Pérez-Reverte critica «la moda» de Acción de Gracias en España «mientras nos insultamos por el 12 de octubre»
El Día de Acción de Gracias se celebra mayormente en Estados Unidos y en Canadá en agradecimiento por la cosecha del año anterior, aunque los historiadores aseguran que su verdadero origen es español
Después de Halloween llega el Día de Acción de Gracias. Como si en España no tuviéramos tradiciones propias suficientes y días señalados suficientes que celebrar, para tener que importar las tradiciones y los días que nos son ajenos.
Es la globalización salvaje. El escritor Arturo Pérez Reverte se ha referido a esto en X: «En España se está poniendo de moda celebrar el Día de Acción de Gracias norteamericano, mientras nos insultamos a nosotros mismos por el 12 de octubre. Hace falta ser gilipollas».
Unas palabras que ha publicado acompañadas de la imagen de un cuadro de una colona inglesa de los primeros siglos en Norteamérica que ofrece alimentos de una bandeja a un indígena arrodillado con penacho de plumas, supuesto origen de este día:
El Día de Acción de Gracias se celebra mayormente en Estados Unidos y en Canadá y tienen un origen protestante de agradecimiento por la cosecha del año anterior. Proviene del XVII y en la actualidad se mantiene como una celebración anual familiar donde el pavo relleno es el protagonista de la comida.
Una tradición que tantas veces se ha visto en las películas estadounidenses, pero que nada tiene que ver con España, y tampoco con Europa. Lo más curioso es que, según gran parte de historiadores e investigadores, el origen primigenio es español, concretamente del tiempo de la fundación de San Agustín (Florida) en el XVI.
Florida y el XVI
El militar enviado por los Reyes para proteger el territorio de los franceses que lo pretendían fue Pedro Menéndez de Avilés, quien celebró un banquete en agradecimiento a los nativos que le ayudaron en la defensa.
Hay datos de otro banquete posterior similar celebrado por otro español, Juan de Oñate. Pero ya se sabe que la leyenda negra y sus variedades tienen los brazos largos. Sea su origen verdadero español o no, la realidad es que la tradición no es española, sino la última de las importaciones globalistas por las que Pérez-Reverte escribe: «Hace falta ser gilipollas».