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La catedral de la Sagrada Familia, en Barcelona

La Sagrada Familia, elegida como una de las mejores catedrales de Europa

En el ránking del diario The Guardian se considera el templo barcelonés como «una obra maestra del arte y la arquitectura»

Notre Dame, la Catedral de Colonia, el Duomo de Milán, la imponente Catedral de Durham en Inglaterra... y la Sagrada Familia de Barcelona. El periodista Simon Jenkins ha elegido para el diario británico The Guardian su selección de las mejores catedrales de Europa y, entre ellas, ha escogido una (controvertida) española.

«Aunque (todavía) no es una catedral, la Sagrada Familia lo es en todo menos en nombre», comienza el periodista su crónica, en la que cuenta que la primera vez que la visitó solo se veía el armazón, con muros y andamios. «Hoy está casi completa, y tiene una de las estructuras góticas más notables de Europa», continúa extasiado.

En The Guardian hacen referencia también a la gran afluencia de visitantes. «El interior es un edificio altísimo de nervaduras y pilares, que se balancea, se inclina, se abalanza y salta, deslumbrando con sus cristales de colores. Para el visitante, el problema es encontrar espacio en el suelo para tumbarse y mirar hacia arriba, ya que está abarrotada de visitantes», continúa. Y es que la Sagrada Familia prevé cerrar el año con 810.000 visitantes, el 50% españoles y franceses.

El arquitecto director de las obras de la Sagrada Familia, Jordi Faulí (d) y el director general de la Sagrada Familia, Xavier Martínez (i), ante una maqueta de trabajo como se culminará la torre de Jesucristo, la torre central del templo y la más alta, que tendrá 172,5 metros de alturaEFE

«Una afirmación del catolicismo tradicional frente al modernismo»

Jenkins señala también que el templo fue proyectado «por un excéntrico editor catalán, Josep Bocabella» y diseñada por un joven Antoni Gaudí en 1883. «Él la vio como una afirmación del catolicismo tradicional contra el modernismo», señala el autor, que recuerda que el edificio no estaba ni cerca de ser terminado cuando, en 1926, Gaudí murió atropellado por un tranvía de Barcelona: «Creía, con razón, que las formas naturales eran la clave del diseño gótico».

Aunque según el periódico el exterior tiene «un exceso de romanticismo campechano», rescata la riqueza de sus pórticos, que son como «portales de fantasía abiertos como si fueran de Disney o Tolkien».En el artículo se explica que todavía quedan por construir dos torres, diseñadas para ser más altas que las de cualquier otra iglesia, y que «Sus campanas serán tocadas por el viento de la naturaleza».