Aunque en sentido estricto una distopía es una novela futurista donde se presentan sociedades oscuras dominadas por el autoritarismo, la deshumanización y las injusticias sociales, la obra maestra del Premio Nobel de Literatura, William Golding, El Señor de las Moscas, tiene muchos elementos de distopía. Aunque ambientada en la Segunda Guerra Mundial (se publicó en 1954), El Señor de las Moscas cumple con casi todos los requisitos de las distopías. En muchos ámbitos, los supera. En esta novela –que debe mucho al clásico La Isla del Coral– William Golding plantea un experimento social. ¿Qué pasa si abandonas a un grupo de niños en una isla desierta sin supervisión de adulto alguno? Pasa que, lo primero, intentan organizarse según los modelos de sus sociedades de origen con un grupo dirigente elegido democráticamente que vela por los derechos de la comunidad y el bien común. Pasa que un grupo de rebeldes se opone al poder legítimo y trata de derribarlo. Pasa que, para lograrlo, ese grupo rebelde divide la sociedad en grupos tribales, se despoja de leyes costumbres, cae en el primitivismo, en el paganismo y en la anarquía. Pasa que, una vez tomado el poder, ese grupo rebelde emprende una deriva asesina, ejecuta a los que se oponen al nuevo poder autoritario y destruye media isla para evitar que los enemigos cuenten con recursos. Y, por último, pasa que la ley, el orden y la justicia sólo se reestablece cuando regresan los adultos y deponen el régimen de terror impuesto por un grupo de niños malcriados.