Se puede añadir esta aventura del personaje Hércules Poirot o en realidad cualquiera de ellas. La cuestión, como en los demás casos, son los términos. Un panorama inacabable de suspicacia ridícula. Lo sensible que no es tal, sino sensiblería mezquina que se atreve, además, de forma cobarde con las obras de los muertos, con los libros de quienes los escribieron en su tiempo y según los usos y costumbres de su tiempo, sin que por esta razón, en ningún caso sea ofensivo sino revelador. No objetivo de repetición (o sí) en el presente, pero sí de aprendizaje. No de adaptación, sino de conocimiento o de la racionalidad que esta censura esperpéntica trata de borrar.