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El diario original de Ana Frank expuesto temporalmente en la iglesia de Kiel, en Alemani

El diario original de Ana Frank expuesto temporalmente en la iglesia de Kiel, en Alemania

El día que murió Ana Frank, la joven autora del diario más famoso del mundo

Se sabe que la entonces adolescente murió entre febrero y marzo de 1944 en el campo de concentración de Bergen Belsen, pero algunos historiadores señalan su fallecimiento el 15 de febrero de 1945

Los Frank estuvieron a punto de salvarse de la persecución nazi escondidos en la oculta «casa de atrás» del edificio de Ámsterdam donde estaba la sede de la compañía de Otto Frank, el padre. Fue en el verano de 1942 cuando se escondieron con ayuda de una empleada.

Antes habían dejado señales falsas de su huida a Suiza. Los nazis habían estrechado el cerco sobre la familia de modo insalvable hasta que decidieron desaparecer. Durante dos años vivieron en la casa secreta anexa al resto del edificio de la compañía de Otto Frank, por el que podían moverse libremente cuando no estaban los trabajadores. Era durante el tiempo laborable cuando más peligro había por si alguno de los empleados escuchaba algún ruido.

Descubiertos por un oficial

Estuvieron allí, en casi permanente silencio, con prohibiciones autoimpuestas de toser o estornudar y obligaciones como tapar las ventanas durante el día hasta prácticamente el final de la guerra, cuando por desgracia fueron descubiertos por unos oficiales alemanes, sin que se sepa la causa con exactitud. Dos años de miedo y privaciones con la esperanza final de una próxima salvación que no se pudo dar.

Siete de los ocho habitantes de la casa murieron posteriormente por distintas causas y en distintos campos de concentración, excepto Otto, el padre, que vivió hasta los 91 años. Durante aquel bienio Ana, la hija menor, de 13 años, comenzó a escribir un diario de su vida en el escondite, donde se cuentan los detalles de sus días, sus rutinas, normas y precauciones, y también sus sentimientos personales, en una obra de gran valor humano y de notable talento literario.

Museo de Ana Frank en Ámsterdam, donde se encuentra la casa donde se ocultó

Museo de Ana Frank en Ámsterdam, donde se encuentra la casa donde se ocultó

Un testimonio extraordinario de aquel tiempo de barbarie. Los Frank previamente habían huido de Alemania para instalarse en Holanda. Les descubrieron el 4 de agosto de 1944 y después de su detención fueron internados en Auschwitz. Un mes después Ana, ya de 15 años, y su hermana Margot, de 18, fueron trasladadas a Bergen Belsen, donde tras un infierno de seis meses murieron de tifus. Primero Margot y después, supuestamente el 15 de febrero, Ana.

Todas las pertenencias de los Frank se quedaron en el escondite del número 263 de la calle de Prinsengracht. Fue la empleada del padre, Miep Gies, la encargada principal de proporcionar durante aquellos años todo lo necesario para la subsistencia de los Frank (y también del matrimonio Van Pels, su hijo Peter y del dentista Fritz Pfeffer, con quienes solían cenar ella, su marido, y otros «protectores» en la casa de atrás cuando se marchaban los trabajadores) quien encontró el diario y los demás escritos entre aquellos escombros humanos y los guardó.

Entrada al escondite tras una estantería

Entrada al escondite tras una estantería

La joya histórica para comprender las interioridades del horror que el padre superviviente publicó en 1947. El libro ha causado sensación en todo el mundo durante décadas hasta hoy. Del 1 de agosto de 1945, tres días antes de su detención, son las últimas líneas que Ana Frank escribió en su diario, que se publicó en Holanda por primera vez con el título de La casa de atrás.

El diario como objeto se lo había regalado su padre por su decimotercer cumpleaños pocos días antes de encerrarse, pero Ana no tuvo suficiente con él para escribir su historia. Necesitó de varios cuadernos y de cientos de hojas sueltas para contar la triste historia universal que solía escribir a la hora de la siesta. Un libro epistolar dirigido mayormente a «Kitty» y también a otros personajes inventados por ella, además de amigos, como si hubiera inventado al público que no podía imaginar que masivamente la leería.

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