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J.K. Rowling, Sylviane Agacinski y Diego Fusaro

J.K. Rowling, Sylviane Agacinski y Diego FusaroGTRES / Wikipedia

Intelectuales izquierdistas que se oponen a la deriva trans

Se llaman J.K. Rowling, Sylviane Agacinski y Diego Fusaro. Los tres se mueven en el ámbito de la izquierda, lo cual no les ha resultado óbice para plantar cara al peligro de la manipulación sexual

J.K. Rowling, mundialmente conocida como autora de la serie de novelas sobre Harry Potter, ha celebrado el reciente fallo de la Corte Suprema del Reino Unido, según el cual los términos mujer y sexo se refieren exclusivamente al sexo biológico. Y lo ha hecho, vía X, publicando varios menajes de regocijo y una foto suya fumándose tranquilamente un puro, sentada de espaldas a una playa sin identificar.

Este último gesto ha sido considerado como displicente por buena parte de sus adversarios en las redes sociales, que se cuentan por miles. Sin embargo, Rowling tiene motivos para la alegría.

El primero: que los 80.000 euros –sobre un total aproximado de 280.000– que ha donado para contribuir a los costes propagandísticos y legales de este proceso han ayudado a cumplir el propósito. Su compromiso con For Women Scotland fue tempranero y nítido. Al igual que –segundo motivo– su compromiso, contra vientos y mareas progresistas, para con la causa de la preservación de la diferencia entre los sexos.

Todo empezó en 2019, cuando defendió públicamente a una mujer, de nombre Maya Forstater, cuyo contrato de trabajo no fue renovado después de que hiciera declaraciones críticas respecto de la ideología de género. Rowling escribió entonces que las personas transgénero deberían vivir en «paz y seguridad», pero dijo que se oponía a «obligar a las mujeres a dejar sus trabajos por afirmar que el sexo es real». Según la experta en Harry Potter Lana Whited, en los siguientes seis meses «la propia Rowling avivó las llamas a medida que se hacía cada vez más viral».

Incluso, la autora de Harry Potter se permitió utilizar la ironía: en junio de 2020, Rowling se burló de la frase «personas que menstrúan», antes de tuitear que los derechos de las mujeres y la «realidad vivida» serían borrados si «el sexo no es real». Hace exactamente un año, y en respuesta a la Ley de Delitos de Odio y Orden Público de Escocia –territorio en el que reside–, se mostró desafiante, de nuevo en la red social propiedad de Elon Musk, y dio los nombres de una lista de mujeres trans y escribió que son «hombres, todos y cada uno de ellos». Más claro el agua.

Estas intervenciones públicas le han valido severas críticas, y hasta acoso, por parte de asociaciones lgbt, clubes de fans de Harry Potter y feministas radicales. Poco le importan estos ataques: aunque diga ser miembro de la Iglesia Episcopal de Escocia –versión local de la Iglesia de Inglaterra–, Rowling es ante todo una progresista y feminista clásica, que defiende el «matrimonio» homosexual y a las madres solteras, habiendo sido una de ellas hace tres décadas.

Lo mismo se puede decir de la filósofa francesa Sylviane Agacinski, que dentro de unas semanas cumplirá 80 años, edad que la incorpora a la generación que protagonizó las revueltas y el consiguiente espíritu de mayo del 68. Profesora durante dos décadas en la prestigiosa École Pratique des Hautes Études en Sciences Sociales –uno de los focos de la intelectualidad progresista contemporánea, aunque no solo–, especialista en Kierkegaard y miembro de la Academia Francesa, engendró un hijo con el filósofo «deconstruccionista» Jacques Derrida antes de casarse en 1990 con el exprimer ministro socialista Lionel Jospin. Una trayectoria, pues, poco conservadora.

Mas Agacinski dedica desde hace un cuarto de siglo el grueso de sus esfuerzos intelectuales –ya en 1998 publicó un ensayo sobre la paridad– a desmontar las ideologías derivadas de la teoría de género.

Así las cosas, en 2013 se opuso al «matrimonio» homosexual, no por un posicionamiento moral cristiano sino por su firme denuncia de los riesgos que conlleva la homoparentalidad, empezando por la adopción por parte de parejas del mismo sexo. Este episodio supuso el inicio de su militancia más pública. Desde entonces Agacinski, alerta incansablemente sobre la procreación asistida –a la que dedicó otro ensayo–, la gestación subrogada y, por supuesto, la deriva trans.

En su perspectiva, así lo explica en Mujeres entre sexo y género, «mujer» y hombre” como géneros son categorías impersonales. Como persona, «yo» no soy ni un sexo ni un género. El género es menos un factor de identidad que de alteridad”. No son ideas conservadoras, pero cuestionan de raíz la doxa progresista.

Lo mismo hace, a su manera, el filósofo cuarentañero italiano Diego Fusaro, muy presente en las redes sociales. Imbuido de cosmovisión marxista, defensor, en el plano geopolítico, de posturas rusas, considera, sin embargo, –lo explica en su ensayo El nuevo orden erótico– que la ideología trans como «nihilismo al servicio del capitalismo» (El Mundo, 18 de enero de 2023) y como una forma de «distraer a las masas» de otros asuntos más acuciantes. Parece que el progresismo, esta vez sí, empieza a darse cuenta de sus excesos.

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