Pocos escritores conocían tan bien en España el mundo rural, y en particular el campo castellano, como Miguel Delibes: Las ratas, Los santos inocentes, El camino. Esta última es, tal vez, la más emblemática y la que mejor recoge la visión de Delibes. Daniel el Mochuelo es su protagonista absoluto, un niño que, junto con sus amigos Roque el Moñigo y Germán el Tiñoso, recorre los campos de su aldea descubriendo un mundo entero comprendido entre la fina línea que separa la tierra del cielo. La visión nostálgica de un campo a punto de perderse, de la gente que se deja atrás y de una perspectiva de futuro que, irremediablemente, pasa por el traslado a la ciudad, conecta de forma directa con la realidad de unos pueblos que languidecen mientras engordan los ensanches urbanos.