
El 221B de Baker Street se ha convertido en un destino de peregrinación para los amantes de las historias de Sherlock Holmes
Cinco escenarios reales de grandes libros que puedes visitar
Entre los amantes de la literatura existe un impulso irrefrenable por visitar los lugares reales donde se desarrollan algunas de sus novelas predilectas
En una de las últimas películas de Woody Allen, probablemente la última buena, Midnight in Paris, el protagonista, un nostálgico escritor frustrado, recorre las calles de París siguiendo los pasos de sus escritores favoritos.
En uno de esos paseos, algo ocurre y el buen hombre termina atrapado en una dimensión temporal idílica donde se codea con Hemingway, Gertrude Stein, Scott Fitzgerald, Salvador Dalí o Luis Buñuel.
La película de Woody Allen refleja muy bien la atracción que los lectores sienten por los lugares reales donde se desarrollan las novelas que han leído. Proponemos aquí un recorrido por cinco lugares reales de algunas de las novelas más importantes de la historia.
Librería Shakespeare and Company
La librería Shakespeare and Company, hoy convertida en atracción turística imprescindible en París, fue desde su apertura en 1919 centro neurálgico de los escritores anglosajones en la capital francesa y, en particular, de la Generación Perdida estadounidense.

La librería Shakespeare and Company en París
Su propietaria, Sylvia Beach, dio cobijo y promocionó las carreras de escritores como Ernest Hemingway, Francis Scott Fitzgerald, Ezra Pound o James Joyce.
Hemingway, en su novela autobiográfica París era una fiesta, la cita en varias ocasiones y la sitúa como cuartel general, junto con el apartamento de Rue Descartes (en el mismo edificio donde en su día habitó Verlaine) de sus correrías parisinas y sus pesares previos al éxito alcanzado con Fiesta.
El callejón del Gato
La calle de Álvarez Gato de Madrid, más conocida como el Callejón del Gato, con sus espejos cóncavos y convexos, entró a lo grande en la historia de la literatura española de la mano de Ramón María del Valle Inclán y su esperpento Luces de Bohemia.

El Callejón del Gato, en Madrid
Frente a los reflejos distorsionados de sus figuras causadas por dichos espejos, el poeta Máximo Estrella mantiene un célebre diálogo con Don Latino en donde fija la definición del esperpento: «Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada».
El castillo del If
En El conde de Montecristo, de Alexandre Dumas, el ingenuo y justo marino Edmond Dantès sufre la traición de los que creía sus amigos, traición suscitada por la envidia y la ambición. Acusado en falso de espía bonapartista, el malogrado Dantès acaba encerrado y olvidado en un pozo del castillo del If, cárcel para enemigos del Estado.

El siniestro y literario castillo del If
Tras su fortuita –casi milagrosa– huida y después de hacerse con una inverosímil fortuna oculta en el peñón de Montecristo, Edmond regresa a Francia convertido en el Conde de Montecristo dispuesto a cobrarse venganza.
Por supuesto, el castillo del If existe, se encuentra frente a las costas de Marsella, está perfectamente restaurado, y es una excursión maravillosa en barco turístico desde la apacible ciudad mediterránea para que los fans de Dumas disfruten de una jornada en el mar.
Baker Street
Baker Street tal vez sea la calle más famosa de la historia de la literatura. En su número 221B residía el afamado detective Sherlock Holmes, inmortal personaje de Sir Arthur Conan Doyle.

Interior del 221B de Baker Street
Acompañado de su inseparable doctor Watson, Holmes resolvía en aquellas cuatro paredes los crímenes más macabros con tan solo leer los hechos conocidos en la prensa vespertina, mientras se fumaba, envuelto en su batín británico, una buena pipa o interpretaba macarrónicamente a Sarasate con su violín.
Hoy, el 221B de Baker Street acoge un interesante museo dedicado a Sherlock Holmes que recrea con una asombrosa fidelidad la estancia del detective descrita por Conan Doyle.
El Toboso
De los pocos sitios reales que Cervantes mencionó con todas las letras donde discurren las lamentables desventuras de Don Quijote de la Mancha, El Toboso es el más sobresaliente, si sacamos Barcelona de la ecuación.

El muy cervantino pueblo de El Toboso
El gran amor de Don Quijote se llamaba Dulcinea, y era natural de El Toboso, una localidad random (que diría el vicepresidente de Estados Unidos J.D. Vance) de la provincia de Toledo que Cervantes convirtió en inmortal y universal, y destino imprescindible de cualquier amante de las letras y de la historia de Alonso Quijano.
Más complicado es situar ese lugar de la Mancha de cuyo nombre Cervantes no se quería acordar. El honor se lo disputan las localidades de Villanueva de los Infantes, Argamasilla de Alba, Alcázar de San Juan y Miguel Esteban. Al gusto de todos.