Emilio de Justo corta las orejas a un buen toro de Garcigrande
No hay billetes en el final de feria de Valdemorillo

Emilio de Justo, a hombros tras su buena tarde en Valdemorillo
Final feliz en Valdemorillo: enorme expectación, «no hay billetes», presencia de la Infanta Elena (a la que los dos toreros brindaron un toro). Por el juego variado de las reses y los fallos con la espada, solo triunfa Emilio de Justo en el quinto, un buen toro de Garcigrande, al que corta las orejas, después de una faena clásica.
Juan Ortega no logra repetir su triunfo del año pasado.
Lo decía el refrán tradicional, que prolongo: «Por San Blas, la cigüeña verás. Y, si Dios quiere, el próximo año volverás». La Feria taurina de Valdemorillo ha cambiado mucho y para bien. Ante todo, por la Plaza: lo que, al aire libre, podía ser un remedo madrileño de Siberia se ha convertido ya hace años en un coso moderno y cómodo. Unos buenos carteles y una eficaz promoción han logrado el resto: este año, las tres tardes han estado los tendidos prácticamente llenos. El público de Valdemorillo, de los pueblos cercanos y de la capital tiene ahora mismo hambre de toros. (Gracias, señor Urtasun, por promoverlo). Se ha consolidado esta Feria como la primera de la temporada.
El resultado artístico ha acompañado, este año: en la primera novillada, ha destacado la suave estética del sevillano Zulueta; el sábado, ha vuelto a triunfar Diego Ventura, como casi todas las tardes, y Castella ha aprovechado bien un toro de Carmen Lorenzo, al que se le dio la vuelta al ruedo.Culmina la Feria con un mano a mano de dos toreros de estilos muy diferentes, Emilio de Justo y Juan Ortega. Aunque no haya auténtica rivalidad entre ellos (hoy en día, apenas veo rivales de veras), los dos atraen a los aficionados madrileños.
Se han elegido toros de tres ganaderías: uno de cada una, para cada torero. (A comienzos de temporada y sin la exigencia de un gran trapío, ¿no había seis de una sola divisa?). Los tres, eso sí, de encaste Domecq: los de José Vázquez, los de Garcigrande y los del Parralejo. El juego, lógicamente, ha sido desigual: flojos, los de Vázquez; encastados, los de El Parralejo; y nobles, los de Garcigrande.
La pasada temporada, Emilio de Justo logró superar las secuelas que le había dejado aquel tremendo percance de Las Ventas; sobre todo, cierta rigidez de movimientos. Es diestro clásico, sobrio, serio, que suele destacar en los naturales y con la espada. Le falta un solo peldaño para situarse en lo más alto del escalafón: este año se verá si es capaz de subirlo.

Emilio de Justo, con el último de su lote, al que cortó las dos orejas

De Justo, con la espada ante ese mismo astado
El primero, de Vázquez, es flojísimo: se cae en varas y en banderillas, se queda cortísimo en la muleta. Con un inválido, no cabe faena; y, menos, de un diestro poderoso, como es de Justo. Falla con la espada, clavando muy vertical.
El tercero, de El Parralejo, es anovillado pero se mueve. Emilio se ciñe en las verónicas de salida. Aplaudimos un gran quite de Abraham Neiro a Morenito de Arles, en banderillas. La faena es desigual porque el toro exige, pero tiene emoción; lo mejor, dos series mandonas con la derecha. Falla de nuevo con la espada: el toro no estaba fijo, debió prepararlo mejor para la suerte.
Recibe con una larga a porta gayola y verónicas al quinto, de Garcigrande, que sale con pies y embiste con nobleza. Le planta cara, con la muleta: logra dos derechazos largos y templados. El toro repite, Emilio liga muletazos con emoción pero desiguales: mejor por la derecha. Entra a matar con decisión pero de lejos, corriendo, y la espada queda trasera, como es lógico: dos orejas (la segunda, generosa).
Todavía más decisiva fue la pasada temporada para el sevillano Juan Ortega: consiguió que se hablara más de su toreo que de su biografía y cuajó algunas faenas importantes. Cuando se entiende con un toro, posee una estética primorosa, que encandila a muchos aficionados. Le falta regularidad y poderle más a los toros complicados.
Antes del comienzo del festejo, recibe de manos del Alcalde los trofeos al triunfador y a la mejor faena del año pasado. Esta vez, ha tenido menos fortuna. Al segundo, de Vázquez, paradito y cortito, le saca alguna verónica suave. Corre la mano con pulcritud pero el toro se cae o gatea. Alternan los muletazos limpios con los enganchados. Mata pronto pero no bien.

Juan Ortega, con el sexto y último de la tarde
Devuelto el flojo cuarto, de Garcigrande, el sobrero, de la misma divisa, embiste bien después del puyazo: dibuja delantales aplaudidos; le deja esbozar detalles estéticos, pero también surgen enganchones, no redondea la faena (hacen callar a la música). Mata a la tercera, sin estrecharse.
En el sexto, de El Parralejo, dibuja los lances antes del embroque. Después de un bonito comienzo por bajo, logra muletazos sueltos muy toreros pero la emoción estética no cuaja en una faena compacta. Entrando de lejos, la espada queda baja. No ha logrado repetir el éxito del año pasado, cuando la prensa rosa lo esperaba.
Tres conclusiones me parecen evidentes: primero, la afición tiene hambre de toros (a pesar o gracias a Urtasun). Segundo, antes de la estética, hay que dominar al toro. «O mandas tú o manda el toro», decía Domingo Ortega. Tercero, es un error (aunque hoy sea muy habitual ) entrar a matar de muy lejos, corriendo: lo normal es que la espada quede trasera o caída. ¿Cuántas veces lo tendremos que repetir a lo largo de la temporada? Me temo que muchas.
Salimos ya de noche, con la alegría de haber visto la Plaza llena, en este comienzo de temporada, y con la ilusión por las tardes de toros que veremos: se las contaremos, en El Debate.
FICHA
- VALDEMORILLO. Feria de San Blas y de la Candelaria. «No hay billetes». Toros de José Vázquez (1º y 2º), flojos; Garcigrande (4º bis y 5º), de buen juego, y El Parralejo (3º y 6º), con cierta casta.
- EMILIO DE JUSTO, de verde oscuro y oro, tres pinchazos, estocada y dos descabellos (silencio). En el tercero, dos pinchazos y descabello (aviso, saludos). En el quinto, estocada trasera (dos orejas y salida a hombros).
- JUAN ORTEGA, de blanco y oro, en el segundo, estocada defectuosa (saludos). En el cuarto, dos pinchazos y estocada (silencio). En el sexto, estocada caída (silencio).