Entrevista a Mercedes Temboury, historiadora
«Todos los museos de la Inquisición son falsos, un espectáculo gore para engañar a las personas»
La historiadora Mercedes Temboury Redondo desmonta mitos y bulos sobre la Inquisición en su libro La Inquisición desconocida. El Imperio español y el Santo Oficio (Arzalia)
Más allá de su objetivo de juzgar los delitos religiosos, la Inquisición española funcionó como agencia de espionaje, unidad de asuntos internos y fuerza de orden público.
Permitió a la Monarquía Hispánica articular los amplísimos territorios de la Corona, regidos por una pluralidad de leyes y normas fruto de la fusión de reinos.
Incluso permitió poner fin a la violencia contra presuntos judaizantes al imponer un proceso legalista oficial y al establecer la Inquisición como tribunal con el monopolio de investigar las denuncias.
La Inquisición, además, estableció un proceso legalista y con garantías, del que la amplia documentación acumulada es prueba, frente a los procesos arbitrarios contra las minorías religiosas en otros países europeos.
La visión que de la Inquisición española se ha dado a lo largo de la historia es el resultado de una campaña de calumnias contra España por parte de sus enemigos, con argumentos que muchas veces han asumido los propios españoles. En ese sentido, la instrumentalización y falseamiento de la historia de la Inquisición es la columna vertebral de la leyenda negra antiespañola.
Frente a los bulos y manipulaciones históricas sobre la Inquisición, la historiadora Mercedes Temboury Redondo, experta en el Santo Oficio y en hispanofobia, presenta los resultados de una laboriosa investigación sobre el Tribunal del Santo Oficio en el libro La Inquisición desconocida. El Imperio español y el Santo Oficio (Arzalia).
En conversación con El Debate, Temboury Redondo desgrana algunas de las conclusiones a las que ha llegado, que permiten desmontar algunos de los mitos sobre la Inquisición.
–Desmitifiquemos la Inquisición española. ¿Fue realmente tan cruel como se le atribuye? ¿Qué era realmente la Inquisición?
–En un congreso sobre Inquisición en México en octubre, he oído al historiador Jorge Traslosheros del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM decir que fue «el mejor tribunal de su tiempo», con «los procesos mejor llevados de su tiempo».
El rigor procesal era muy grande, lejos de la arbitrariedad legendaria. Es un tribunal que investiga, de ahí el nombre Inquisición, de inquirir. Había sido fundado por la Santa Sede en Francia en el siglo XIII para combatir la herejía cátara y el Papa le concedió a los Reyes Católicos una bula en 1478 para instaurarlo en sus reinos y resolver el problema judeoconverso.
Estaba formada por teólogos y juristas de gran prestigio y tenía una estructura de tribunales en todos los reinos, sometidos al Consejo de la Suprema que estaba en la Corte.
La Inquisición Española duró de 1478 a 1834. De 1540 a 1700 en todos los tribunales de la Monarquía Hispánica, que incluía España, Cerdeña y Sicilia y los tres tribunales americanos (México, Cartagena de Indias, Lima) procesó a unas 45.000 personas. De ellas, unas 1.700 fueron condenadas a la pena capital, la mitad en retrato, porque habían huido o porque habían muerto.
Faltan los datos completos de los años 1478 a 1540 pero se estima que las víctimas mortales fueron unas 3.000. Si la mitad hubieran sido en efigie, son 1.500 ejecuciones en 350 años.
Yo he trabajado a fondo las 1.700 condenas a muerte documentadas, buscando qué delitos, más allá de los religiosos, habían cometido los reos. Han sido dos años apasionantes en el Archivo Histórico Nacional.
La aplicación de la tortura se produjo en un 10 % de casos, estaba estrictamente regulada, no podía sobrepasar una hora (que se contaba desde que el reo bajaba a la cámara de tormento) y no podía dejar lesiones en los interrogados.
Las torturas fueron tres: la toca, que consistía en verter agua a través de un paño en la boca del acusado tumbado inclinado, el potro, en que se ataban las extremidades del acusado y se apretaban unas cuerdas y la garrucha en que era izado en una polea y descolgado súbitamente.
Todos los llamados museos inquisitoriales son falsos y son un espectáculo gore y sadomasoquista, para engaño de personas.
Las cárceles inquisitoriales fueron más amplias y cómodas que las civiles, la gente se llevaba su ajuar para estar en ellas o si eran pobres, podían salir a trabajar algunas horas.
No hay más que ver los palacios inquisitoriales, como los de México, Lima y Cartagena para comprender que las lóbregas mazmorras son una calumnia. He visto varios casos de piratas y bandoleros que blasfemaban y entraban en disquisiciones teológicas para ser llevados a las cárceles inquisitoriales antes que a las civiles.
–¿Cuál fue el vínculo entre la Inquisición y la Monarquía y cuál fue su función más allá de la religiosa?
–La Monarquía actuó como paladín del catolicismo: los títulos que la habilitaban para la conquista en América era la extensión de la fe. En América nunca juzgó a los indios, porque eran «nuevos en la fe».
Es un tribunal de doble jurisdicción pontificia y real. Juzgaba solo a los católicos bautizados por delitos mayores como el de herejía: judaísmo, luteranismo, islamismo o por delitos como bigamia, blasfemias, superstición, sodomía en Aragón (en Castilla era tema de la jurisdicción civil).
También juzgaba a los clérigos por solicitación que era buscar favores sexuales a cambio de la confesión. Más allá de su misión oficial, mi estudio me hace pensar que sirvió como Central de Inteligencia, gracias a la ingente documentación que acumuló.
Pienso que, más allá de la beligerancia de algunos países europeos contra el catolicismo, los adversarios de España querían que prescindiese de un tribunal que le permitía vigilar o controlar de forma bastante eficaz territorios y reinos tan variados. Un control que se producía con información.
En México hay reos judaizantes hablando entre ellos, que dicen de los inquisidores que son muy misericordiosos. En 1647, en la sublevación siciliana de Messina contra los precios y la oligarquía, el pueblo sacó a hombros al inquisidor García de Trasmiera, que gozaba de gran respeto e hizo de negociador.
Los esclavos negros podían recurrir a la Inquisición si sus dueños los maltrataban o les impedían acceder a los sacramentos de confesión, comunión o matrimonio. Lo hicieron a menudo.
Ser católico era una carta de ciudadanía y hay ejemplos de cómo luteranos y moriscos acudieron a los tribunales para declararse católicos de forma espontánea y poder vivir en los reinos de la Monarquía. Este libro muestra cómo usó la monarquía la Inquisición en función de las guerras en el Mediterráneo, en el Atlántico y las guerras económicas y financieras.
–La Europa protestante y liberal ha condenado tradicionalmente a España por la historia de la Inquisición. ¿Está el resto de Europa libre del pecado de la persecución religiosa y de las condenas por motivos de conciencia?
–La intolerancia religiosa fue común a todos los países europeos a partir del siglo XVI. Todos. Y cada uno la ejerció a su manera.
Los disidentes religiosos fueron condenados en todos los países. En la Ginebra de Calvino, donde estaban prohibidos el baile, el teatro, la música, se estima que fueron ejecutadas 600 personas, entre ellas el médico español Miguel Servet, como relató el valdense Sebastián Castellio, en unas condiciones atroces, cubierto de sus excrementos, como cuenta Stefan Zweig en Castellio contra Calvino.
En Inglaterra la persecución contra los católicos fue inmisericorde, los monasterios desamortizados y sus bienes repartidos entre los afines, las fiestas populares y el folklore eliminados por el Act of Uniformity que obligaba a usar el Book of Common Prayer a todos los súbditos y a acudir al servicio dominical bajo multa de 3 días de salario, en caso de ausencia.
Hubo muchos mártires y los curas católicos actuaban en secreto. Hasta mediados de los años 80 del siglo XX un católico no podía ocupar altos puestos de la administración inglesa.
En Francia en una sola noche, la de San Bartolomé fueron asesinados 3.000 protestantes en París y 10.000 en el resto del país.
En Alemania se quemaron entre 20.000 y 30.000 «brujas» y las guerras campesinas, fruto de la reforma luterana, fueron muy mortíferas. El problema de todo esto es que está pobremente documentado.
La Inquisición española ha sido tan estudiada porque es un prodigio de documentación. Los procesos en otros países de Europa fueron mucho más arbitrarios y es dificilísimo encontrar archivos.
–La Inquisición fue la primera administración común a todos los territorios de la Corona Hispánica. ¿Se puede decir que fue el germen del Estado español? ¿Qué legado a destacar ha dejado la Inquisición?
–Al ser la monarquía una suma de reinos, la Inquisición fue un tribunal que le permitió actuar de forma parecida desde Sicilia a México, pasando por Zaragoza, en un mundo donde existía una variedad de leyes locales y privilegios muy importante.
En Zaragoza Felipe II quiso arrestar a Antonio Pérez, el traidor, usando a la Inquisición, lo que sucedió es que Pérez sublevó a los aragoneses diciéndoles que el Rey quería eliminar sus fueros.
El germen del estado español no lo sé, pero decía el gran historiador Miguel Artola que la Inquisición le recordaba por su benevolencia, combinada con gran conocimiento e implantación en el territorio, a la Guardia Civil.
El legado primero es una ingente cantidad de documentación que permite estudiar el derecho, las costumbres, la antropología, la etnografía de un imperio global. Se nombraron comisarios inquisitoriales hasta en las Molucas y Taiwán, que dependían de México.
Sus ventajas, en un escenario global de intolerancia religiosa fueron varias: En primer lugar, mayor convivencia: las algaradas y linchamientos contra judíos secretos se frenaron. Nadie pudo tomarse la «justicia» por su mano.
En segundo lugar, mayor paz: salvo en Flandes, el inmenso territorio de la Monarquía Hispánica no estuvo sometidos a las brutales guerras de religión de Francia o Alemania, por citar solo dos países.
En tercer lugar, mayor racionalidad: a principios del XVII el inquisidor Alonso de Salazar y Frías determinó que la brujería era una ilusión colectiva y no merecía la pena de muerte, a diferencia de Europa, en que mataron a miles de supuestas brujas. En España se calcula que fueron entre 30 y 50 los condenados por brujería.
En cuarto lugar, mayor educación del pueblo: sin embargo, si se persiguió, con penas leves, la superstición, cosa que, observando las diferencias actuales entre República Dominicana, Cuba, Puerto Rico por una parte y Haití y Jamaica por otra, muestran la importancia de la tarea.
En quinto lugar, mayor evangelización: se difundió lo acordado en el Concilio de Trento y se promovió la enseñanza de la lectura y escritura.
–¿Se emplea la Inquisición como arma arrojadiza para alimentar la leyenda negra antiespañola?
–Sin duda ninguna, es uno de los pilares de la Leyenda negra desde el siglo XVIII, con Voltaire y los enciclopedistas, pero también con una cantidad gigantesca de óperas primero y películas después que pintan una España intolerante y fanática.
La intolerancia religiosa fue común a todos los países europeos, pero Dostoievski escribió sobre el Gran Inquisidor y no sobre Calvino, y Goya dibujo autos de fe que no había visto nunca, solo imaginado, y no escenificó las brutales quemas de brujas francesas contemporáneas a Zugarramurdi, en que se buscaba en el cuerpo de los reos la marca del diablo. Ese tipo de actuaciones para la Inquisición eran ridículas.
La historia comparada de la intolerancia religiosa en Europa está por escribir, como dice el profesor Ricardo García Cárcel. Hace poco se ha publicado un estudio comparado Judging faith, punishing sin que compara represión católica y protestante y que bucea en la documentación dispersa de los consistorios calvinistas de Escocia, Suiza y Francia.
El problema de esta justicia calvinista es que estaba entregada a un consejo municipal de ancianos y no había instancias superiores como en la Inquisición, con el Consejo de la Suprema, ni una dinámica procesal establecida. Eso si era una puerta abierta a las venganzas personales o a los odios locales.