El Museo Plantin-Moretus de Amberes, el único en el mundo que es patrimonio de la Humanidad
En su interior se encuentran las prensas de impresión más antiguas del mundo
El Museo Plantin-Moretus, situado en Amberes, Bélgica es el único museo en el mundo que ha sido incluido en la lista de la UNESCO por su contenido y valor histórico.
Este reconocimiento, otorgado en 2005, resalta la importancia de su colección y su historia en el ámbito del libro, destacando objetos emblemáticos como las prensas de impresión más antiguas que existen.
Aunque hay otras instituciones culturales con la misma distinción, la mayoría de ellas se han ganado dicho reconocimiento por su valor arquitectónico o su contribución a un paisaje cultural, no por la singularidad de su colección ni su impacto en la cultura global.
Es el caso del Museo del Prado, que es patrimonio de la Humanidad dentro del conjunto del Paseo del Prado y del Buen Retiro, declarado patrimonio de la UNESCO en 2021 como paisaje de las artes y las ciencias.
Este museo se encuentra en el antiguo hogar y taller de la familia Plantin-Moretus, que se estableció en Amberes en 1550. Solo cinco años después, Christophe Plantin fundó una imprenta que lo convertiría en el primer impresor industrial de la historia.
Con el tiempo, su empresa creció hasta convertirse en una importante multinacional, y en 1876, sus descendientes vendieron el lugar a la ciudad con la condición de que se transformara en un museo.
Experiencia dentro del museo
La visita al museo es toda un experiencia. En primer lugar, porque conserva de manera excepcional las imprentas que hicieron de este sitio uno de los epicentros culturales entre los siglos XV y XVIII.
En segundo lugar, por su notable colección de incunables, que incluye la Biblia Políglota, encargada por Felipe II, y el Theatrum Orbis Terrarum, el primer atlas moderno creado por el cartógrafo neerlandés al servicio de la Corona de España, Abraham Ortelius.
Por último, los cuadros de Rubens. Decoran sus salas históricas y son un testimonio del legado que Christophe Plantin y su nieto Balthasar Moretus dejaron en él.
Aunque su diseño original ha cambiado, la plaza de Vridamark, en el exterior del museo, sigue rodeada de árboles y elegantes tiendas que le aportan un aire acogedor. Desde hace siglos, recoge un mercadillo de segunda mano en el que se suelen vender productos a través de diferentes subastas.
El museo también tiene un librería singular. Se llama Bookz&Booze y combina la literatura con el vino, pues cuenta con una vinoteca en su interior.