Fundado en 1910

Algunos de los muebles diseñados por el arquitecto español Antoni Gaudí y expuestos en la muestra «Gaudi» en el museo d'Orsay de ParísEFE

'La genialidad o la locura' de Antoni Gaudí llega al Museo de Orsay

La muestra Gaudí lleva a Francia la imaginación de un creador que no puede disociarse de su profunda fe, ni de su arraigo a la tierra.

La obra del artista y arquitecto Antoni Gaudí llega a París con la primera gran exposición que se le dedica en Francia. El Museo d'Orsay se adentra en su proceso creativo y en la complejidad de su trayectoria, más allá de los iconos arquitectónicos que le han dado fama mundial.

Gaudí (1852-1926) nunca viajó a París y, aunque estaba al tanto de las corrientes artísticas cuando su trabajo se mostró en 1910 en el Salón Anual de la Sociedad Nacional de Bellas Artes, la experiencia fue fallida, ya que la crítica no acabó de acoger su propuesta artística, y él se sintió incomprendido.

Por eso, con esta exposición se ha buscado «mostrar toda su personalidad de creador, arquitecto y artista plástico con la Sagrada Familia como hilo conductor, pero no como protagonista absoluta», tal y como ha declarado la conservadora general del patrimonio en la región de Île de France, Isabelle Morin.

La fantasía del creador

Morin ha señalado que «en Francia atrae mucho su fantasía y osadía. Su uso de la cerámica y del color; su inspiración en la naturaleza y las curvas sinuosas de sus creaciones, propias del Modernismo catalán, del Art Nouveau, y al mismo tiempo, inexorablemente singulares». En este sentido, la conservadora en Artes Decorativas del Museo de Orsay, Elise Dubreuil, ha agregado que el artista catalán «tiene un arte muy particular. En general no confundes un edificio de Gaudí con otro construido por otro arquitecto contemporáneo. Hay puntos en común pero una estética muy personal».

Todo su trabajo en Barcelona deja claro que no era un genio aislado, sino que su obra se enmarca en un contexto político, social y artístico muy específico: el del auge industrial de Cataluña, ciudad donde su obra magna, la Sagrada Familia, sigue inacabada.

Pero sin prácticamente haber salido de su país, supo ampliar sus miras: «Tenía mucha imaginación, pero también una gran cultura. Una cultura libresca, porque viajó muy poco», alega la experta.

Gaudí estudió la obra del restaurador de Notre Dame, Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879); y aunque no está confirmado que llegara a conocer la decoración animal que este concibió para el Castillo Observatorio Abbadia, en Hendaya, su salamandra del Parque Güell ofrece similitudes inequívocas.

La pinacoteca pone sobre la mesa esa originalidad a través de sus bocetos, mobiliario y elementos ornamentales de sus principales creaciones, con esa estética no convencional, aupada por el aristócrata Eusebi Güell y Bacigalupi ,pero que ya era evidente cuando se diplomó en 1878.

«Es un genio o un loco», llegó a decir el director de la Escuela Provincial de Arquitectura al entregarle el título que lanzó su fructífera trayectoria, donde la espectacularidad de las formas no olvidaba la función para la que se habían creado, y que han convertido a Antoni Gaudí en una referencia artística de primer orden.