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Mario de las Heras

Motos y Broncano: la nueva imagen de las dos Españas

Existieron Quevedo y Góngora, Napoleón y Kutúzov, Los Beatles y los Rolling Stones, Borg y McEnroe... y ahora, en la España de Sánchez, Motos y Broncano

Madrid Actualizada 04:30

Pablo Motos y David BroncanoGTRES

Podría decirse que la historia televisiva de Pablo Motos y David Broncano es la historia del mundo. También de España. Existieron Quevedo y Góngora, Napoleón y Kutúzov, Hemingway y Faulkner, Bette Davis y Joan Crawford, Los Beatles y los Rolling Stones, Borg y McEnroe... y ahora, en la España de Sánchez, Motos y Broncano.

Laurel y Hardy

Casi no se habla de otra cosa, aunque hay muchísimas más cosas y muchísimo más importantes, de las que hablar. Pero, ¿y si en realidad, todas esas muchísimas cosas muchísimo más importantes estuvieran comprendidas en algo tan noticioso como Motos y Broncano?, algo así como una pareja cómica, como Laurel y Hardy, donde se encierra la sociedad. La sociedad (casi) entera estaba entre Quevedo y Góngora, igual que entre Borg y McEnroe.

Lo peliagudo es que ahora está entre Motos y Broncano. Motos ahí estaba, henchido de audiencia y de éxito, un poco como Mario Conde, pero sin estafa (al menos económica), hasta que henchido de audiencia y de éxito se salió de su género para entendérselas con el poder. Felipe González no se lo perdonó al banquero y Pedro Sánchez no se lo perdona al presentador. El paraíso era el paraíso hasta que se mordió la manzana prohibida.

Caín y Abel

Y entonces nacieron Caín y Abel ya fuera del paraíso. Al final va a resultar que lo de Motos y Broncano es como una historia bíblica, y sí, es una historia de venganza, de enfrentamiento, de envidia, de resentimiento, el mismo de las dos Españas que han de helarte el corazón, escribió Machado. Es el Españolito, el poema del vate sevillano. No se sabe cuál es la España que muere y cuál es la que bosteza, si la de Motos o la de Broncano.

Porque hay que decir que, a pesar de todo lo que está sucediendo en el mundo (diría Javier Bardem desolado por la situación en Gaza antes de irse a comer un chuletón en San Sebastián para celebrar su Premio Donostia), o más concretamente en España, esta misma España es, asombrosamente (o quizá ya no tanto) la de Motos y Broncano, dos presentadores humoristas metidos en ideología como en harina. Ninguno de los dos se muere, pero tampoco ninguno de los dos bosteza o hace bostezar, excepto a unos pocos.

La ideología separatista

Una de las pequeñas moralejas de esta historia es que la ideología (como lo woke) lo destruye todo, lo separa todo. La Televisión Española que controla Sánchez ha traído a Broncano para separar a España una vez más, en otro ámbito más, mientras los españoles entran al trapo de la competición mirando la caja tonta y el presidente trata de cobrarse la venganza personal del Ego insuperable. Antes solo se veían los programas de la televisión y contaban la audiencia los productores porque solo a ellos les interesaba.

Ahora ya casi interesa más saber quien ha ganado, si Motos o Broncano, en la división que es la muerte del arte o lo más parecido al arte de lo que se trate. Lo mismo sucede cuando ya no interesa un libro porque esté bien escrito, sino por cuánta gente lo ha comprado, igual que ya no interesa publicar un buen artículo, sino publicar uno, aunque sea malo, que lo lea mucha gente y luego, si se tercia, ver quien ha ganado entre los contendientes, como en la triste historia de venganza (no de los protagonistas, meros instrumentos) de Motos y Broncano.