Halloween, la «tradición» globalista que en España ya no significa nada
Halloween hoy es mucho menos que unos sanfermines sin toros y con pelotas gigantes
Que Halloween no es una tradición en España se demuestra en que las celebraciones se extienden más allá del día de difuntos y de forma comercial. Probablemente, después de 200 años de celebración en Estados Unidos, sí lo siga siendo en, digamos Wisconsin, y en los pueblos y ciudades donde es tradición y no oportunidad de especulación, de venta masiva.
Pero la fiebre de los últimos años ha bajado: lo natural donde no hay pasión, ni deseo humano, más allá de la tentación de disfrazarse por disfrazarse, mayormente de cosas feas. Porque Halloween es feo más allá de la idiosincrasia anglosajona donde los niños ilusionados van por las casas de noche en busca de caramelos porque así lo han visto hacer durante toda su vida.
Una moda que nadie entiende
Halloween en España se había convertido en la tradición «woke» de los muertos, así que no hay tradición. Era una moda pasajera y ya ha pasado. Una moda que nadie entiende, porque ni siquiera su origen está claro, o al menos su evolución y lo que ha quedado de su tradición es un pastiche, un «patchwork» de tradiciones, una manta, una túnica, una capucha o una máscara de retales sin cuna.
No hay nada de los supuestos y remotos The Hallowed Ones irlandeses («Los Santificados»). No hay halloweenianos originarios. Casi nadie sabe que la calabaza se llama Jack O'Lantern, y que su historia dice que engañó al diablo y fue condenado a vagar en la tierra por toda la eternidad con un nabo con brasas en su interior para iluminar su camino. Una historia muy «bonita». que nada tiene que ver con España y sus tradiciones reales, profundas, seculares, inherentes a su imaginario.
Sanfermines con pelotas gigantes
Globalizar una tradición es destruirla. Imagínese una Semana Santa de Sevilla en, por ejemplo, Manchester, salvando las insalvables diferencias entre la Semana Santa y una banalidad pagana como Halloween, encima vulgarizada. Halloween hoy es mucho menos que unos sanfermines sin toros y con pelotas gigantes. A Halloween quisieron hacerlo global, en el intento de paganizar el mundo, pero en España han fracasado. La hondura y la belleza de las tradiciones propias han acabado con la ligereza y la fealdad de los monstruos.