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Crónica deAndrés AmorósSevilla

Brillante comienzo de la Feria de San Miguel

Con una gran corrida de Victoriano del Río, abre la Puerta del Príncipe Talavante, cortan trofeos Castella y Luque

Alejandro Talavante cruza la Puerta del Príncipe en el primer festejo de la Feria de San MiguelEuropa Press

Triunfal inauguración de la Feria sevillana de San Miguel: lleno; gran corrida de Victoriano del Río, con dos toros, los dos primeros, extraordinarios: dan la vuelta al ruedo al segundo. Abre la Puerta del Príncipe Talavante, con tres orejas; una cortan Castella y Daniel Luque. Ha habido toros y toreros: la gente sale feliz.

Siempre me ha gustado especialmente acudir a la Feria de San Miguel de Sevilla: ha pasado ya el calor fuerte pero, en las calles del casco histórico, las velas (toldos) nos siguen brindando grata sombra. Hay menos turistas que en la Feria de Abril, el ambiente es más auténticamente sevillano: se respira torería, como en ninguna otra ciudad. La tarde anterior, la entrega del Premio Manuel Ramírez me permite la emoción de pisar el albero de «la Plaza de los Toros» (así hay que llamarla, me insistía el inolvidable Antonio Burgos), donde se han vivido tantas tardes gloriosas. Desde abajo, impresiona todavía más contemplar la «divina proporción» de estas columnas y estos arcos. Aquí, es fácil encontrarse con toreros y ganaderos, con nombres que han hecho historia.

No es fácil recordar una corrida con dos toros seguidos tan bravos y nobles como los dos primeros de esta tarde. A Castella le toca el primero, pronto, codicioso: acude en seguida al caballo, repite con emoción, se come la muleta. Sebastián se luce al recibirlo, rodilla en tierra, y enlaza con delantales ceñidos, garbosos. Saluda Chacón por dos grandes pares, asomándose al balcón. Comienza Castella con estatuarios y un cambiado por la espalda, que se aplaude como lo nunca visto: ¡hasta en la Maestranza!... Los derechazos mandones, de mano baja, logran que pronto suene la música. Baja un poco la faena por la izquierda, remonta, al ligar derechazos. Las manoletinas en el centro del ruedo, dejando pasar a un toro tan encastado, me dicen poco. Buena estocada y muerte de bravo del toro: justa oreja. Pero el toro era de dos.

El cuarto mansea de salida, se queda corto, incierto, embiste brusco. Castella se justifica con valor pero el toro se desentiende de la muleta: no cabe faena lucida. Prolonga sin necesidad el trasteo y mete la mano con decisión.

Talavante, con el primero de su lote, al que cortó las dos orejasEuropa Press

Pocas veces se encontrará Talavante con un toro como el segundo: va largo, es noble, obedece, humilla. Escucho, a mi lado: «¡Vaya toro!» Es la verdad. La faena de Talavante es desigual, con naturales buenos, junto a otros muletazos sólo pasables, pero el público está entregado. Acaba con la rodilla genuflexa. Mata bien: vuelta al ruedo al toro y dos orejas. Pero el toro era de rabo. Mi sabio vecino apostilla: «Con un torero de más pellizco, hubieran pedido el indulto».

El quinto sale incierto, no quiere varas, flaquea, pero acaba embistiendo con gran nobleza. Me sorprende que Talavante, que no brindó el anterior, extraordinario, sí lo haga con éste. Escucho: «Está buscando la oreja que le falta». La faena es ligera, vistosa, con algún buen natural; luego, le hace «sus cosas»: la arrucina, mirar al tendido… Una buena estocada le da el trofeo que necesitaba para abrir la Puerta del Príncipe.

Daniel Luque, con el tercero de la tardeEFE

Acaba de recibir Daniel Luque la Oreja de Oro de Radio Nacional de España de la pasada temporada, el trofeo de la regularidad. Lo veo como el torero actual con más capacidad. (Morante es el más artista; Roca Rey, el más taquillero). Necesita toros encastados para mostrar su dominio. Esta tarde, el tercero no es tan bueno como los dos anteriores, protesta al final de lances y muletazos, pero tiene casta. Se luce Iván García en dos grandes pares de banderillas. Luque le enseña a embestir por bajo; en seguida, traza naturales mandones: una lidia impecable, que pone al público en pie. Cuando al toro se le acaba el motor, el diestro se la juega, metido entre los pitones, con un valor seco que impresiona. Mata atracándose de toro y suena el aviso porque el toro se resiste a morir pero la oreja es indiscutible.

En el último, Luque sale a por todas pero el toro flaquea y, además, no dice nada. Le falta toro. No se pone pesado: mata a la segunda y lo despiden con aplausos.

La Maestranza se llenó y guardó un sentido minuto de silencio por Paco CaminoEFE

Ha reiterado el ministro Urtasun que, mientras él lo sea, no irá a los toros ni un euro de dinero público. Con esto, quizá crea que ha herido de muerte a la Fiesta: los modernos que se creen progresistas son así… Mientras salgan a los ruedos toros bravos y encastados y se llenen los tendidos, como ha sucedido esta tarde, los aficionados podemos estar tranquilos: ni siquiera un sectarismo como el de este ministro servirá absolutamente para nada.

POSTDATA. No comprendo que Enrique Ponce no haya querido venir a despedirse de este público: con todo respeto, creo que se equivoca. A una figura del toreo, como es él, no le debe pesar actuar una tarde en Sevilla y al día siguiente, en Madrid. (Me consta que incluso le ofrecieron una corrida extraordinaria, el jueves). Eso hizo mi gran amigo Manolo Vázquez: tomó la alternativa en Sevilla el 6 de octubre de 1951, con su hermano Pepe Luis de padrino y Antonio Bienvenida, como testigo. Esa noche, los tres diestros viajaron juntos a Madrid, en tren. (Todavía no dependían los trenes del ministro Puente, el que, en vez de arreglar los retrasos, dice que la Fiesta es «irrelevante»). Al día siguiente, se repitió en Madrid el mismo cartel y Manolo se llevó el triunfo y una cornada. Me lo contaba él. «Si no es por el percance, la tarde me hubiera salido redonda». Ya que no ha querido venir a la Maestranza, deseo que Enrique Ponce tenga una feliz despedida, en Las Ventas.

FICHA

  • SEVILLA. Plaza de la Real Maestranza de Caballería. Feria de San Miguel. Viernes, 27 de septiembre. Lleno.
  • Toros de Victoriano del Río, parejos, astifinos, de juego excelente, en conjunto. Extraordinarios los dos primeros: al segundo, le dan la vuelta al ruedo; buenos, tercero y quinto; deslucidos, cuarto y sexto.
  • SEBASTIÁN CASTELLA, de purísima y oro, buena estocada (oreja). En el cuarto, estocada (silencio).
  • ALEJANDRO TALAVANTE, de grana y oro, estocada corta (dos orejas). En el quinto, estocada (oreja). Sale a hombros por la Puerta del Príncipe.
  • DANIEL LUQUE, de blanco y azabache, estocada (aviso, oreja). En el sexto, pinchazo y estocada (palmas de despedida).