manos, rodilla en tierra. Único lunar: prolonga, debió entrar a matar antes. Se le ve maduro, capaz, bien orientado. Mata con decisión pero trasero: justa oreja. A mi lado, comenta un niño: «¿Le han dado la que le faltaba?».

Jarocho, que ha sufrido un percance reciente en el oído, da la vuelta al ruedo tras cortar un trofeo al primero de su loteEFE

Recibe con un farol de rodillas y lances suaves al cuarto. Aunque el novillo no se entrega y se para pronto, le da la lidia adecuada y lo mete en la muleta. No ha sido posible la faena brillante pero ha mostrado su oficio. Lo estropea con la espada.

Veo por primera vez al aragonés Aarón Palacio, que ya ha cortado un trofeo en la Maestranza. Lo apodera El Tato, su paisano. Aplauden de salida al segundo novillo . Lo recibe Aarón con una larga de rodillas y verónicas vibrantes, cargando la suerte; en el ajustado galleo por chicuelinas, bordea otra vez la voltereta: ¡así venían antes los novilleros! El novillo cumple bien en el caballo, rompe el palo en la segunda vara. Conecta Aarón en seguida con el público por su valor seco y su entrega total, aunque a veces acuse, lógicamente, la inmadurez. El novillo se para pronto pero le saca naturales limpios, tragando mucho. La impericia se advierte al matar, con un feo pinchazo: ha perdido la oreja, que tenía ganada.

Se va Aarón a portagayola en el quinto, enlaza la larga con tres faroles de rodillas y verónicas, cargando la suerte: se ha metido al público en el bolsillo. Comienza con seis ayudados por alto, de rodillas. Se queda muy quieto, vertical. Aunque el novillo se para y protesta, él no da un paso atrás, se mete entre los pitones. La espada cae baja pero el público exige la oreja, que el presidente concede. El Tato, que fue un gran matador, le ha de enseñar a hacer bien la suerte.

Desplante de Aarón Palacio este lunes en la plaza de toros de BilbaoEFE

El sevillano Javier Zulueta, hijo del alguacilillo de la Maestranza, es la nueva esperanza sevillana. Intenta ir por la línea de la estética. Aunque el tercero flojea mucho y se quiere ir, luce su buen gusto en lentos muletazos, que el público aplaude. Una faena pulcra y medida, rematada con buenos ayudados a dos manos pero, igual que sus compañeros, falla con la espada.

Vuelve a mostrar Zulueta soltura con el capote en el último, que se derrumba, en banderillas. Intenta torear con ritmo y cadencia pero el novillo se para por completo y todo se queda en conato. No se puede torear a una estatua. Y vuelve a matar regular.

Pase de pecho del novillero sevillano Javier ZuluetaEFE

El resumen es bien sencillo: los novilleros han estado por encima de la afición de Bilbao. Suelo repetir que la categoría de una afición se mide, entre otras cosas, por demostrar interés por las novilladas. Los que no han venido, se han perdido una tarde muy entretenida pero demasiado larga: casi tres horas, por los fallos con la espada.

Los tres jóvenes tienen estilos muy distintos. El tópico de los caracteres regionales encaja aquí bien: la seria lidia castellana de Jarocho; la entrega total del valiente aragonés Aarón Palacio; el fino estilo sevillano de Zulueta. Eso sí, los tres han de aprender a manejar mejor la espada; sin eso, no se puede ser torero. Y, sin acudir a ver a los novilleros, no se puede presumir de buen aficionado.

ficha

  • BILBAO. Plaza de Toros de Vista Alegre. Corridas Generales. Pobre entrada. Novillos de José Cruz, bien presentados y, en general, encastados, aunque algunos flaquean y se paran.
  • JAROCHO, de celeste y oro, estocada trasera (oreja). En el cuarto, 5 pinchazos (aviso, silencio).
  • AARÓN PALACIO, de canela y oro, pinchazo defectuoso y 4 descabellos (saludos). En el quinto, estocada corta baja (oreja).
  • JAVIER ZULUETA, de blanco y oro, 2 pinchazos y estocada (saludos). En el sexto, pinchazo, estocada y 3 descabellos (palmas de despedida).