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El ministro de Cultura, Ernest UrtasunEFE

Urtasun impulsa el 'Plan de derechos culturales', otra cortina de humo para implantar el sectarismo oficial

El ministro «invita a la ciudadanía a participar en la eleboración» a través de una plataforma en línea

Die el Ministerio de Cultura que está avanzando en la elaboración del Plan de Derechos Culturales. Todo «en paralelo a la labor que están realizando los grupos de trabajo formados por expertos y agentes sectoriales».

La Dirección General de Derechos Culturales ha puesto este viernes en marcha una plataforma en línea para que la «ciudadanía» comparta sus aportaciones con el objetivo de «enriquecer de forma colaborativa y desde distintas perspectivas el contenido del plan, que incluirá tanto un diagnóstico de situación, como una serie de propuestas en ámbitos específicos».

Estas aportaciones culturales serán verificadas por los expertos seleccionados por el Gobierno, incluida la Conferencia Sectorial de Cultura, donde se «canalizarán» las aportaciones de las comunidades autónomas, así como los «encuentros sectoriales». Cualquiera diría que este plan lo dirige un soviet, esas organizaciones que Lenin describió como «abiertas e inclusivas».

El plan «soviético» de Urtasun se está organizando en trece «ejes temáticos» de nombres tan reveladores como los siguientes: ‘Adecuación normativa y buenas prácticas’, ‘Cultura intergeneracional’, ‘Derechos digitales’, ‘Desarrollo local y acción comunitaria’, ‘Desigualdad’, ‘Discapacidad’, ‘Diversidad étnica’, ‘Diversidad lingüística’, ‘Educación’, ‘Evaluación de políticas culturales’, ‘Igualdad de género’, ‘Mediación’ y ‘Sostenibilidad y Agenda 2030’.

«Una ventana de diálogo»

Una hoja de ruta «woke» gubernamental en toda regla. Se prevé presentar el texto definitivo en mayo de 2025 tras la «depuración» de las comisiones sectoriales y demás creaciones burocráticas con la intención de que este Plan de Derechos Culturales se exponga en el marco del foro internacional de cultura Mondiacult 2025, impulsado por la UNESCO (la organización favorita del ministro) en Barcelona.

Según Urtasun, este Plan de Derechos Culturales «tiene que ser un proceso para escuchar, para dialogar y para que los ciudadanos en España se sientan partícipes de algo común. Porque los derechos culturales no son una cosa inmóvil, es algo que vamos construyendo paulatinamente entre todos y todas». Una «ventana de diálogo va a dotar a España de una posición de vanguardia en los derechos culturales en Europa».

Una revelación es la de la directora general de Derechos Culturales (¿Por qué existe una dirección general de derechos culturales, y qué son los derechos culturales?), Jazmín Beirak, quien explicó que hablar de derechos culturales «nos permite cambiar la noción de cultura y la relación que tenemos con la cultura. Dejar de entenderla únicamente como un producto, como un objeto de consumo, como un espectáculo, como una mercancía, y entenderla como una práctica social, como lo que forma parte del desarrollo integral del ser humano, como un campo de capacidades que tenemos todas las personas de pensar, de imaginar, de crear, de generar comunidad. Por tanto, es un derecho esencial». Wokismo, revisionismo, ideología, adoctrinamiento en estado puro con la cobertura de la supuesta participación ciudadana.

«Diversidad cultural»

Con el Plan de Derechos Culturales el Ministerio admite que pretende cambiar la percepción de la cultura desde el principio, como por otro lado se ve en otras manifestaciones, como la descentralización, el ataque a la tauromaquia, el arte «woke», la revisión del arte clásico en todos sus géneros o la censura en general. Este plan es la burocratización de una idea de demolición, mientras oficialmente dicen que pretenden «garantizar que todos los ciudadanos puedan acceder y disfrutar de la cultura en condiciones de igualdad, promoviendo la diversidad cultural y protegiendo los derechos de las personas que crean y trabajan en el sector».