Escritores represaliados por el bando republicano y que Sánchez olvidó al redactar su Ley de Memoria
Las milicias y fuerzas republicanas de retaguardia asesinaron a numerosos escritores, intelectuales y políticos de derechas, conservadores o liberales, que han sido orillados en la Ley de Memoria Democrática
El carácter sectario de la Ley de Memoria Democrática, y en general de todas las iniciativas del Gobierno de Sánchez y sus socios de Sumar sobre la memoria de la Guerra Civil, queda subrayado por el tratamiento dado a los intelectuales perseguidos y represaliados.
Desde la izquierda se ha recordado e incluso instrumentalizado la memoria de intelectuales de izquierda asesinados durante la contienda, como Federico García Lorca. Incluso se ha manipulado la realidad histórica, como cuando el ministro Urtasun afirmó que Miguel Hernández había muerto asesinado, y no de tuberculosis.
Además de la larga lista de políticos de derechas asesinados por republicanos —José Calvo Sotelo, José Antonio Primo de Rivera…—, sacerdotes, religiosos y fieles católicos, las milicias izquierdistas y fuerzas republicanas de retaguardia se cebaron con los intelectuales y escritores conservadores, católicos, monárquicos y, en general, de derechas o, simplemente, no identificados con la revolución de izquierda emprendida en el bando republicano.
Estos son algunos ejemplos:
Pedro Muñoz Seca
Pedro Muñoz Seca intelectual católico y monárquico, escritor sobresaliente, una de las máximas expresiones del teatro español de la primera mitad del siglo XX, pionero de la modernidad teatral con géneros como el astracán o figuras como el retruécano.
Era un maestro en el manejo de humor elegante, fino y afilado como un dardo que arrancaban las carcajadas del público que asistía a sus obras. Alcanzó la inmortalidad literaria con La venganza de don Mendo, considerada «la más famosa e hilarante de sus obras»; según la reseña biográfica de la Real Academia de la Historia. En sus sainetes no ahorró crítica política, lo que le generó acérrimos enemigos ideológicos.
Durante la Guerra Civil fue delatado por un actor, las milicias anarquistas lo apresaron en Barcelona. Fue trasladado a Valencia y luego a Madrid, donde estuvo prisionero en la Cárcel de San Antón. Fue juzgado en tan solo 25 minutos y fusilado en Paracuellos del Jarama el 28 de noviembre de 1936 por milicianos de vigilancia de retaguardia durante las sacas de las cárceles de Madrid.
Wenceslao Fernández Flórez
A Wenceslao Fernández Flórez le sorprendió el estallido de la guerra en Madrid. El autor de El bosque animado, El malvado Carabel o El hombre que compró un automóvil nunca ocultó su ideología monárquica y conservadora, por lo que fue perseguido en la retaguardia madrileña.
Logró salvarse de milagro de terminar en una checa y luego fusilado. Pudo refugiarse en la embajada argentina en Madrid y luego en la holandesa, desde donde fue trasladado junto con otros refugiados a Alicante con un salvoconducto diplomático para abandonar en barco la España republicana en 1937.
La fuga, sin embargo, se frustró en el último momento, por lo que Wenceslao tuvo que abandonar la zona roja por carretera en una agónica huida que estuvo muy cerca de fracasar. Sus pericias en la guerra quedaron retratadas en su célebre libro El terror rojo.
Manuel Chaves Nogales
El caso del periodista y escritor Manuel Chaves Nogales es el claro ejemplo de cómo el caos asesino en la retaguardia republicana acabó en un sinsentido infernal del que fueron víctimas hasta los propios republicanos.
Chaves Nogales era republicano, defensor del gobierno republicano y director del diario Ahora durante los primeros meses de la guerra, desde donde alentó a las tropas republicanas.
Sin embargo, fue crítico con la deriva criminal y revolucionaria protagonizada por las milicias, los asesinatos masivos de presos, las sacas de las cárceles y el sectarismo de las izquierdas radicales, que arrastraban a la República hacia el desastre.
Chaves Nogales nunca se identificó ni como socialista ni comunista ni como anarquista, sino como liberal y demócrata, motivo por el que terminó escapando de la España republicana y refugiándose en París, consciente de que los milicianos lo buscaban para pasarlo por las armas.
Ramiro de Maeztu
Periodista, escritor de la Generación del 98, filósofo, ensayista, miembro de la Real Academia Española y de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas… Ramiro de Maeztu fue uno de los intelectuales españoles más destacados de finales del siglo XIX y la primera mitad del XX.
Sin embargo, eso no impidió que los milicianos izquierdistas lo fusilaran en la noche del 28 al 29 de octubre de 1936 en el cementerio de Aravaca tras sacarlo de la cárcel de Ventas donde estaba prisionero.
Su pecado a ojos de los izquierdistas fue su participación en el partido monárquico encabezado por José Calvo Sotelo, Bloque Nacional.
Tras el asesinato de este, en julio de 1936, Ramiro de Maeztu se refugió en casa de un amigo. Los milicianos lo descubrieron y detuvieron el 30 de julio. A partir de entonces, su asesinato era cuestión de tiempo.
José María Hinojosa
Suele identificarse a los miembros de la Generación del 27 como un grupo de escritores e intelectuales de izquierdas y republicanos. Nada más falso.
El poeta José María Hinojosa fue uno de los más destacables miembros de la Generación del 27, precursor del surrealismo en España, y, sin embargo, se identificaba con los católicos tradicionalistas, lo cual no impedía en absoluto que fuera un buen amigo de Federico García Lorca.
Se presentó a las elecciones de 1936 por el Partido Agrario Español, encuadrado en la CEDA. Con el estallido de la guerra, para los milicianos izquierdistas Hinojosa pasó a ser un peligroso fascista.
Fue detenido poco después del comienzo de la contienda en Málaga y fusilado el 22 de agosto de 1936 en el cementerio de San Rafael.