Triunfa el sobrio clasicismo de Emilio de Justo
Con manejables toros de Cuvillo, Perera pudo acompañarle también en el éxito
Borja Jiménez ha calentado una Feria que está tiritando, por la falta de público. A quien ha conocido, como yo, la Plaza de Bilbao hace años, la imagen actual de los tendidos le resulta desoladora: ésa es la realidad y no sería honesto ocultarla.
Los toros de Núñez del Cuvillo salieron buenos en El Puerto de Santa María; flojos, en San Sebastián; «se dejaron» (¡horrible término!) en Gijón. Esta tarde, se protesta a algunos de salida, aunque están bien armados; en general, son nobles y dan buen juego. Destacan tercero, cuarto y quinto.
Un cartel de tres diestros veteranos. Los tres son buenos toreros y están en forma, pero han superado los cuarenta años: ¿no sería más lógico mezclarlos con algún diestro más joven, menos experto, que intente apretarles, para darse a conocer al gran público? Así se solía hacer antes y me parece más lógico.
Desde su reaparición, Sebastián Castella está toreando mejor pero, últimamente, está teniendo poca fortuna en los sorteos y con la espada. Protestan de salida el primero, que humilla. Recibe poco castigo. Saluda Viotti por dos buenos pares. El toro embiste con castita y nobleza pero dice poco. El trasteo es correcto, con oficio: destacan algunos naturales suaves, pero pronto se queda corto el toro y transmite muy poco. Mata fácil, trasero. A punto de descabellar, un inesperado derrote del toro le levanta del suelo: la voltereta ha añadido la emoción que en la faena había escaseado.
Remendado en la cintura con una gran venda blanca, recibe al cuarto, un bonito melocotón, que no se entrega en el capote ni en el caballo: el picador ha de echarse encima, sin respetar las rayas. Se luce José Chacón con un buen par. En la muleta, el toro ha despertado, embiste con prontitud y fijeza, repite, le permite a Castella trazar largos derechazos; por la izquierda, protesta más y desarma. Vuelve a la derecha y recurre al encimismo pero la presentida faena se ha quedado a medias. (Para los no aficionados: un toro puede embestir con gran nobleza por un lado y crear problemas por el otro: por eso es tan necesario que el diestro lo sepa ver con rapidez). Entra a matar con decisión pero la espada queda desprendida.
Tiene enorme mérito que Miguel Ángel Perera reaparezca esta tarde en Bilbao, después de haber sufrido hace cinco días, en San Sebastián, la fractura de dos costillas. Los toreros siguen siendo héroes, hacen lo que casi nadie haría. Ya entra al quite por chicuelinas apretadas en el primero, quizá para demostrar (y demostrarse) que no le afecta la lesión.
Sale alegre el segundo, bien armado. Lo recibe a pies juntos. Le pican poco y se protesta. El toro embiste con nobleza pero pronto se apaga. A Perera, muy mandón, le cuesta conectar con el público, con este toro. Cuando se para, recurre a torear muy de cerca. La espada queda caída.
El quinto acude de largo las dos veces al caballo y Juan Melgar mide bien el castigo. El toro galopa en banderillas, se luce Fini. Comienza Perera de rodillas, aprovechando la alegre embestida del toro: traza solemnes y mandones derechazos. También por la izquierda, el toro va bien, le permite a Miguel Ángel enroscárselo a la cintura en suaves naturales. Un excelente toro y una faena de torero poderoso. Como está a gusto, alarga el trasteo con muletazos invertidos (lo menos bueno y lo más aplaudido, como suele suceder). Mata a la tercera: como otras tardes, la espada le ha quitado el seguro trofeo.
Esta temporada, Emilio de Justo parece haberse recuperado plenamente de su gravísima lesión en el cuello: eso le está permitiendo torear con más naturalidad y alcanzar nuevos triunfos. Dentro de poco, afrontará el gran reto de matar seis Victorinos en Valladolid.
A pesar de sus pitones, también pitan de salida al tercero. Lo recibe Emilio con buenas verónicas y el toro va al suelo. Apenas lo pican. Arriesga Morenito de Arlés, con los palos. El toro acude pronto a la muleta y repite. Emilio de Justo, muy firme, encajado en la oscura arena, levanta la primera gran emoción de la tarde. Los naturales mandones, con la mano muy baja, provocan un clamor. Remata con ayudados por bajo a dos manos, con hondo sabor. Ha sido una faena seria y clásica, sin moderneces. Mata con decisión, aunque la espada quede desprendida: justa oreja.
Sale muy suelto el último, un precioso burraco, y la lidia se desordena. Emilio ha debido ocuparse más de fijarlo. Muy seguro está El Algabeño, con lo palos. Comienza la faena de Justo doblándose, rodilla en tierra. El toro embiste sin maldad pero dormidito, se quiere rajar. Logra el diestro muletazos aceptables pero el trasteo no tiene unidad ni emoción. Y remata la tarde con una gran estocada, No ha podido completar el triunfo pero deja buena sensación. Lo he visto firme, seguro: en este final de temporada, puede dar todavía grandes tardes.
Con toros manejables, tres diestros veteranos han debido cortar más trofeos: la espada, siempre, es decisiva.
Con la llegada de las primeras figuras, ¿responderá el público de Bilbao como debería haberlo hecho estas tres tardes? Está por ver…
POSTDATA. En el coloquio del centenario Club Cocherito (el más antiguo de España, junto con el Club Taurino de Murcia), me preguntan por algo que se podría mejorar, en la Plaza de Bilbao. Entre otras cosas, mucho más importantes, señalo un detalle muy concreto: durante la lidia, continuamente salen y entran espectadores a su localidad, llevando vasos en la mano. No hay ningún acomodador que les advierta de que está prohibido. No es un detalle menor. Además de arte y espectáculo, la Fiesta es un rito. Si eso se perdiera, casi todo estaría perdido. Una Plaza de Toros no es una discoteca.
FICHA
- BILBAO. Plaza de Toros de Vista Alegre. Corridas Generales. Miércoles 21 de agosto. Pobre entrada. Toros de Núñez del Cuvillo, nobles y manejables, en general; destacan 3º, 4º y 5º.
- SEBASTIÁN CASTELLA, de azul noche y oro, estocada trasera (saludos). En el cuarto, estocada desprendida (saludos).
- MIGUEL ÁNGEL PERERA, de azul y oro, estocada caída (saludos). En el quinto, 2 pinchazos y estocada (aviso, saludos).
- EMILIO DE JUSTO, de negro y oro, estocada desprendida (oreja). En el sexto, gran estocada (ovación de despedida).