Cinco máquinas de escribir con las que grandes escritores crearon novelas inmortales

Desplazadas por los ordenadores, las máquinas de escribir históricas de los escritores más afamados se han convertido en auténticas reliquias, objetos casi de culto para el mundo de la cultura y la literatura que hoy se alzan como testigos de una época en la que la escritura era una tarea casi artesanal

Corona Nº3, Ernest Hemingway

Ernest Hemingway, autor de clásicos inmortales como Adiós a las armas, Por quién doblan las campanas, Fiesta o El viejo y el mar, popularizó las máquinas de escribir portátiles Royal aunque, según dicen, prefería trabajar en sus máquinas Corona Nº3 y 4. La Corona 3, que destacamos aquí, es una joya de la mecánica aplicada a la escritura: portátil, robusta y fiable, de sus teclas salieron algunos de los títulos inmortales del Premio Nobel de Literatura.

ullstein bild

Smith-Corona 1957, Gabriel García Márquez

La Biblioteca Nacional de Colombia, junto a la medalla del Premio Nobel de Literatura, conserva la máquina de escribir en la que Gabriel García Márquez redactó su obra legendaria Cien años de soledad. Se trata de una Smith-Corona eléctrica de 1957. García Márquez tuvo otras máquinas: una Remington portátil con la que dio sus primeros pasos en el periodismo y en la que habría redactado el original de Memorias de un náufrago, una segunda Remington con más prestaciones en la que habría escrito El coronel no tiene quien le escriba, una Torpedo alemana con al que empezó a escribir Cien años de soledad, pero que le robaron… Con todo, la Smith-Corona 1957 ha pasado a la historia como la maquina de escribir de García Márquez.

Hermes Baby, Miguel Delibes

Miguel Delibes detestaba los ordenadores, prefería escribir a mano, en letra minúscula en cuartillas que reescribía una y otra vez fruto de su meticulosa técnica de escritura. Sin embargo, el célebre autor de Cinco horas con Mario, El hereje, La sombra del ciprés es alargada o Los santos inocentes también escribió a máquina, en concreto en la Hermes Baby que custodia la Fundación Miguel Delibes y que le regaló su esposa Ángeles.

Underwood 1933, Jack Kerouac

Dice la leyenda que la frenética composición del original de En la carretera, fruto de su predilección por la técnica de la prosa espontánea, llevó a Jack Kerouac a escribir la novela sin puntos y aparte, aprovechando hasta el último milímetro de los márgenes y en un rollo de papel de decenas de metros. Kerouac habría escrito todo el libro en poco más de una semana y sin corregir ni una coma. Esa tarea (con polémica incluida) correspondería a los editores de Viking Press. Ese legendario rollo (en realdad son ocho rollos), que se custodia en la colección privada del magnate James Irsay, se escribió en una máquina de escribir Underwood 1933.

Remington Home Portable N.º 2, Agatha Christie

La reina del crimen empleaba una Remington Home Portable Nº.2 de 1937, una máquina que se custodia en la Biblioteca de la Universidad de Cambridge y en la que Agatha Christie escribió algunos de sus grandes clásicos como Muerte en el Nilo o Asesinato en el Orient Esxpress.