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Mario de las Heras

El Monumento a los Caídos de Pamplona que Sánchez entrega a Bildu para su demolición parcial

La protección legal del edificio impide su destrucción total, así que han optado por derribar por partes todo lo posible

Madrid Actualizada 04:30

Monumento a los Caídos en Pamplona

El Monumento a los Caídos de Pamplona fue inaugurado en 1952 (tras 10 años de construcción) en memoria de los soldados navarros muertos del bando franquista. Lleva 72 años levantado al final de la Avenida de Carlos III de la capital navarra. Ha pasado en los últimos tiempos por un proceso de resignificación, como gustan de decir ahora los revisionistas y canceladores, para adaptarlo a la Ley de Memoria Democrática.

Revisionismo destructor

Se retiraron los símbolos franquistas y se exhumaron los cadáveres enterrados en la cripta de los generales Mola y Sanjurjo. El edificio había acabado siendo, «limpio» (las pinturas del interior se mantendrán, pero serán ocultadas al público y serán utilizadas «para el estudio critico a través de visionados restringidos a fines educativos, pedagógicos y/o académicos», es decir, para el adoctrinamiento) de cualquier referencia a Franco, poco más (o incluso menos) que una sala de exposiciones.

Pero para los talibanes herederos de la ETA a los que Sánchez paga en especie para mantenerse en el poder (el Scar de El Rey León que paga a las hienas para lo mismo), no es suficiente. Quieren destruirlo llenos de odio y de fanatismo exactamente igual, sin diferencias, que los talibanes de Afganistán destruyeron los Budas milenarios de Bamiyán.

Los Budas son un buen ejemplo porque su atentado abrió la veda del revisionismo destructor en el mundo. La intolerancia representada en las bombas que también representan a Bildu como formación política heredera de los terroristas de la ETA.

«Cambiar el skyline»

La diferencia de formas (no de fondo) podría decirse que es casi lo peor. Mientras aquellos afganos salvajes la tomaron a bombas con sus monumentos, la nueva forma parlamentaria de aquellos que en su día la tomaron a bombas con españoles inocentes es la del lenguaje sibilino que más que disimular realza la barbarie: se va a «ocultar» la cúpula de la basílica para que «cambie el skyline en cuanto a elemento arquitectónico que ha dado visibilidad y acompañado al paisaje urbano de esta ciudad».

En román paladino esto significa que van a hacer desaparecer la cúpula (sin saberse aún cómo) y también las arquerías y la cripta del edificio. Van a destruir el monumento (donde se creará un centro de denuncia del fascismo y por la memoria democrática, que se denominará «Maravillas Lamberto», nombre de una víctima del bando franquista), pero los acordantes (además de Bildu, el Partido Socialista y el PNV de Geroa Bai) lo llaman «transformación» porque no pueden llamarlo «destrucción».

Al parecer la cúpula, según estos talibanes, es una ofensa para los represaliados por la dictadura por ser un símbolo de los vencedores de la guerra. La idea de la demolición ha planeado durante años y finalmente va a llevarse a cabo, parcialmente. Es triste, pero también tan ridículo como cuando Mr. Bean decoraba el uniforme de un hierático soldado británico para hacerse una foto.

Se intentó eliminar su protección

Una parcialidad exterminadora que no es ninguna concesión de los destructores, sino producto de la protección legal que posee el edificio, que incluso prevé su remodelación llegado el caso del deterioro. En 2022 los mismos que han pactado ahora (más Podemos e Izquierda Unida) intentaron eliminar dicha protección, sin éxito, lo que indica sin dudas las verdaderas intenciones de quienes ahora dicen querer, con su falso lenguaje tenebroso y cursi, «cambiar el skyline en cuanto a elemento arquitectónico...», como si fueran unos que no hubieran matado ni una mosca.