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El escultor Jorge Oteiza con una de sus esculturas

Oteiza sí o no: la fundación dice que no reconoce las esculturas que exhibe un museo de San Sebastián

La fundación del escultor vasco niega la autenticidad de las obras que se le atribuyen en la exposición 'Oteiza Argentinan', inaugurada en el Museo Diocesano donostiarra con 16 esculturas

«Todas las obras son inéditas». Así describe el Museo Diocesano de San Sebastián, D'Museoa, las piezas que se exhiben en una de sus exposiciones temporales, titulada 'Oteizan Argentinian'.

Inaugurada en junio y visitable hasta el 2 de octubre, esta exposición asegura que recoge diversas esculturas que el escultor vasco Jorge Oteiza realizó durante su etapa en América; concretamente, en Argentina. «Buenos Aires será el punto de partida y final de su viaje, pero también es el lugar en el que reside varios años y en el que encuentra a una de las personas más importantes de su vida, Itziar Carreño, con la que se casará en mayo de 1938», se puede leer en la presentación de la exposición.

Se trata de 16 esculturas desconocidas que el autor guipuzcoano fallecido en 2003 habría realizado durante su exilio en Iberoamérica, a donde huyó debido a la Guerra Civil, entre 1935 y 1948. Sin embargo, la Fundación Oteiza niega categóricamente que las esculturas pertenezcan al autor por cuya memoria y legado se encargan de velar.

«Las obras no figuran en el catálogo»

La Fundación Oteiza ha comunicado que ha realizado un «análisis exhaustivo» de estas 16 esculturas y ha podido concluir que hay «datos suficientes» para determinar que la autoría de las mismas «no corresponde a Jorge Oteiza», algo que ha dejado estupefacta a la dirección del museo, que de momento no se ha pronunciado al respecto.

De hecho, en su comunicado, la fundación ha ido más allá al asegurar que no tenían información previa de que se estuviera poniendo en marcha esta exposición, y que de hecho supieron de ella «por los medios de comunicación». Así mismo, aseguran que estas esculturas no están incluidas en el Catálogo razonado de la obra escultórica de Oteiza, editado por la Fundación y realizado por el escultor Txomin Badiola, y que por lo tanto no se puede asegurar su autoría. «Tampoco consta la existencia de referencias documentales (imágenes o textos) relacionadas con esas obras en el archivo de la Fundación Oteiza», aseguran en su nota.

Cartel de la exposición 'Oetiza Argentinan', en el Museo Diocesano de San Sebastián, D'Museoa

La familia quiere emprender «medidas legales»

Según fuentes cercanas a Pilar Oteiza, sobrina del escultor, esta habría tomado las «medidas legales oportunas» para denunciar los hechos tras visitar la muestra y comprobar in situ la falsedad de la colección. El museo donostiarra, por su parte, asegura que, al ser obras desconocidas, nunca antes expuestas, «es lógico que no estén en ningún catálogo».

Según una información recogida por el diario Noticias de Gipuzkoa, Pilar Oteiza y otros familiares visitaron la exposición y adquirieron el catálogo de la misma por su cuenta. Fue entonces cuando la familia pudo apreciar la falsedad de las piezas.

Para el director del Museo Diocesano y comisario de la exposición, Edorta Kortadi, esto «no significa nada», ya que precisamente por ser inéditas no constan en ningún catálogo. En su presentación, Kortadi afirmó que catorce de las dieciséis esculturas son del estilo de la abstracción geométrica, mientras que las otras dos son figurativas; uno de ellos es también un retrato de 1947 de la esposa de Oteiza, Itziar Carreño (1904-1991). También destacó que las obras se encuentran en las «fases más primitivas» de Oteiza. Solo dos esculturas tienen una fecha concreta, y muchas ni siquiera tienen nombre, como lamenta Kortadi, por falta de información.

Según quien también es comisario de la exposición, las esculturas estuvieron en manos de un coleccionista privado argentino hasta hace poco tiempo. A su muerte, sus familiares pusieron en venta la colección, que cayó en manos de un coleccionista navarro; gracias a ello, ahora se exhibe en San Sebastián. «Están realizadas en diversos materiales; algunas llevan la firma de Oteiza, y otras llevan las siglas TZA: después de volver al País Vasco, decidió quitarle la letra 't' a su apellido», defendió Kortadi.

Jorge Oteiza

Una neumonía acabó con la vida de quien enseñó a tantos arquitectos el valor del vacío. Nacido en Orio (Guipúzcoa), los primeros años de la trayectoria de Oteiza transcurrieron en Iberoamérica; regresó en 1948, imbuido del espíritu del constructivismo y con una idea del arte como creación colectiva.

Su colaboración con arquitectos cristalizó primero en trabajos estrictamente escultóricos para proyectos como la basílica de Aránzazu, de Oíza y Laorga, o la capilla de Santiago, con Oíza y Romany. En otros posteriores, como los monumentos al Padre Donosti, con Vallet, y a Batlle en Montevideo, con Roig, la escultura está en el mismo plano que la arquitectura.

Si el espíritu rebelde y contradictorio de Oteiza le llevó a sostener grandes polémicas culturales –como la que lo enemistó durante años con Chillida– y a buscar denodadamente el equilibrio entre la vanguardia y las raíces ancestrales de lo vasco, su inquietud experimental le condujo de la masa a la energía. En el museo que diseñó su amigo Oíza junto a la casa-taller del escultor en la localidad navarra de Alzuza pueden contemplarse hoy su Laboratorio de tizas, sus Cajas metafísicas o las piezas en torno a la Desocupación de la esfera.