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Cinco libros clásicos sobre distopías que la realidad está a punto de superar

Aldous Huxley afirmó en vida (murió en 1963) que muchas de las imaginadas truculencias de su obra Un mundo feliz se estaban convirtiendo en «penosas realidades» con una rapidez que no había podido soñar

Mario de las Heras
Mario de las Heras

Madrid Actualizada 04:30

Portada de «Un mundo feliz» de Aldous Huxley

Un mundo feliz de Aldous Huxley

Aldous Huxley afirmó que muchas de las imaginadas truculencias de su obra se estaban convirtiendo en «penosas realidades» con una rapidez que no había podido soñar. Un mundo feliz es la desesperanzada novela donde, en una sociedad ordenada por castas, no existen penalidades reconocibles y aparentemente todos son felices gracias a la tecnología y a una sexualidad libre, pero sin familia, sin religión o sin amor. La sátira «huxleyana» del presente que se le escapó de la imaginación para prefigurarse en el futuro: el pensamiento único, lo woke, el adoctrinamiento, el consumismo...

Fahrenheit

Fahrenheit 451 de Ray Bradbury

Más que una novela del calor es una novela del frío distópico de una vida sin libros y sin conocimiento en el tiempo (el presente, no el futuro) en que los libros son cancelados en una fiebre devastadora. 451 grados en la escala Fahrenheit equivalen a 232 grados centígrados: la temperatura a la que el papel arde, justo cuando sin embargo todo se hiela.

!984

1984 de George Orwell

El Ministerio de la Verdad, el Partido cuyos lemas son: «La guerra es la paz», «La libertad es la esclavitud» y «La ignorancia es la fuerza». El Gran Hermano es el líder del partido. «El Gran Hermano que te vigila». La propaganda, la «policía del pensamiento». La ausencia de libertad sin que lo parezca. Los «semana de odio»; la «neolengua»: la mentira contra la razón... conceptos terribles de aterradora actualidad.

«La carretera» de Cormac McCarthy

La carretera de Cormac McCarthy

Cormac McCarthy dejó a sus lectores hace más de tres lustros con el corazón vapuleado al final de una carretera. Era una playa gris y fría y triste, pero con una llama de esperanza. Fue casi un poema, un canto narrativo de amor incomparable desprovisto de cualquier ornamento. Era como esa tierra apocalíptica donde solo podía crecer, o subsistir, el alma humana. El testamento imposible de superar porque incluía todo lo mejor que un padre puede darle a un hijo: la promesa de su amor absoluto en la fantasía de un mundo apocalíptico hasta la entrega de la propia vida, que era la seguridad de la futura y propia muerte adelantada en una declaración eterna y sanadora. Una distopía de esperanza al otro lado del desastre moral y más allá hacia el que nos dirigimos.

Sueñan

Sueñan los androides con ovejas eléctricas de Philip K. Dick

Ridley Scott filmó esta historia (se basó en ella) en su clásico Blade Runner donde los límites entre lo natural y lo artificial ya no se aprecian. Incluso lo artificial se rebela como natural frente a la humanidad que la ha creado porque no quiere ser artificial sino humano. Es el hombre superado por la tecnología tras un holocausto nuclear que ha cambiado por completo el mundo.

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