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Eva HacheEuropa Press

Independentistas, izquierdistas y sanchistas: así son casi todos los premiados con la Medalla de Bellas Artes

Entre los premiados está un escritor de la órbita de Bildu y la fallecida Marisa Paredes, a la que se le ha concedido a título póstumo la Gran Cruz de Isabel la Católica

Las distinciones del gobierno de Sánchez con la concesión, a propuesta del izquierdista y catalanista ministro de Cultura Ernest Urtasun, de 38 Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes y la Gran Cruz de Isabel la Católica ha dejado varias sorpresas.

La primera, en realidad, no lo es tanto, si se tiene en cuenta la colonización de las instituciones y el uso partidista de las condecoraciones y galardones por parte del gobierno de Sánchez: la concesión a la recientemente fallecida actriz Marisa Paredes de la Gran Cruz de Isabel la Católica.

En cuanto a los distinguidos con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes –anunciados tras el Consejo de Ministros por el mismo Pedro Sánchez– hay nombres que generan cierto consenso, con independencia de sus legítimas ideas, como la actriz Maribel Verdú, el cantaor flamenco José Mercé, la banda de indie rock Los Planetas, el actor José María Pou, la actriz Carmen Machi o el grupo musical Camela.

Otros, de los galardonados, se encuadran en la deriva sectaria a la que el ministerio de Cultura tiene ya acostumbrados a los ciudadanos, y es que se ha concedido la Medalla de Bellas Artes a personalidades que han destacado más por sus posicionamientos políticos a favor de la izquierda y del PSOE que por sus logros artísticos.

Es el caso de Elvira Lindo, defensora del sanchismo desde su columna de El País; la humorista Eva Hache, que llegó a llamar «mierdas» a los manifestantes que se concentraron en la plaza de Colón de Madrid el 10 de febrero de 2019 en contra de las concesiones del gobierno de Sánchez a los nacionalistas; la actriz Aitana Sánchez-Gijón, alineada con el ideario y agenda socialista; el cantante exmiembro de Extremduro Robe Iniesta, que llegó a decir en El Mundo que el problema de la democracia era que podía votar todo el mundo; o el productor Pere Portabella y Ràfols, productor de cine y diputado y senador en las primeras legislaturas de la democracia por el PSUC.

Pero el colmo del sectarismo ha sido la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes al escritor vasco Bernardo Atxaga, cercano a Bildu y quien hizo campaña a favor de Miren Larrion de EH Bildu como alcaldesa de Vitoria en 2019.

Larrion salió elegida concejala, pero tuvo que dimitir tras un caso de presunta suplantación de identidad.

Por otro lado, se repite la tónica general de premiar a los artistas y creadores que producen sus obras mayoritariamente o, incluso, únicamente en lenguas cooficiales de sus comunidades autónomas frente a los autores que producen en español.

Es el caso de Bernardo Atxaga, que publica únicamente en vascuence, el caso del también reconocido, o de Eva Baltasar Sardá, escritora en lengua catalana, uno de cuyos temas recurrentes en su obra es el lesbianismo y premiada por la asociación independentista catalana Òmnium Cultural.

Han sido premiadas también la cineasta gallega Chelo Loureiro, cercana al nacionalismo gallego y promotora del aborto, que defendió en su documental Yo decido. El tren de la libertad; la escritora mallorquina en lengua catalana Antònia Vicens i Picornell, defensora de la lengua catalana en las Islas Baleares y de la inmersión lingüística en catalán en los colegios;

El gobierno ha premiado también a la revista infantil escrita toda en valenciano Camacuc, una publicación acusada de adoctrinar a los menores en el independentismo y el catalanismo.

También se ha concedido la Medalla de Bellas Artes Fundación Voces para la Conciencia y el Desarrollo, una ONG comprometida con «el desarrollo sostenible y el cambio social» que busca combatir la pobreza y la exclusión social «integrada por una red de artistas, profesionales y personas voluntarias».

Entre los artistas que forman parte del proyecto encontramos a Blanca Suárez, Ana Ruiz, María Leon, Antonio Orozco, Ana Torroja, Fernando Guillén, Cuca Escribano, Santi Millán o Paco León.

Paredes, Gran Cruz de Isabel la Católica

No es plan hacer leña del árbol caído ni poner de vuelta y media a una persona recientemente fallecida que no tiene ya la posibilidad de responder. Pero cabe preguntarse ¿es necesario al mismo tiempo embarcarse en el «proceso de canonización laico» en el que la izquierda, con el gobierno socialista a la cabeza, se ha embarcado con el objetivo de elevar a los altares de la progresía a la desaparecida actriz Marisa Paredes?

Desde el PSOE, a quienes les gusta imponer como referente moral y cultural universal a sus acólitos ideológicos (véase el modo en que se impuso el nombre de la escritora izquierdista Almudena Grandes a la Estación de Atocha), ya se está exigiendo una calle dedicada a la actriz y, ahora, el Consejo de Ministros, anunciado por boca de Sánchez, le ha concedido la Gran Cruz de Isabel la Católica a título póstumo.

La Gran Cruz de Isabel la Católica, instituida por el Rey Fernando VII el 14 de marzo de 1815, tiene como objeto «premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en beneficio de la Nación o que contribuyan, de modo relevante, a favorecer las relaciones de amistad y cooperación de la Nación Española con el resto de la Comunidad Internacional».

Sin embargo, el sectarismo ideológico de Paredes del que hacía gala con orgullo, no parece encajar con esos «comportamientos extraordinarios de carácter civil».

Lo cierto es que Paredes hizo ostentación en numerosas ocasiones de su odio sectario hacia aquellos políticos y ciudadanos que, legítimamente, defendían posiciones ideológicas de derechas.

En los años de su presidencia, la Academia de Cine alcanzó los niveles más altos de sectarismo y vergüenza ajena, con un hito absoluto en forma de aquella ceremonia de los Premios Goya de 2003 conocida como la gala del «no a la guerra» convertida en un lamentable aquelarre político izquierdista y contra el Partido Popular.

Marisa Paredes, una de las musas de Pedro Almodóvar, sin embargo, protagonizó en 2023 un episodio donde dio muestra de su mala educación y sectarismo cuando, en plena capilla ardiente de Concha Velasco, y delante de las cámaras de televisión, se enfadó por la presencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y comenzó a increparla: «¿Ayuso? ¡Pero por Dios! ¿Qué hace aquí? ¡Fuera!», gritó fuera de sí.

Y, como siempre en estos casos, cabe preguntarse si el gobierno y el PSOE habrían rendido tantos honores, concedido la Gran Cruz de Isabel la Católica y exigido calles y homenajes a Marisa Paredes si en vez de una actriz de izquierda hubiese sido pública partidaria del Partido Popular.